Maduro contra el espejo
La realidad golpea al "presidente" de Venezuela
Nicolás Maduro asegura que no hay gran diferencia entre él y Estados Unidos y que lo separa apenas una brecha artificial creada por conspiradores. Afirma que Washington fabrica expedientes falsos de narcotráfico para justificar agresiones y que Venezuela merece respeto. El problema es que el espejo devuelve otra imagen. Se robó unas elecciones, gobierna como un presidente ilegítimo y ha llevado al país a la ruina.
Mientras Maduro se presenta como defensor de la soberanía, la realidad es que ocho millones de venezolanos han tenido que huir del hambre y de la persecución. Es uno de los mayores éxodos de la historia de América Latina. Detrás quedan familias fracturadas, inflación imposible y un aparato productivo destruido.
Estados Unidos podrá equivocarse en sus movimientos, pero el error de fondo está en Caracas. Allí un régimen manipula las instituciones, reprime a la disidencia y disfraza de milicias la incapacidad de un Estado que ya no puede garantizar alimentos ni servicios básicos.
Maduro insiste en hablar de respeto, como si sus palabras aún tuvieran peso moral. Lo que su discurso revela es aislamiento. Venezuela no se fortalece con proclamas televisadas. Se degrada cada día bajo el mando de un gobierno que confunde soberanía con despojo.