El lado humano detrás de los 2,500 corredores de la CLX Night Run
El movimiento deportivo se extendió por Wynwood Park y varias arterias de Valencia, España
Diario Libre
La noche de la CLX Night Run tuvo algo que no se captura solo en cifras. Dos mil quinientos corredores registrados en la cuarta edición del evento y más de ocho mil personas presentes entre público, atletas y acompañantes, y figuras de la prensa rosa española.
Este movimiento deportivo se extendió por Wynwood Park y varias arterias de Valencia. Pero detrás de ese número hay historias silenciosas que se entrelazan con el sonido de las pisadas sobre el asfalto.
Los robots Neo y Daggy captaban miradas curiosas mientras circulaban entre la zona Shine Like an Icon y los stands interactivos. En el escenario, los presentadores Carlos Domínguez y Nunu El Aridi informaban detalles logísticos con precisión, manteniendo la atención sobre horarios y recomendaciones.
En la parte delantera, los atletas élite avanzaban con absoluta concentración. Whinton Palma tomó ventaja desde temprano y sostuvo un ritmo que marcó la pauta para los demás. Detrás de él, José Daniel Gonzales no perdía la referencia.
A poca distancia, Diego Caldeira mantenía su paso de manera constante. Los tres llegaron en ese orden a la meta y marcaron tiempos oficiales de 22 minutos con 6 segundos, 22 minutos con 17 segundos y 22 minutos con 25 segundos respectivamente.
Las mujeres
En el grupo femenino, la escena fue diferente pero igual de disciplinada. Edymar Brea corrió con postura firme, concentrada, manteniendo un ritmo que pronto hizo evidente la diferencia con sus rivales. Completó el recorrido en 25 minutos con 10 segundos.
- Lantris Pérez y Magaly García llegaron después con registros de 26 minutos con 12 segundos y 26 minutos con 15 segundos. La exactitud de los tiempos reflejaba preparación y claridad en la estrategia de carrera.
Sin embargo, el corazón de la noche no estuvo solo en la competencia. También estaba en esos grupos que se movían con paso más lento. Familias que decidieron participar juntas, corredores debutantes que buscaban completar su primer objetivo, amigos que cruzaban la meta de la mano.
Cada uno dejó ver otra dimensión del evento, una que trasciende el cronómetro. En distintos puntos del recorrido, voluntarios entregaban hidratación con eficiencia. No hubo pausas prolongadas ni saturación. La dinámica fue fluida y permitió que los corredores mantuvieran el ritmo sin interrupciones.
El maratón nocturno cerró con música en vivo. Los corredores, aún con la medalla colgando en el pecho, se unieron a familiares y amigos. En ese contraste se reveló el verdadero espíritu de la CLX Night Run, un evento donde la competencia convive con la comunidad y donde cada historia, grande o pequeña, encuentra su espacio.
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