Las propinas y el debate de nunca acabar
Debería ser opcional, no obligatoria
El Senado detuvo la intención de extender la propina legal del 10 % a los pedidos realizados por plataformas digitales. La propuesta había provocado un debate sobre su pertinencia y, más aún, sobre el sentido mismo de la propina obligatoria en los servicios. En teoría, ese porcentaje busca garantizar una compensación justa a los trabajadores; en la práctica, ha terminado por distorsionar la relación entre clientes, empleados y empleadores.
¿Por qué obligar a recompensar algo que se supone incluido en el precio de la consumición? Quien va a un restaurante no paga solo por la comida, sino también por el servicio que recibe. Nadie esperaría que el cliente busque su plato en la cocina o lleve los cubiertos con los que va a comer. Los consuma allí o los lleve a su casa, no debería implicar un costo adicional.
La propina nació como un gesto voluntario, un reconocimiento al buen servicio. Convertirla en obligación legal la despoja de su naturaleza y la convierte en un impuesto encubierto, una discriminación. ¿Por qué, por ejemplo, no establecer propina obligatoria para las enfermeras?
Con la propina forzosa, el cliente deja de premiar la atención, y el trabajador pierde el estímulo que hace del servicio una virtud.