Boro (Boron): ¿qué sabemos y qué es prudente recomendar?
La dirección del efecto es favorable, pero los tamaños muestrales, la corta duración y el financiamiento limitan la certeza

El boro (boron) es un oligoelemento presente sobre todo en alimentos de origen vegetal.
En humanos no se reconoce formalmente como "esencial", pero actúa como modulador de rutas relacionadas con el metabolismo mineral (vitamina D, calcio y magnesio) y con procesos inflamatorios.
La mayoría del boro ingerido se absorbe bien y se elimina por orina; las ingestas habituales en adultos rondan 1–3 mg/día y, aunque no existe una RDA específica, distintos paneles establecen un límite superior tolerable (UL) de 20 mg/día para evitar efectos adversos.
En salud ósea, los datos humanos provienen sobre todo de estudios metabólicos controlados con pocas participantes.
¿Vale la pena suplementar la vitamina B6?
Los beneficios
En mujeres posmenopáusicas, añadir 3 mg/día de boro sobre dietas controladas redujo la excreción urinaria de calcio y magnesio y mostró cambios compatibles con mayor disponibilidad de vitamina D activa; estos hallazgos apoyan un papel "ahorrador" de minerales y un posible efecto coadyuvante sobre el hueso.
No obstante, faltan ensayos grandes que demuestren incremento clínicamente relevante de la densidad mineral ósea o menos fracturas; por ahora, el beneficio es biomarcador-centrado.
Respecto a inflamación y dolor articular, la señal clínica más consistente viene de ensayos pequeños con calcium fructoborate (CFB) en personas con osteoartritis o dolor de rodilla.
En un estudio doble ciego, 30 días de CFB redujeron PCR y citocinas proinflamatorias frente a placebo, junto a mejoras de síntomas; otros ensayos cortos (7–14 días) describen disminuciones modestas de dolor y rigidez.
La dirección del efecto es favorable, pero los tamaños muestrales, la corta duración y el financiamiento limitan la certeza por lo que se necesitan otros estudios independientes y más largos para cambiar guías.
En función cognitiva, series experimentales clásicas compararon dietas bajas en boro con ingestas adecuadas y observaron peor desempeño en atención, velocidad motora y EEG con la deprivación, mejorando al normalizar la ingesta.
Estos trabajos sugieren que el boro contribuye a la neurofunción óptima, aunque no demuestran que suplementar por encima de la ingesta normal mejore la cognición en población general.
En cuanto a seguridad, los efectos adversos de la suplementación suelen ser gastrointestinales (náusea, diarrea) o cutáneos a dosis altas.
Embarazo y lactancia son escenarios donde se desaconseja suplementar sin indicación clínica; en enfermedad renal, la acumulación potencial obliga a prudencia.
A nivel regulatorio y toxicológico, la EFSA reevaluó compuestos borados y, aunque no halló señales de genotoxicidad relevantes a exposiciones alimentarias, respalda los márgenes de ingesta seguros y la vigilancia de la exposición total (alimentos + suplementos).
¿Fuentes dietarias? El boro se concentra en frutas (manzana, pera, uvas, ciruelas pasas, aguacate), frutos secos y semillas (almendras, avellanas), legumbres, granos integrales y verduras (brásicas, zanahoria); también aparece en bebidas como café y vino.
El contenido varía según el suelo y el agua de cultivo, por lo que los patrones alimentarios ricos en plantas suelen cubrir fácilmente 1–3 mg/día sin suplementos.
Las recomendaciones
¿Qué es prudente recomendar hoy? priorizar una dieta basada en plantas para asegurar la ingesta fisiológica (1–3 mg/día).
Considerar suplementos bajos (1–3 mg/día) a corto plazo en contextos seleccionados (p. ej., dolor articular leve dentro de un manejo integral, dietas muy pobres en vegetales), siempre como coadyuvantes y con reevaluación clínica pues no hay base para suplementación universal.
Mantener vitamina D adecuada, entrenamiento de fuerza y control de peso sigue siendo la estrategia con mayor impacto en hueso y articulaciones.

Erika Pérez Lara