El latido de los libros
Irene Vallejo y José Mármol conversan sobre el poder de la palabra

El festival Mar de Palabras, con la colaboración de UNAPEC y el Centro León, nos brinda esta semana la oportunidad de participar en una conversación entre la escritora Irene Vallejo y el poeta José Mármol. El título no puede ser más sugerente: «El poder de la palabra contra la palabra del poder».
Irene Vallejo saltó a la fama con la publicación de El infinito en un junco, reconocido en España en 2020 con el Premio Nacional de Ensayo.
Y, aunque en el mundo de los libros ese salto a la fama suele ser siempre una expresión desiderativa y francamente optimista, en el caso de Vallejo es una brillante realidad.
Su obra, aclamada por lectores de todo el mundo (ha sido traducida a más de cuarenta idiomas), le ha traído notoriedad y reconocimiento, logros raros para la mayoría de los escritores.
En El infinito en un junco Irene Vallejo nos guía en un periplo extraordinario por la peripecia del libro. Y todo nos lo dice este adjetivo. Vallejo nos recuerda que el libro, que tantas veces damos por supuesto por su cotidianeidad y cercanía, no tiene nada de ordinario, que atesora una historia digna de memoria.
Un camino sorprendente
Nada de esto sería tan nuevo ni tan provocador ni habría tenido la repercusión que ha tenido, si el estilo de Irene Vallejo no hubiera logrado prender la mecha.
Leí El infinito en un junco hace ya casi cinco años, gracias a la recomendación de mi admirado Emilio Lledó (¡cuánto bien nos hacen esos lectores confiables que recomiendan libros!). Y creo que, varias relecturas después, he llegado a atisbar las razones por las que ese estilo Vallejo fascina a los lectores.
Vallejo nos habla de los años de trabajo de investigación y documentación que le hicieron falta para remontarse a las fuentes de la vida de la escritura y del libro; y también de cómo los datos fueron tomando, casi imperceptiblemente, forma de relato: «Siento la tentación de entrar en la piel de los buscadores de libros en los caminos de una Europa antigua, violenta y convulsa. ¿Y si empiezo narrando su viaje? Podría funcionar, pero ¿cómo mantener diferenciado el esqueleto de los datos bajo el músculo y la sangre de la imaginación?».
Y ahí está, para mí, la clave de su éxito: en su escritura sentimos la fuerza del músculo y el palpitar de la sangre de la imaginación, y olvidamos que detrás está el soporte del esqueleto de los datos y de la investigación.
Para lograr que nos involucremos emocionalmente en la carne de la historia Irene Vallejo nos la trae al presente, nos la acerca a nuestro tiempo.
Para lograr que la emoción que ella misma siente por los libros y las palabras nos transmine, nos acerca a ella misma, se aproxima a nosotros y nos susurra al oído.
Para lograr que la historia se transforme en relato nos la narra como aquellos hermosos cuentos tradicionales al amor de la lumbre: «Este relato es un intento de continuar la aventura de aquellos cazadores de libros. Quisiera ser, de alguna manera, su improbable compañera de viaje, al acecho de manuscritos perdidos, historias desconocidas y voces a punto de enmudecer».

María José Rincón