Encaramos el futuro con bases sólidas
RD cierra el 2024 con crecimiento robusto, baja inflación y récord de inversión

Tengo la percepción de que se está haciendo un esfuerzo, desde algunos sectores y con el apoyo visible de parte de la oposición partidaria, para que lleguemos a la Navidad con una carga de pesimismo y empecemos el año con el ánimo en el suelo, como si una catástrofe nos hubiera golpeado a todos por igual.
Ciertamente, como país tenemos muchos desafíos por delante que debemos enfrentar en los primeros meses del año que viene. Pero mientras nos preparamos para ellos, conviene entender que nuestra posición económica no es mala. Tampoco es la mejor del mundo, pero sí ocupamos un lugar privilegiado entre las economías de la región, donde conviven países con estructuras productivas sólidas.
En los últimos años hemos mantenido un crecimiento robusto. En 2024, la economía creció 5.0 % del PIB real, según datos oficiales del Banco Central y del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo. Este desempeño estuvo impulsado por sectores como turismo, servicios financieros y comercio, consolidando al país como una de las economías más dinámicas de América Latina.
No podemos pasar por alto que el escenario mundial está marcado por tensiones geopolíticas, inflación global y desaceleración económica. A pesar de ello, hemos preservado un comportamiento notable. Los datos recientes no solo cuentan una historia de crecimiento sostenido, sino también de resiliencia macroeconómica, una gestión monetaria prudente y un entorno favorable para la inversión. Expertos señalan que sectores como turismo, construcción, zonas francas y servicios financieros han empujado la actividad hacia adelante.
A pesar de las quejas —muchas de ellas claramente inducidas— por el aumento puntual de algunos alimentos, la estabilidad general de los precios es uno de los logros más visibles. La inflación se mantiene dentro del rango meta del Banco Central, entre 4 % y 5 %, muy por debajo de lo que viven otros países del área. Esta estabilidad es señal de fortaleza institucional y de protección del poder adquisitivo de los hogares.
El mercado laboral también aporta razones para el optimismo. La tasa de desempleo se ha estabilizado cerca del 5 %, en consonancia con el ritmo de la economía. Hotelería, telecomunicaciones y zonas francas han experimentado una recuperación vigorosa, generando nuevos empleos y ampliando oportunidades para miles de jóvenes. Es cierto que la informalidad sigue siendo un desafío, pero también lo es que el aparato productivo está absorbiendo mano de obra con más rapidez que muchos países vecinos.
La inversión extranjera superó en 2024 los 4,500 millones de dólares, un récord que refleja la confianza de los inversionistas en la estabilidad y el potencial dominicano. No es casual que grandes cadenas hoteleras, empresas logísticas y energéticas estén ampliando su presencia en el territorio. Si el país estuviera tan mal como algunos insisten en pintar, la República Dominicana no se habría consolidado como un destino atractivo para el turismo y, sobre todo, para la inversión productiva de largo plazo.
Tenemos pobreza y la tendremos por un tiempo más, pero no para siempre. Se han logrado avances importantes en su reducción y en la mejora de las condiciones de vida. La pobreza monetaria cayó a 23 % en 2023, su nivel más bajo en veinte años, y se situó en 20.8 % en el tercer trimestre de 2024.
Es cierto que la deuda pública exige prudencia, y por ello se están dando pasos firmes para su estabilización.
El país encara el futuro con bases sólidas. Su economía es hoy más diversificada, más abierta y mejor integrada a los mercados. En medio de la incertidumbre global, somos un país que avanza, que se moderniza y que demuestra que el optimismo no es un gesto ingenuo, sino el reflejo de resultados concretos.

Luis González Fabra
Luis González Fabra