La geopolítica: tragedia o bendición
República dominicana es prisionera de su geografía y la crisis regional
Situada en el ombligo del Caribe y a pocos cielos de los Estados Unidos y de su territorio insular Puerto Rico, la República Dominicana enfrenta hoy una realidad que trasciende nuestras fronteras. Estamos inmersos en la vorágine de una crisis regional en ebullición, marcada por tensiones políticas, presiones económicas y movimientos militares que no controlamos, pero cuyos efectos nos alcanzan con fuerza inevitable. Somos, querámoslo o no, prisioneros de nuestra geografía: demasiado cerca del poder hemisférico, demasiado expuestos a sus prioridades y a sus conflictos. La frase atribuida a Porfirio Díaz —"tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos"— quizás encuentre aquí una resonancia amarga, pero útil.
En este contexto convulso, cada decisión adoptada por el Gobierno dominicano debe ser examinada con serenidad. La política exterior, la seguridad y la economía se entrelazan en un tablero donde el margen de maniobra nacional siempre ha sido estrecho. Juzgar sin considerar las presiones geopolíticas, las obligaciones comerciales, las alianzas estratégicas y los riesgos inmediatos es, sencillamente, un ejercicio incompleto.
Conviene, entonces, templar los impulsos y mirar el cuadro completo. La prudencia no es pasividad, sino responsabilidad. Antes de emitir veredictos apresurados, corresponde evaluar las circunstancias que condicionan y limitan nuestras opciones. Solo así podremos exigir con justicia y comprender con madurez.
