De Santiago a Carolina del Norte: Leonor Corsino se impone en el liderazgo de la Universidad Duke
Actualmente es decana asociada de asuntos estudiantiles de la escuela de medicina de Duke, cargo que por primera vez es ocupado por una extranjera, latina y dominicana

A pesar del rechazo por ser extranjera y de enfrentar obstáculos como el idioma, la doctora dominicana Leonor Corsino logró hacerse un espacio en la Duke University, ubicada en Carolina del Norte y considerada una de las mejores universidades privadas de los Estados Unidos, un hito que despierta su orgullo y agradecimiento a meses de cumplir dos décadas allí.
"Nunca en mi vida, nunca, me imaginé que iba a llegar aquí", dice la doctora oriunda de Santiago al ser preguntada sobre lo que siente al mirar hacia atrás desde su escritorio como decana asociada de asuntos estudiantiles de la escuela de medicina, cargo que por primera vez es ocupado por una extranjera, latina y dominicana.
Como decana, cargo que asumió en 2020, Corsino acompaña a los estudiantes de medicina desde su ingreso a la escuela hasta su graduación, sirviéndoles de consejera. Actualmente trabaja con 130 estudiantes. Este rol lo combina con sus funciones como directora asociada de la Maestría en Ciencias Biomédicas, atención médica a pacientes e investigaciones clínicas.
Graduada de Medicina en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm), Corsino viajó a Estados Unidos en 2002, después de vivir un año en Puerto Rico.
En la Universidad Estatal Wayne, en Míchigan, cursó su residencia interna, donde permaneció cuatro años, y en 2006 se trasladó a Carolina del Norte tras postularse como becaria de endocrinología por recomendación de su mentor.
Aunque mostró resistencia a postularse a la vacante, sobre todo por miedo a ser rechazada por ser extranjera y haber estudiado medicina en otro país, la doctora dominicana recuerda que su mentor la animó a aplicar, confiando en el potencial que veía en ella.
Así acudió finalmente a la entrevista que la llevaría por casi 20 años a la costa este de Estados Unidos.
- Su primer nombramiento como profesora en Duke llegó dos años después de trasladarse a Carolina del Norte: en julio de 2009 fue designada instructora médica; en 2012, profesora adjunta; en 2017, profesora asociada; y en 2021 se convirtió en profesora titular.
"Por obra y gracias de Dios, le caí bien a las personas; no les importó que me hubiera graduado en la República Dominicana y me ofrecieron la oportunidad de venir en 2006 y hacer lo que era mi especialidad: endocrinología", señala.
En Duke, Corsino ha tenido la oportunidad de desarrollar su pasión por la investigación clínica, que junto con cursar su especialidad, fueron las razones que la llevaron a migrar. La doctora dominicana ha realizado decenas de publicaciones originales, artículos revisados y libros de su autoría, siendo la diabetes el tema central de sus investigaciones.
Origen
Leonor Corsino es la menor de seis hermanos y la única de su familia que vive en Estados Unidos. Se graduó de la universidad en 1999 y, en 2001, ya realizaba su pasantía en Puerto Rico.
Durante gran parte de su adolescencia hasta la culminación de sus años de universidad, ella y su familia vivieron en los Cerros de Gurabo, Santiago, pero sus dos padres nacieron y se criaron en el Ensache Libertad, un barrio en el centro de Santiago.
En su conversación con Diario Libre, la doctora destaca con orgullo los orígenes humildes de su familia, los cuales no supusieron un impedimento para sus padres, quienes, a base de estudio, lograron superarse y dejaron a sus hijos la herencia de la educación y el trabajo honrado.
Su padre, Damián Corsino, hijo de una señora que planchaba en casas de "adinerados" y de un herrero, logró graduarse y cursar una maestría en Estados Unidos.
Allí, un ejemplar de su libro Identidad Nacional descansa en uno de los estantes del Congreso estadounidense. Además, fue el primero en fundar una cooperativa de sindicato en Santiago.
Por su parte, su madre, hija de una profesora y un taxista, logró graduarse en Derecho después de dar a luz a sus hijos y, posteriormente, fundó la organización Renovación de los Encarcelados (REEN) junto a la Iglesia Católica, que brindaba servicios legales gratuitos a los presos que no contaban con abogado.
Esta historia es la que hace que Corsino considere que su llegada a Duke sea producto de la intervención divina. "Todos los días me levanto y digo: ´Dios mío, gracias por esta bendición tan grande´. Porque si te pones a pensar de dónde vengo yo, de dónde viene mi papá, llegar aquí no es algo que pase simplemente; Dios tuvo que poner su mano".
No obstante, la dominicana reconoce el poder de prepararse y estudiar para estar listas ante las oportunidades, recordando las palabras de su padre: "La educación es la puerta que abre muchas otras puertas, y con educación y trabajo honrado uno puede lograr muchas cosas", un conocimiento que trata de transmitir a sus estudiantes.
Además, la posición que ostenta hoy fue producto de "mucho trabajo duro", sobre todo para demostrar que merecía estar donde estaba, mientras sus compañeros la señalaban, ya sea por su título de una universidad no reconocida en la vida académica estadounidense o por un acento que, a todas luces, pertenecía a una extranjera.
"Todo eso, para algunas personas, representa una limitante, pero yo trato de ignorarlo porque sé el trabajo que he hecho para llegar aquí. Nadie me lo ha dado. Todo lo que he hecho, lo he hecho porque he trabajado duro para lograrlo", insiste.
Una mano amiga
Cuando Corsino llegó a Duke, la población latina en la universidad, fundada en 1838, era de apenas un 2 %. Actualmente ha aumentado entre 10 y 12 %, un cambio que atribuye a un trabajo de promoción y apoyo a los estudiantes para evitar la exclusión y la deserción, proceso en el que se vio involucrada desde su llegada.
Para la dominicana, era importante que estos jóvenes, que pasaban de un ambiente en el que eran el primer latino o el primero de su familia en llegar a la universidad, a otro en el que los estudiantes provenían de generaciones de médicos y familias acomodadas, se sintieran incluidos y se mantuvieran hasta graduarse.
"Puse mucho énfasis en ayudarlos a navegar un sistema que, para muchos, es muy diferente de donde ellos vienen... para que no se sintieran aislados y pudieran seguir adelante a pesar de estar en un ambiente en el que quizás no se sentían cómodos", dice Corsino sobre su trabajo con la Asociación de Estudiantes Latinos de Duke.
Actualmente, Corsino trabaja con dos dominicanos que llegaron después de ella, mientras que en la facultad de medicina hay al menos cinco estudiantes con herencia dominicana, incluidos dos que ingresaron en el último año.
A pesar de los años fuera de su patria, la doctora Corsino exhibe su dominicanidad con orgullo y expresa que su objetivo es que, al escuchar su nacionalidad, la gente la asocie con cosas buenas y positivas, una parte de su identidad que la acompaña en el ejercicio de sus funciones.
"Yo trato de ayudar a todo el que está a mi alrededor; si puedo y está dentro de mi capacidad, busco la manera de ayudar al otro. Y creo que eso es algo que nos identifica a los latinos: el servicio y el apoyo a los demás", explica.
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