¿Dónde está Esuatini? El remoto reino africano donde Trump deportó a un cubano
Amnistía Internacional exige transparencia sobre acuerdo migratorio que llevó a cubano a Esuatini. Derechos humanos en el centro de la polémica

Esuatini, una nación sin salida al mar en el sur de África, se ha convertido inesperadamente en escenario de una historia que conecta La Habana, Washington y Matsapha, un pequeño distrito del valle central suazi. Allí, un cubano deportado por el Gobierno de Donald Trump lleva más de tres meses preso sin cargos y acaba de iniciar una huelga de hambre para exigir su libertad.
El caso de Roberto Mosquera del Peral, relatado por la agencia EFE, ha llamado la atención de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional, que exigen transparencia sobre el acuerdo migratorio que permitió su traslado a este país africano casi desconocido para la mayoría de los estadounidenses y latinoamericanos.
Un reino diminuto y autoritario
Esuatini —conocido hasta 2018 como Suazilandia— es un reino montañoso enclavado entre Sudáfrica y Mozambique, con poco más de 1.2 millones de habitantes. Es uno de los últimos Estados monárquicos absolutos del mundo, gobernado por el rey Mswati III, quien concentra el poder ejecutivo, legislativo y judicial.
- Pese a su tamaño, el país tiene una larga historia de cooperación con potencias extranjeras en materia de seguridad y migración. En julio pasado, recibió un primer vuelo de deportados desde Estados Unidos, parte de un acuerdo bilateral impulsado por la administración Trump tras la reanudación de las expulsiones a terceros países africanos, entre ellos Ghana, Ruanda, Uganda y Sudán del Sur.
El cubano que nadie reclama
Según la abogada estadounidense Alma David, Mosquera del Peral fue trasladado junto a otros cuatro hombres —de Jamaica, Laos, Vietnam y Yemen— al Complejo Penitenciario de Matsapha, una prisión de máxima seguridad en el centro del país.
El cubano, de quien se sabe poco más allá de su nacionalidad, inició el 15 de octubre una huelga de hambre indefinida, protestando por su detención "arbitraria" y la falta de acceso a un abogado local. "Mi cliente está detenido sin cargos y su vida corre peligro", declaró la abogada en un comunicado reproducido por medios suazis.
La letrada pidió a las autoridades de Esuatini permitir una visita legal y asistencia médica urgente, y exigió a Estados Unidos asumir responsabilidad por las consecuencias del acuerdo que condujo a su deportación.
El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. confirmó que los deportados —entre ellos Mosquera— habían sido acusados de delitos graves como asesinato, agresión y robo, aunque sus abogados sostienen que ya cumplieron sus condenas y algunos llevaban años en libertad antes de ser detenidos nuevamente para su expulsión.
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero pasado, Donald Trump ha reforzado su política de "deportaciones exprés", ampliando los acuerdos con países africanos que acepten recibir migrantes de terceros países.
La medida, avalada por la Corte Suprema estadounidense en junio, ha sido duramente criticada por grupos de derechos humanos, que denuncian la falta de garantías jurídicas y la opacidad de los pactos bilaterales.
En Esuatini, el jamaicano deportado con Mosquera fue repatriado a su país en septiembre, pero el resto del grupo continúa preso. Las autoridades locales reconocieron este mes la llegada de once nuevos migrantes procedentes de Estados Unidos bajo el mismo esquema de cooperación.
La vida tras las rejas
En Matsapha, los deportados permanecen aislados del resto de la población penitenciaria, según fuentes consultadas por medios africanos. Se desconoce si reciben atención consular o si la embajada de Cuba en Sudáfrica ha intervenido en el caso.
Amnistía Internacional ha solicitado que se garantice acceso legal y médico inmediato, mientras que tres organizaciones civiles de África austral interpusieron en agosto un recurso judicial contra el acuerdo migratorio con Washington, alegando que sus términos permanecen secretos incluso para el Parlamento suazi.
Un país desconocido en el mapa
Pese a su reducido tamaño, Esuatini enfrenta una de las tasas de VIH más altas del mundo y depende económicamente de Sudáfrica. La mayoría de su población vive de la agricultura de subsistencia, y su sistema político —basado en la monarquía hereditaria— ha sido criticado por reprimir manifestaciones y restringir la prensa.
Ahora, este pequeño país aparece en los titulares por razones inesperadas: la deportación de un ciudadano cubano que nunca había estado allí y que hoy, debilitado por una huelga de hambre, se ha convertido en símbolo de una política migratoria sin fronteras.