Combatir la vulnerabilidad climática
Más allá de la emergencia: planificación climática como deber de Estado
Las lluvias de Melissa y de otras tormentas igualmente pródigas en agua en los últimos meses volvieron a desnudar una verdad incómoda. La República Dominicana continúa siendo extremadamente vulnerable cuando la naturaleza recuerda su fuerza. Barrios enteros, especialmente los asentados junto a cañadas, han sufrido días de caos, angustia y pérdida. No sorprende, pero advierte con urgencia renovada que el clima ha cambiado y con él las reglas de la supervivencia urbana.
El país ha avanzado en obras de mitigación y en capacidad de respuesta, pero la magnitud del desafío demanda más que acciones reactivas después de cada emergencia. Se necesita planificación sostenida, técnica y libre de vaivenes políticos. Un fondo verde nacional diseñado para reducir vulnerabilidades climáticas, con reglas claras, supervisión independiente y metas verificables, sería un paso decisivo. Inversión en drenajes, canalización de cañadas, reubicación digna, educación comunitaria y sistemas tempranos de alerta no es gasto; es seguro de vida.
Lo que a menudo llamamos desastre natural suele ser, en parte significativa, una falla humana. El país no debe resignarse a que cada tormenta termine en tragedia ni a que las mismas comunidades sigan pagando el precio más alto. Anticipar, proteger y actuar representa un deber impostergable en tiempos de clima extremo.
