¿Cómo impacta la bondad en la salud de nuestro cerebro?
Practicar la compasión expande el corazón, fomenta la compresión, la colaboración y la confianza

Hay actos simples con poder para impactar nuestro bienestar físico y mental, y las manifestaciones de bondad son uno de ellos, según demuestra la ciencia. Ceder el paso, abrir una puerta a otro, ofrecer una sonrisa o un abrazo, una palabra amable nos conecta positivamente con los demás.
Las investigaciones demuestran que pequeños o grandes actos de bondad reducen la depresión y la ansiedad, y abren un espacio a la gratitud y la felicidad. Tyler VanderWeele, codirector de la Iniciativa sobre Salud, Espiritualidad y Religión T.H. Chan, de Harvard, dice al respecto:
"Si actúas con bondad hacia otra persona se produce un efecto contagioso", un efecto dominó que a la larga trae felicidad y la sensación de compromiso con la vida.
La bondad, unida a temas como la gratitud y el perdón se han convertido en objeto de investigación gracias al movimiento de la psicología positiva que desde finales de la década del 90 se ha centrado en analizar los efectos de las experiencias, las emociones y los rasgos positivos de las personas.

La bondad incluso ha sido agendada con una fecha especial y se celebra cada 13 de noviembre.
La Fundación Ecológica Emocional define la bondad como la capacidad de ser sensible a toda forma de vida, de cuidar y cultivar la ternura, la gratitud y trabajar por una cultura de paz.
Los ingredientes que componen el cóctel de la bondad combina la generosidad, la ayuda a los demás y el altruismo. Practicar la bondad en la vida cotidiana con pequeños gestos expande el corazón, fomenta la comprensión, la colaboración y la confianza.
Parafraseando al Dalai Lama: "Se bondadoso siempre que sea posible. Siempre es posible".
La Madre Teresa instó a hacer "pequeñas cosas con amor", y en nuestra cotidianidad eso puede ser reducir la agresividad, dar el paso a otro, al peatón en nuestro tránsito caótico, auxiliar a los ancianos, a los enfermos, hablar con un vecino, hacer trabajo voluntario, ayudar a un compañero de labores.
La felicidad, un estado que nos hace bien
El científico Richard J. Davidson sostiene que la bondad es la base de un cerebro sano. Y que, si el altruismo y la cooperación nos permitieron sobrevivir como especie, ser más solidarios debería ser un ejercicio diario y cada vez más consciente.
Señala que "estimular la ternura en los niños y adolescentes mejora su bienestar emocional, su salud y sus resultados académicos".
Queda claro que el ejercicio de la bondad y el mejor rendimiento del cerebro están relacionados íntimamente, estudios realizados lo respaldan.
Daniel Goleman, divulgador científico, sostiene que una de las emociones más intensas para nuestro cerebro es la compasión. "Todo el sistema límbico reverbera en múltiples conexiones cuando la practicamos".
Los expertos aseguran que la bondad es un instinto heredado que enseñó a nuestros antepasados que no sobrevive el más fuerte, sino el que dispone de una mejor red de apoyo.
Mantener el cuerpo y la mente activos.
Ser amables con los demás.
Cuidar la salud propia.
Mostrar generosidad con quienes nos rodean.
Participar en clubes o desarrollar aficiones.
Practicar deporte.
Tener fe en algo y ponerlo en práctica.
Relacionarse con compañeros fuera del ámbito laboral.
Pasar tiempo en la naturaleza.
Retribuir lo positivo que se recibe.
¿Cómo actúa la bondad en nuestro cerebro?
La bondad tiene un impacto positivo en la salud del cerebro ya que libera hormonas como la oxitocina, dopamina y serotonina que mejoran el estado de ánimo, reducen el estrés y fomentan una sensación de bienestar.
De ahí que los actos de bondad activan los centros de recompensa del cerebro, crean un sentimiento de euforia en quien lo realiza, como resultado, puede mejorar la salud mental, aumentar la felicidad y fortalecer el sistema inmunológico.

Norys Sánchez