¿Son realmente seguras las proteínas en polvo que usamos a diario?
¿Estamos utilizando una herramienta que va en contra de los mismos principios que promovemos?

(SHUTTERSTOCK)
Durante años en nutrición se ha insistido en que un estilo de vida saludable debe basarse en alimentos reales y evitar los ultraprocesados.
Sin embargo, muchas de las personas que siguen esta filosofía consumen diariamente proteínas en polvo, un producto que precisamente se clasifica como ultraprocesado.
Esta aparente contradicción abre un debate necesario: ¿estamos utilizando una herramienta que va en contra de los mismos principios que promovemos?
La Clasificación NOVA, sistema ampliamente usado en investigación nutricional, agrupa los alimentos según su grado de procesamiento en cuatro categorías.
- El grupo número uno incluye alimentos sin procesar o mínimamente procesados como frutas, vegetales, carnes o leche.
- El segundo agrupa ingredientes culinarios procesados como aceites o azúcar.
- El tercer grupo corresponde a alimentos procesados como quesos o panes simples.
- Finalmente, el grupo cuatro integra a los ultraprocesados, productos industriales con múltiples etapas de refinamiento, pérdida de la matriz alimentaria original y la presencia de aditivos para mejorar sabor, textura, vida útil y solubilidad.
Las proteínas en polvo pertenecen a este último grupo debido a los procesos utilizados para concentrar o aislar la proteína del suero de leche, del arroz o de las legumbres, así como por la posterior adición de saborizantes, edulcorantes y otros excipientes.
Ahora bien, que se clasifiquen como ultraprocesadas no implica automáticamente que sean dañinas o contraproducentes. Mientras la mayoría de los ultraprocesados desplaza alimentos nutritivos y favorece un exceso energético, las proteínas en polvo han demostrado utilidad clínica en contextos específicos.
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La función de la proteína en polvo
Pueden mejorar la síntesis muscular en adultos mayores con riesgo de sarcopenia, favorecer la recuperación tras el ejercicio, servir como soporte nutricional en pacientes con baja ingesta proteica o facilitar un adecuado consumo de aminoácidos esenciales en dietas vegetarianas o veganas.
Es decir, su función no es reemplazar alimentos reales sino complementar una alimentación que por sí sola no cubre los requerimientos.
El mayor punto de vigilancia no radica únicamente en el procesamiento, sino en la seguridad respecto a contaminantes. Estudios independientes como los de ´Clean Label Project´ han identificado la presencia de metales pesados, especialmente plomo, arsénico y cadmio, en algunas proteínas comerciales, con mayor frecuencia en aquellas de origen vegetal.
Esto se debe a la capacidad de las plantas para absorber metales del suelo y el agua. Las proteínas de suero (whey protein en inglés) tienden a presentar concentraciones más bajas, aunque ninguna categoría está completamente exenta.
La exposición crónica a plomo, incluso en pequeñas cantidades, puede generar efectos negativos en la salud neurológica, renal, reproductiva y hematológica, por lo que resulta imprescindible asegurar un control de calidad riguroso.
Las proteínas en polvo son ultraprocesadas, pero pueden ser coherentes con un estilo de vida saludable cuando se seleccionan adecuadamente, se utilizan con criterio clínico y no sustituyen alimentos ricos en nutrientes.
Su aporte se justifica cuando existe un objetivo nutricional claro y se respeta que la base de la alimentación humana continúa siendo lo que proviene de la tierra, del mar o de los animales, y no únicamente del procesamiento industrial.

 Erika Pérez Lara
Erika Pérez Lara Erika Pérez Lara
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