Cuando el lujo se volvió necesidad
Los electrodomésticos reducen la carga laboral en el hogar cuando los padres y madres trabajan fuera de casa
Los créditos bancarios facilitan la compra

En los hogares dominicanos, lavadoras, freidoras y asistentes inteligentes han pasado de ser símbolos de estatus a herramientas cotidianas.
Hace apenas unas décadas, contar con una lavadora automática, una secadora o un aire acondicionado era un lujo reservado para pocos. Las familias numerosas y la arraigada costumbre del trabajo doméstico manual hacían que lavar a mano, tender al sol o cocinar fueran parte de un ciclo diario agotador.
Hoy el panorama es otro. Con padres que trabajan fuera y niños en horario escolar extendido, el tiempo para las tareas domésticas se ha reducido drásticamente. Lavadoras, secadoras, freidoras de aire, asistentes de voz, cafeteras y robots de limpieza dejaron de ser accesorios de confort: son aliados imprescindibles de la vida moderna. En los hogares monoparentales, su presencia resulta aún más necesaria.
En una familia típica de Santo Domingo, donde ambos adultos laboran, el tiempo disponible para lavar uniformes o atender la limpieza ligera se concentra en los fines de semana o en las noches. Sin lavadora ni secadora, esa tarea se convierte en "otra jornada de trabajo". Con ellas, el hogar recupera tiempo para el descanso, el estudio o la convivencia.
El aire acondicionado también se ha vuelto casi indispensable ante el calor creciente del cambio climático. Ya no es un lujo ni un capricho: representa bienestar, concentración, descanso y, muchas veces, alivio físico tras la jornada laboral.
Los electrodomésticos actuales, más eficientes y programables, permiten ciclos rápidos, ropa menos arrugada y un ahorro de energía y tiempo. La freidora de aire se impone por su rapidez, menor consumo de aceite y facilidad de limpieza. Los asistentes inteligentes, como Alexa, coordinan luces, música, recordatorios o dispositivos, aliviando la carga mental de un día lleno de obligaciones.
Cuando el "suape" se aparca junto al robot
Los robots aspiradores ya se venden como "ayudantes domésticos" para quienes apenas tienen tiempo de barrer o trapear. Aunque su uso sigue limitado, marcan una tendencia: la automatización doméstica, antes exclusiva de las clases altas, se abre paso en la clase media.
El "suape" —nombre dominicano para la fregona— sigue sin perder su espacio, pero se moderniza con materiales más absorbentes y diseños adaptados a cada piso. "Limpieza completa con succión potente y acceso a cada rincón", promete una conocida plataforma digital. La publicidad resume bien la nueva mentalidad: la tecnología se asocia con bienestar y orden.
El "suape" dominicano proviene del inglés "mop", a través del producto comercial Super Mop o Swopper Mop, nombres de marcas populares. En la adaptación oral y popular, Super Mop terminó pronunciándose "suape", y así se generalizó para designar tanto la fregona como el utensilio para trapear.
La convivencia con mascotas dentro del hogar refuerza esa necesidad. Los robots aspiradores se vuelven tan indispensables como los propios compañeros de cuatro patas.

Un mercado en expansión
Las tiendas de electrodomésticos del país se han ajustado a esta realidad: ofrecen financiamiento, cuotas y paquetes "hogar moderno". Plataformas como Electrodomésticos.com.do promueven planes de pago que facilitan la adquisición de equipos.
El negocio del crédito responde a una lógica tripartita —consumidor, comercio y banco—. Las compras a plazos de seis, doce o veinticuatro meses han democratizado el acceso a estos bienes, pese a presupuestos familiares ajustados. A ello se suma una rotación más rápida de los aparatos, impulsada por la percepción de que "ya no duran como antes".
Las financieras identificaron pronto el potencial del mercado, y hoy el crédito para electrodomésticos y tecnología es parte del consumo habitual.
Entre el pasado y el presente
En los años 80 y 90, muchas familias dominicanas dependían de la mano de obra doméstica. Ganarse la vida lavando ropa o planchando a domicilio era común, especialmente los fines de semana. Muchas madres criaron a sus hijos así; algunas todavía lo hacen, aunque ahora con ayuda de lavadoras y planchas eléctricas.
La figura de la señora que limpia una vez por semana por mil pesos y algo más tampoco ha desaparecido. Para muchos profesionales, resulta más rentable trabajar fuera del hogar que dedicar ese tiempo a las tareas domésticas.



Elina María Cruz