La paz como palabra compartida
El profundo vínculo lingüístico que une a árabes e israelíes
En medio de los anuncios y las tensiones que acompañan el nuevo acuerdo impulsado por Donald Trump para Gaza, conviene recordar un símbolo más hondo y duradero que cualquier negociación política: la palabra paz. Árabes e israelíes, enfrentados durante generaciones, se saludan con términos casi idénticos: salam y shalom. Ambas voces nacen de la misma raíz semítica, S-L-M, que significa integridad, bienestar, armonía.
Ese saludo, repetido millones de veces cada día, es una promesa de humanidad común. Decir "la paz sea contigo" —en hebreo o en árabe— es afirmar, aun sin saberlo, un lazo que trasciende la frontera y la historia. Quizás por eso impresiona que quienes comparten el mismo deseo en su lengua no logren todavía traducirlo en convivencia real.
El acuerdo Trump para Gaza, como tantos otros antes, podrá discutirse en sus cláusulas o en sus efectos, pero ninguna diplomacia será estable si no descansa sobre esa palabra que ambos pueblos pronuncian con reverencia, muchas veces acompañado de un abrazo y un beso en ambas mejillas. Shalom y salam: dos sílabas hermanas que resumen lo que la política tantas veces olvida. La paz no comienza en los documentos ni en los discursos, sino en el reconocimiento del otro como alguien digno de ser saludado.