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El revuelo de "Pescador", el pelícano que volvió a volar en Güibia

Su regreso al mar apenas convocó miradas. Pero su vuelo, casi en silencio, fue un recordatorio de que cada especie —por modesta que parezca— merece su celebración

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El revuelo de "Pescador", el pelícano que volvió a volar en Güibia
Pescador preparándose para alzar el vuelo de nuevo. (DIARIO LIBRE/MARVIN DEL CID)

Hace poco más de un mes, los pescadores de la playa Güibia, en Santo Domingo, notaron un pelícano que no podía volar. Su ala derecha estaba visiblemente herida, y su comportamiento era inusual: permanecía inmóvil entre las rocas mientras las olas rompían a su alrededor. Aquella alerta, hecha al equipo del Acuario Nacional, marcó el inicio de una historia que hoy termina —o más bien, renace— sobre el mar Caribe.

El ave, que más tarde recibiría el nombre de Pescador, fue rescatada gracias a la colaboración entre los pescadores locales y el equipo técnico del Acuario. Bajo la coordinación de Damna De Óleo, encargada del área de Conservación, el pelícano fue trasladado el 30 de septiembre a la clínica veterinaria del Acuario Nacional, donde recibió atención médica especializada, hidratación, antibióticos y cuidados constantes del personal veterinario.

Durante semanas, Pescador mostró una evolución admirable. Primero fue estabilizado y luego pasó a la fase de rehabilitación acuática, donde empezó a fortalecer la musculatura y recuperar la movilidad del ala. Cada intento de vuelo era seguido con esperanza por los técnicos, hasta que sus aleteos se volvieron más firmes y equilibrados.

Una mañana de libertad

El pasado 8 de noviembre, a las 9:30 de la mañana, el equipo del Acuario trasladó a Pescador de regreso a la playa donde fue hallado. Las imágenes del momento retratan un contraste de emociones: la tensión del viaje, el cuidado con que lo bajaron de la camioneta, el anillado realizado por la veterinaria Jazmín León y la expectativa silenciosa de ver su vuelo, ante la mirada de testigos casuales.

Uno de los pescadores que lo rescató, presente en la liberación, observaba con una mezcla de orgullo y alegría mientras Pescador parecía disfrutar el encuentro en calma. El ave levantó el enorme pico insistentemente y observaba a las personas que lo rodeaban, luego de ser colocado sobre un muro de piedra frente al mar. Finalmente, con un impulso suave de la veterinaria Jazmín León, extendió sus enormes alas y se lanzó al aire. Su silueta cortó el cielo azul de Güibia antes de descender sobre las olas, donde otro pelícano lo recibió.

Una historia que pasó desapercibida

Aunque el Acuario Nacional invitó a medios y relacionados del ámbito ambiental a presenciar el regreso de Pescador al mar, la asistencia fue casi nula. Los pocos testigos fueron ciudadanos curiosos que pasaban por el lugar. Un contraste con lo que suele ocurrir cuando se liberan especies consideradas "carismáticas", como tortugas, delfines o manatíes.

Este fenómeno tiene nombre: sesgo de carisma (charismatic bias), y se refiere a la tendencia humana a mostrar mayor empatía y atención hacia especies que resultan más fotogénicas o "simpáticas", mientras otras, igualmente importantes para el ecosistema, pasan inadvertidas.

El caso de Pescador demuestra que no hace falta un caparazón ni un salto acrobático para inspirar una historia de esperanza. Un pelícano herido que vuelve a volar sobre el Caribe también merece ser celebrado.

El pelícano pardo, un símbolo del Caribe

El pelícano pardo (Pelecanus occidentalis) es una de las aves marinas más emblemáticas del Caribe. Puede alcanzar una envergadura de hasta 2.3 metros y se distingue por su espectacular técnica de pesca: se lanza en picada desde el aire para atrapar peces con su bolsa gular. Es una especie gregaria y costera, que suele descansar en muelles, rompeolas o raíces de manglar.

Aunque su población es estable, enfrenta amenazas constantes por contaminación marina, anzuelos, plásticos  y pérdida de hábitat.

Un vuelo compartido

Mientras Pescador se alejaba mar adentro, el equipo del Acuario y los testigos casuales, celebraban el éxito de Pescador. No era solo la liberación de un ave, sino la culminación de semanas de trabajo, disciplina y empatía.

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Infografía
Pescador llega al encuentro con otro pelícano. (MARVIN DEL CID)

El mar Caribe, que fue testigo de su caída, ahora lo recibía de nuevo con las alas extendidas. Y aunque no hubo multitudes ni flashes de prensa, aquel vuelo fue un recordatorio de que cada vida salvada —por pequeña o silenciosa que parezca— tiene un valor incalculable.

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Guatemalteco con estudios en Ciencias de la Comunicación y amplia experiencia en el campo visual y multimedia. Ha trabajado para varios medios de comunicación en Guatemala y República Dominicana, y sus fotografías han aparecido en importantes publicaciones en diferentes partes del mundo.