VIDEO | Johan Reyes: "Creo que, aunque no se vea clara la meta, hay que seguir dando pasos hacia adelante"
El joven contrabajista dominicano se convierte en el primer estudiante del país admitido en la Escuela Superior de Música Reina Sofía de Madrid
Johan Reyes es uno de esos jóvenes que no se rinden cuando encuentran un obstáculo en su camino. Su viaje en la música comenzó a temprana edad, y hoy celebra la concreción de uno de sus mayores sueños: estudiar en la Escuela Superior de Música Reina Sofía (Esmrs), en Madrid, España, una de las instituciones más prestigiosas del mundo, donde se ha convertido en el primer dominicano en ser admitido.
Allí obtuvo una beca para perfeccionar su dominio del contrabajo y ampliar sus horizontes, gracias a un acuerdo entre el centro de estudios y la Fundación Sinfonía. Sin embargo, su ingreso no fue automático: debió someterse a un riguroso proceso de audiciones y pruebas en el que compitió con cientos de aspirantes de distintas partes del mundo.
Reyes sacó un tiempo para compartir con Diario Libre lo que ha representado la beca para formarse en la referida institución académica.
Fundada en 1991 bajo el auspicio de Su Majestad la Reina Sofía y dirigida por Paloma O´ Shea, la Esmrs cuenta con un claustro de destacados solistas y directores internacionales. Cada año, menos de 150 alumnos de más de 30 países logran ser seleccionados para sus cátedras instrumentales.
—¿Cómo fue el proceso hasta lograr la admisión en la Reina Sofía?
Sí, la audición fue difícil, en realidad. Yo apliqué de nuevo al Reina Sofía porque ya ellos me conocían; había participado y audicionado hace unos años, pero no logré una plaza. Se presentan muchas personas de diferentes países, y las audiciones siempre son muy exigentes. En total, hay ocho plazas de contrabajo, pero no todas se vacían cada año; uno se va después de cuatro años y entra otro. Así que a veces se compite por una, dos o tres plazas, dependiendo del año.
El año pasado solo había una y la ganó una muchacha muy buena que ahora estudia conmigo. Ellos habían quedado complacidos con mi audición anterior y me ofrecieron la posibilidad de entrar si se abría una plaza, pero no ocurrió.
Este año la Fundación Sinfonía vino a Madrid, habló con la escuela y mencionaron mi nombre. Luego contactaron a mi madre y le informaron que me enviarían a audicionar de nuevo.
Pude tomar clases con el profesor Toni —Antonio García Araque—, principal de la Orquesta Nacional de España. Fueron clases virtuales primero; luego él vino a la República Dominicana en febrero, y yo fui en marzo.
La audición fue complicada; vinieron muchos europeos: portugueses, italianos y españoles. Gracias a Dios logré una plaza este año, y ahora mismo creo que soy el único latinoamericano en el departamento de contrabajo.
—¿Eres el primer dominicano admitido?
Sí, me lo dijeron. Soy el primer dominicano en lograr entrar a la escuela. Sé que han venido otros, pero el que logró la admisión fui yo.
—¿Te genera presión este logro?
La escuela es muy exigente. Vengo de una formación distinta a la española, y aquí el antiguo profesor de contrabajo fue Ludwig Streicher, una leyenda del instrumento. Su técnica es la que se utiliza actualmente, y tuve que adaptarme a ella.
hasta la manera de sostener el arco; parece algo pequeño, pero con la memoria muscular es muy difícil. Preparé ese cambio en un solo mes antes de la audición. En España se utiliza mucho el agarre Streicher; tuve que aprenderlo rápido.
—¿Cómo fue el proceso de selección?
Primero hay que enviar un video con dos conciertos acompañados, que evalúan en la escuela. De esos videos seleccionan a los mejores. Si no dan la talla, no los llaman. Solo invitan a los que tienen posibilidades reales de pasar la segunda prueba.
Después se viaja a Madrid para audicionar en persona. Allí evalúan no solo los errores, sino también la interpretación, la técnica y la comprensión histórica de las partituras.
—¿Qué implica esta admisión en términos económicos y de tiempo?
La escuela acepta pocas personas, unas 140 o 150 plazas. La mayoría entra becada por la Fundación Albéniz, que cubre parte del costo junto con la Fundación Sinfonía. Sinfonía otorga 15,000 euros y Albéniz 45,000, sumando 60,000 euros anuales.
Los estudios duran cuatro años, renovables cada año. Además, existe la beca Magazine, que otorga 1,500 euros mensuales a los latinoamericanos que logran entrar. Todavía no ha abierto, pero espero contar con ella pronto.
—¿Qué opinas de la alianza entre la Fundación Sinfonía y la Reina Sofía?
Es algo muy positivo. En la República Dominicana hay mucho talento, pero no estamos tan vinculados al mundo de la música clásica. Tenemos una sola orquesta sinfónica nacional y pocas orquestas en general. Fundación Sinfonía nos ayuda a salir adelante, a estudiar fuera, y eso beneficia tanto al país como a nosotros como artistas.
—¿Qué mensaje das a los jóvenes que sueñan con la música?
Creo que, aunque no se vea clara la meta, hay que seguir dando pasos hacia adelante. Uno nunca sabe cuándo llegará una oportunidad. El día que Fundación Sinfonía llamó a mi madre fue un día normal, y de repente todo cambió. Aunque el futuro es incierto, siempre se logra algo si se sigue caminando.
—¿Cómo fueron tus inicios en las orquestas dominicanas?
Siempre fue divertido, porque cuando haces lo que te gusta, disfrutas. Me encantaba tocar en orquesta, sentir la música junto a los compañeros. No es lo mismo escuchar que tocar; son experiencias muy distintas.
—¿Cómo llegaste al contrabajo?
No, para nada. Cuando tenía once años tocaba guitarra. Mis padres y hermanos son músicos y querían que yo me dedicara a la música. Estaban indecisos entre fagot, corno francés o contrabajo. Mi hermana, violinista, sugirió el contrabajo, y yo ni sabía qué era. Comencé en la Fundación Fiesta Clásica, donde me mostraron el instrumento. Era enorme. Al principio no me gustaba mucho, pero después de una o dos semanas es lo único que quería tocar.
—¿Qué esperas de esta nueva etapa?
Espero que estos cuatro años de formación me permitan seguir creciendo para representar dignamente a mi país en cualquier escenario donde la música me lleve.

Nacido en Santo Domingo el 15 de marzo de 2004, Johan Reyes es un joven contrabajista dominicano que se perfila como una de las mayores promesas de la música clásica del Caribe.
Formado en Fiesta Clásica, el Conservatorio Nacional de Música y la Academia Appassionato, ha sido primer contrabajo de importantes orquestas juveniles, entre ellas la Sinfónica Nacional Juvenil y la Filarmónica Appassionato.
En 2022, obtuvo el BritchamDR Young Musician of the Caribbean Award (YMoCA), lo que le permitió presentarse en Londres y ser considerado por el Royal Conservatoire of Scotland.