¿Cómo apoyar emocionalmente a los hijos en el regreso a clases?
Acompañar a los hijos en este proceso con herramientas adecuadas marca la diferencia entre vivir el inicio escolar con angustia o transformarlo en una experiencia de crecimiento y bienestar

El regreso a clases es también una montaña rusa de emociones. Para muchos niños y adolescentes, la adaptación a nuevas rutinas, el reencuentro con compañeros, la presión académica y el miedo a lo desconocido, puede ser fuente de estrés y ansiedad.
Sin embargo, este momento también representa una oportunidad para fortalecer la resiliencia emocional, esa capacidad que permite a los más jóvenes afrontar los cambios, superar desafíos y crecer ante las adversidades.
Así lo explica la educadora Carol García, especialista en trastornos del neurodesarrollo de @mentalmenterd, quien sostiene que acompañar a los hijos en este proceso con herramientas adecuadas marca la diferencia entre vivir el inicio escolar con angustia o transformarlo en una experiencia de crecimiento y bienestar.
Desde ansiedad hasta inseguridad
Entre las emociones más comunes al inicio del año escolar, según la especialista, se encuentran:
- Ansiedad por separación (en niños pequeños): se manifiesta a través de llanto excesivo, resistencia a entrar a clases, quejas físicas como dolor abdominal o de cabeza, y una constante búsqueda de la figura de apego.
- Inseguridad y baja autoconfianza: se evidencia en expresiones de autoexclusión como "no quiero ir" o "no sé hacerlo", y en la evasión de actividades escolares o sociales.
- Ansiedad social (en adolescentes): aparece como temor a no encajar, hipervigilancia frente a la opinión de otros, aislamiento o irritabilidad.
- Estrés académico anticipatorio: implica una preocupación excesiva por el desempeño escolar, acompañada de insomnio y dificultades para concentrarse.

¿Qué hacer?
Para acompañar emocionalmente a los hijos al inicio del año escolar, García sugiere las siguientes estrategias:
- Validación emocional: reconocer y nombrar lo que el niño siente. Por ejemplo: "Entiendo que te sientas nervioso, a muchos niños les pasa". Esto ayuda a que el niño comprenda sus emociones sin sentirse juzgado ni invalidado.
- Exposición gradual: anticipar el regreso a clases mediante visitas previas al colegio, simulacros de la rutina matutina o juegos de roles relacionados con la escuela puede reducir la ansiedad anticipatoria y familiarizar al niño con el entorno.
- Rutinas estructuradas: establecer horarios consistentes para dormir, comer y estudiar genera seguridad, reduce la incertidumbre y favorece la autorregulación emocional.
- Técnicas de autorregulación: en los más pequeños, la ansiedad puede manejarse con herramientas simples y adaptadas a su mundo. Ejercicios como respirar "inflando la barriguita como un globo", visualizar un día positivo (con juegos y amigos) o llevar un objeto de transición (como una nota cariñosa en la lonchera o un peluche pequeño en la mochila) les brindan calma y una sensación de conexión con su hogar, incluso en un entorno nuevo.
En el caso de adolescentes, aconseja:
- Espacios de escucha activa: brindar tiempo de conversación sin juicios favorece la expresión emocional y disminuye conductas de evitación.
- Fomentar la autonomía: involucrarlos en la organización de útiles, horarios y metas incrementa la autoeficacia y el sentido de control.
- Pautas de autocuidado: garantizar un patrón de sueño adecuado (8–10 horas), alimentación equilibrada y actividad física habitual regula el sistema nervioso y mejora la resiliencia emocional.
- Entrenamiento en habilidades sociales: promover la participación en actividades extracurriculares o grupales facilita la integración y reduce la ansiedad social.
"El acompañamiento emocional en el regreso a clases no busca eliminar la ansiedad, sino dotar a los niños y adolescentes de herramientas de afrontamiento adaptativas que les permitan fortalecer su capacidad de resiliencia", asegura García.
"Identificar las señales tempranas y brindar estrategias concretas desde el hogar se traduce en una transición más armónica, potenciando no solo el bienestar socioemocional, sino también el desempeño académico, concluye.