Encantos argentinos para los dominicanos
El país del suramericano seduce con su cultura, gastronomía legendaria y paisajes

Buenos Aires recibe con su elegancia porteña y Bariloche despide con el encanto frío de la Patagonia. Entre ambos extremos, Argentina se revela como un país de contrastes y emociones intensas, donde el arte se baila, la literatura se respira y la gastronomía se convierte en un rito compartido.
Hoy, más dominicanos pueden disfrutar esta vivencia gracias a la flexibilización de los requisitos de ingreso: basta con tener una visa estadounidense o tramitar la argentina, ya sin necesidad de la Autorización Electrónica de Viaje (AVE).
Las autoridades del país suramericano apuestan por conquistar al Caribe con una oferta que une cultura, naturaleza, sabores y hospitalidad.
En la Feria Internacional de Turismo (FIT), quedó claro que Argentina es una nación de paisajes diversos: la ciudad que vibra al ritmo del bandoneón, el norte colorido de quebradas y viñedos, y el sur de lagos y montañas que inspiran calma y asombro.
Buenos Aires: elegancia, arte y pasión
La capital argentina enamora desde el primer paseo. Cosmopolita y vibrante, combina el espíritu europeo con una energía latinoamericana que late en cada esquina. El tango, la arquitectura monumental, los cafés históricos y los parques arbolados hacen de Buenos Aires una ciudad única.
Entre sus grandes joyas está el Teatro Colón, considerado el de mejor acústica del mundo. Su sala principal, coronada por una cúpula ornamentada, ofrece una perfección sonora que lo convierte en templo del arte y orgullo nacional.
Otra parada imprescindible es El Ateneo Grand Splendid, una librería instalada en un antiguo teatro que conserva su esplendor original. Leer bajo la cúpula dorada o disfrutar un café en su escenario transformado en librería es una experiencia que funde historia y modernidad.
El recorrido continúa por los adoquines coloridos de La Boca, con su emblemático Caminito; los anticuarios de San Telmo, los reflejos modernos de Puerto Madero y la solemnidad histórica de la Plaza de Mayo.
Cuando cae la noche, el espectáculo Rojo Tango, en el Faena Hotel, combina música, danza y gastronomía contemporánea en una puesta íntima que resume la pasión argentina.
Hablar de Argentina también es hablar de su mesa. El ojo de bife, jugoso y tierno, simboliza su cultura gastronómica, aunque las empanadas, los choripanes y las milanesas también ocupan un lugar privilegiado.
Comer es un acto social, casi ceremonial, donde el vino y la conversación fluyen al mismo ritmo. Y para los más golosos, los alfajores, el dulce de leche y los helados de inspiración italiana coronan el viaje con dulzura.
Bariloche: el sur que deslumbra
A dos horas de vuelo desde Buenos Aires, San Carlos de Bariloche abre la puerta a la Patagonia argentina. Rodeada por montañas y lagos de un azul profundo, es un destino que combina aventura, descanso y paisajes de ensueño.
En octubre, el clima sigue siendo frío, pero sin nieve en las calles; esta se aprecia en lo alto de los picos que rodean la ciudad, creando un contraste majestuoso con el verde de los bosques y el azul de las aguas.
El Circuito Chico, con vistas desde el cerro Campanario y el mirador de Bahía López, regala postales inolvidables.

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La Colonia Suiza, con su ambiente de aldea alpina y sus aromas a chocolate, añade un toque pintoresco.
Las cabalgatas por La Estepa patagónica permiten adentrarse en la inmensidad del paisaje, y los paseos en velero por el Lago Nahuel Huapi, con los anfitriones de Sailingtourspirit, muestran los tonos verdeazulados del agua y el silencio sereno del entorno.
Entre las vivencias más singulares está Ice Bariloche, un bar de hielo que funciona casi todo el año y ofrece una propuesta divertida para quienes disfrutan explorar algo distinto
Así, desde la sofisticación de Buenos Aires hasta la naturaleza majestuosa de Bariloche, Argentina despliega razones de sobra para seducir a los dominicanos que disfrutan de unas vacaciones en un clima invernal abrigado con cumbres nevadas. Que conste que octubre es parte del inicio de la primavera argentina.
Un país donde cada paso invita a descubrir, cada sabor deja huella y cada rincón parece contar una historia distinta, hecha de cultura, pasión y hospitalidad.