El proyecto de vida
Todos necesitamos tener una pasión que vaya más allá de los estándares que nos imponen.

Hace unas semanas inicié un nuevo proyecto: una serie de charlas dirigidas a adolescentes.
Parte del contenido gira en torno a ese viaje tan propio, temido y tan desafiante que es preguntarnos ¿quién soy?, ¿qué quiero hacer con mi vida?, ¿cuáles son mis metas?, ¿qué quiero en realidad para mi futuro?
En una de las sesiones, mientras conversaba con un grupo de unos 17 chicos entre 13 y 17 años, les dije:
- "Planificar tu vida no implica que lo tengas todo resuelto. Se trata más de aclarar las ideas sobre lo que quieres lograr par poder planear cómo hacerlo. No se preocupen si ahora mismo no tienen todas respuestas. No es algo que ocurre de un día para otro, pero sí es algo en lo que vale la pena trabajar, porque muchas personas llegan a la adultez sin tener idea de lo que realmente quieren hacer con su vida".
No podría describir las caras de sorpresa que ocasioné. ¿Se puede llegar a adulto sin saber qué quiero hacer con mi vida? Para mí, fue un momento tan divertido como revelador.
Mientras yo afirmaba que sí, que es más común de lo que imaginan, ellos sostenían esa expresión de incredulidad que solo a los "diecitantos" somos capaces de poner.
Al llegar a casa, seguí pensando en lo frecuente que es encontrarme en consulta con adultos que no saben cómo enfrentar la pregunta: ¿qué quieres? Y no me refiero a lo básico.
Los pequeños pasos
¿Y nuestro proyecto de vida?

La mayoría responderíamos "dinero". Pero entonces pregunto: Bien, imagina que ya lo tienes. ¿Para qué? ¿Qué te permitiría sentir plenitud si todas tus necesidades esenciales amanecieran resueltas mañana?
Cuando quitamos de la ecuación lo que nos han enseñado como "necesario", estabilidad económica, seguridad, trabajo, muchas veces descubrimos que dejamos nuestro proyecto de vida en pausa buscando cosas que nunca fueron el objetivo. He escuchado innumerables veces frases como: "Yo vivo por mis hijos" o "Mi razón de ser es mi familia".
Y sí, la familia es valiosa y tú eres parte de ella. Pero déjame decirlo con claridad: también eres un ser independiente, único, irrepetible. Una existencia mágica y caótica que ocurre solo una vez.
Y eso, cariño mío, merece un propósito propio. Uno que sea tuyo, más allá de cualquier vínculo, por más importante que sea.
Pensemos en algo sencillo: Si tus hijos son tu vida, y has dedicado todo a ellos, lo más maravilloso que podría pasarte es verlos volar, crear su propio mundo, su propio proyecto.
Entonces, cuando llegue ese inevitable "nido vacío", ¿cuál será tu proyecto?, ¿qué quieres?
Aclaro: no digo que esté mal dedicarte a tu familia o a lo que hoy esté demandando de tu energía. Lo que digo es que también necesitas esa cosa profundamente tuya por la que luchar. Algo que, cuando lo encuentras, le cambia el significado a todo.
He tenido profesionales exitosos frente a mí, enterrados en el sofá de la consulta diciéndome algo como: "Finalmente tengo todo resuelto, pero ahora no sé qué hacer".
Y esa frase, repetida en tantas bocas distintas, me ha enseñado la importancia de tener una pasión que vaya más allá de los estándares que nos imponen. No importa cuál sea. Lo esencial es que sea tuya. Algo que haga que quieras tener todo resuelto para dedicarle más tiempo.
Y deseo sinceramente que, cuando lo encuentres, sientas la misma emoción que siente un adolescente cuando proyecta su futuro: esa sensación de que todo es posible, esa certeza luminosa de que el esfuerzo vale por completo la pena.
Deja que tu mente hable en voz alta.

Linandra Javier