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La IA en el aula: ¿aliada escolar o atajo peligroso?

¿Cómo deben usar los estudiantes la inteligencia artificial para hacer sus tareas sin caer en la dependencia o la falta de ética? La psicóloga escolar, psicopedagoga y terapeuta de aprendizaje Leslie Amell Bogaert comparte luces sobre este nuevo reto educativo

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La IA en el aula: ¿aliada escolar o atajo peligroso?
La IA se ha convertido en la nueva "compañera de estudio" de muchos alumnos. (SHUTTERSTOCK)

Cada vez más estudiantes recurren a la inteligencia artificial para hacer tareas. ¿Pero es realmente una ayuda o un atajo que frena el aprendizaje?

Y es que la inteligencia artificial se ha convertido en la nueva "compañera de estudio" de muchos alumnos. Desde redactar resúmenes hasta resolver problemas matemáticos, estas herramientas parecen ofrecer respuestas inmediatas y fáciles.

Pero detrás de esa aparente ayuda surgen preguntas inevitables: ¿hasta qué punto usarlas es un recurso válido y cuándo se convierten en un atajo que frena el aprendizaje? ¿Cómo evitar que sustituyan el esfuerzo personal o incluso caigan en un uso poco ético?

Para Leslie Amell Bogaert, M.A., psicóloga escolar, psicopedagoga y terapeuta de aprendizaje (@Aprendiendo_rd), no hay dudas: "La IA llegó para quedarse, se trata de conocerla. Resistirse a ella es querer tapar el sol con un dedo. El problema está en cómo se utiliza".

La clave, dice, está en que se convierta en una herramienta que potencie el aprendizaje, en lugar de sabotearlo.

¿Aliada o amenaza para los profesores?

El miedo de muchos docentes es que la IA haga las tareas en lugar del alumno. Y sí, puede pasar. "Debe preocupar cuando la IA sustituye el esfuerzo cognitivo del estudiante. Si el alumno copia respuestas sin reflexión, pierde la oportunidad de ejercitar la comprensión y el pensamiento crítico", advierte Amell.

La preocupación no es menor: informes internacionales reflejan que la comprensión lectora está en descenso, y un uso inadecuado de la IA podría agravar esa brecha.

"Recordemos que informes internacionales muestran que la comprensión lectora está en descenso -España pasó de 282 puntos en 2012 a 271.9 en 2023, por debajo del promedio de la OCDE-, lo cual refleja que los estudiantes ya enfrentan retos serios para entender textos largos y profundos", cuenta Amell.

La especialista reconoce que, bien utilizada, la IA abre oportunidades para personalizar la enseñanza, ofrecer ejercicios ajustados a cada alumno y motivar a través de la gamificación. "El reto está en que sea un complemento y no un sustituto de la práctica intelectual", subraya.

Ahora bien, especifica que es papel del maestro guiar al alumno hacia el análisis y la reflexión de esta información, lo cual requiere que el docente sea creativo y plantee nuevas estrategias para fomentar el pensamiento crítico.

Por eso insiste en que el verdadero papel de la IA debe ser el de apoyo: liberar a docentes y alumnos de tareas mecánicas (como la búsqueda de recursos o la corrección de ejercicios), para dedicar más tiempo a lo esencial: análisis, creatividad y pensamiento crítico.

Entre la ayuda y la dependencia

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¿Cómo saber cuándo la IA suma y cuándo resta?

Amell lo explica con claridad: "Cuando la IA inspira ideas o facilita la comprensión, es ayuda. Pero si el estudiante depende de ella para producir textos o resolver problemas sin reflexionar, ya hablamos de dependencia. Es el mismo riesgo que ocurre con las calculadoras: útiles, pero perjudiciales si se usan antes de comprender el proceso".

Para ella, la línea se cruza en el momento en que el estudiante deja de leer, interpretar y reelaborar la información. Ahí la IA se convierte en un atajo vacío.

La especialista distingue qué tareas pueden apoyarse en IA y cuáles no deberían delegarse:

  • Adecuadas: búsqueda de información, esquemas, mapas conceptuales, traducción de textos, ejercicios de repaso o cuestionarios de autoevaluación.
  • Inadecuadas: redacción de ensayos originales, resolución de problemas matemáticos o cualquier ejercicio en el que el razonamiento propio sea la meta.

"La IA debe ayudar a lograr mayor nivel de razonamiento, comprensión y análisis, y no a sustituir esas habilidades", recalca.

Cómo impacta el pensamiento crítico

¿La IA hace a los estudiantes menos críticos? Depende. "Bien utilizada, fomenta el pensamiento crítico porque ofrece perspectivas diversas y retroalimentación inmediata", asegura, refiriéndose a los resultados del estudio realizado por Sasikala & Ravichandran, en 2024. Pero también puede empobrecer el análisis si se convierte en un atajo acrítico.

"Mal utilizada, puede reducir la capacidad de análisis profundo y la autonomía intelectual, llevando a una comprensión superficial Nadim & Di Fuccio, 2025). Aquí el rol del docente es fundamental: enseñar a contrastar, cuestionar y no aceptar sin más lo que "dice la máquina", explica la psicóloga escolar.

Y es que no basta con transmitir información -eso la máquina ya lo hace-. El reto ahora es enseñar a pensar, cuestionar y contrastar.

Para Amell, la solución no es prohibir, sino enseñar a usar. Así como en su momento se enseñó a manejar calculadoras, ahora los estudiantes deben aprender a interactuar con la IA, tanto en lo técnico como en lo ético: cómo detectar sesgos, validar información y aprovecharla para crecer intelectualmente.

También hace falta claridad desde los centros educativos. "Igual que hay reglas para el uso de celulares, debe haber políticas sobre la IA: qué tareas se pueden apoyar en ella, cuándo está prohibida y cómo citarla para mantener la honestidad académica", señala.

¿Y el papel del docente? 

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En la actualidad, el rol del profesor es fundamental: debe enseñar a contrastar, cuestionar y no aceptar sin más lo que "dice la máquina", explica Leslie Amell.

"Contrario a lo que se piensa, que la IA viene a sustituir el rol del docente, ahora los maestros tienen un reto mayor: llevar al aula estrategias y actividades donde se ejerciten habilidades cognitivas y procesos de pensamiento que no se están dando de manera tan natural o implícita como en años anteriores".

La información ya está. El maestro que solo busca transmitir datos sí será desplazado por "la máquina"; sin embargo, el que enseña a pensar será más necesario ahora que nunca.

Entonces, ¿debería enseñarse inteligencia artificial como contenido curricular en los colegios?

Para la terapeuta escolar Leslie Amell, la respuesta es clara:

"Sí. Así como enseñamos a escribir ensayos o a usar correctamente una calculadora, debemos enseñar a los estudiantes a interactuar con la IA. No solo en términos técnicos, sino también éticos: cómo detectar sesgos, cómo validar información y cómo utilizarla para potenciar el aprendizaje en lugar de reemplazarlo", sostiene.

Amell subraya que la eficiencia de estas herramientas depende en gran medida del criterio humano que las emplea: "La inteligencia artificial es tan eficaz como la inteligencia humana que la utiliza: mientras más habilidades y destrezas tengamos, mejor sabremos qué pedirle y cómo aprovechar la información que nos da", concluye.

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"El maestro que solo busca transmitir datos sí será desplazado por "la máquina"; sin embargo, el que enseña a pensar será más necesario ahora que nunca"Leslie Amell BogaertPsicóloga escolar, psicopedagoga y terapeuta de aprendizaje

Tres claves para un uso responsable

La psicóloga cierra con tres consejos prácticos para que los estudiantes usen la IA de manera ética y productiva:

  1. Complementar, no sustituir: usarla como guía, pero siempre entregar un trabajo propio.
  2. Citar y transparentar: mencionar el uso de IA, como se hace con cualquier fuente.
  3. Validar la información: contrastar lo que ofrece la IA con fuentes confiables.

La conclusión es clara: la IA no es la villana de la educación, pero tampoco la solución mágica. Bien utilizada puede ser un motor de aprendizaje; mal usada, un atajo que frena el pensamiento.

El reto, como siempre, está en el equilibrio.

TEMAS -

Periodista, con más de 30 años de experiencia en revistas. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Navarra, España. Actualmente, dirige la sección Revista de Diario Libre en la República Dominicana.