Melissa, la tormenta tropical que mereció una alerta roja
El paso de una tormenta que captó la permanente atención de autoridades y civiles

Podemos empezar diciendo que la reunión convocada en el Palacio Nacional no pudo ser más efectiva. Se nos dijo lo que debía ser dicho, de manera profesional y empática. En una cadena nacional se detallaron las medidas que llevaba a cabo el Centro de Operaciones de Emergencia, el siempre hábil COE.
Luego de leer los pronósticos, muchos nos sorprendimos por la cantidad de lluvia pronosticada: alrededor de 300 milímetros. No cabe duda de que se trataba de una cifra considerable.
Para comparar con lo ocurrido con el Huracán Katrina, podemos recordar que los niveles de agua fueron los siguientes: el huracán Katrina causó precipitaciones que varían según la ubicación, pero se registraron lluvias de hasta 350 mm (14 pulgadas) en Florida y entre 152 mm y 228 mm (6 a 9 pulgadas) en la costa de Luisiana y Misisipi. Aunque no todas las inundaciones fueron causadas únicamente por la lluvia, ya que las marejadas ciclónicas fueron un factor principal, estas cantidades de agua agravaron las inundaciones.
Citemos ahora los datos del huracán María, el agua acumulada. El huracán María causó lluvias intensas en múltiples islas, registrando hasta 110 mm (4.33 pulgadas) en Santa Lucía, según la Wikipedia. También se produjeron lluvias torrenciales en Puerto Rico y la República Dominicana, provocando inundaciones generalizadas y deslizamientos de tierra.
Atentos al proceso atmosférico, algunos noticieros de nuestro miércoles anunciaban los problemas causados por tanta agua caída. La gente lo miraba con asombro. Se informaba, por ejemplo, que en la Zona Universitaria, alrededor de la avenida Alma Mater, todo estaba inundado, un problema recurrente producto del mal drenaje.
De manera comparativa, todo esto me recordó lo ocurrido en Texas, una catástrofe calificada por muchos como histórica. Contactos personales en Puerto Rico nos ayudaban a los dominicanos a tomar precauciones: guardar agua, porque en época de tormenta el líquido suele escasear, se cierran las tomas y todo se convierte en una complicación cotidiana.
Como le comentaba a algún amigo, la ayuda del COE es invaluable. Habría que otorgar un reconocimiento a estos trabajadores que saben que, a partir de los meses ciclónicos, deben estar atentos para ofrecernos una ayuda que salva vidas, como dijera el Presidente Abinader. Las tormentas se forman en el Atlántico y todos esperamos que no traigan un desastre mayor, como ocurriera con San Zenón o con David. La historia de estos dos ciclones ha sido escrita.
En la preparación para recibir a Melissa, alguien muy cercano me comentó que en Puerto Rico ya tienen un "PhD en tormentas y huracanes", aún con el trauma del devastador huracán María. Otros eventos recientes, como el huracán Otis en México o Katrina en Nueva Orleans, han dejado lecciones importantes. Con estas experiencias, los países saben cómo enfrentar estos fenómenos.
Enfática y profesional, la señora Gloria Ceballos acudió a la prensa en un programa radial muy escuchado, dando indicaciones claras. Su mensaje dejó claro que el país entraba en alerta amarilla, posteriormente elevada a alerta roja en el Palacio Nacional. El Mayor Méndez informó con rapidez que los integrantes del COE —que agrupa organismos de emergencia, bomberos, Defensa Civil y otros— estarían en sesión permanente. Las autoridades demostraron preocupación por el drama de las inundaciones.
Hay que agradecer al presidente Abinader esta reunión, realizada con claridad y manejo eficiente de los procesos: estar precavidos salva vidas. Una sola vida que se salve ya es mucho, y todos sabemos, por el ejemplo del huracán Georges, que las lluvias pueden traer desastres: deslizamientos de tierra y desbordamientos de ríos. Es evidente que estamos mejor preparados, como lo demuestra la rápida reacción de las autoridades.
Si miramos hacia atrás, ya hemos madurado bastante en el manejo de emergencias. Es notable que los pronosticadores nos den cifras exactas de lluvia acumulada. En otros países se realiza un monitoreo constante del clima, y las noticias meteorológicas se siguen a diario. En territorios extensos, puede ocurrir que una misma localidad reciba dos pronósticos distintos en la misma línea de tiempo. En estos términos, el tiempo —literalmente— es oro.
Por estas fechas, los huracanes vienen y se van, toman fuerza y atacan otras localidades. El COE hizo bien en dictar la alerta roja por la gran cantidad de lluvias. Como dijo Méndez: "No espere a que las autoridades lo vayan a sacar". Todas las comunidades cuentan con medios para acudir a los albergues, y el cuerpo de bomberos está bien comunicado para paliar daños.
En el recuento de los daños, todavía recordamos las palabras del encargado militar en CNN sobre Texas: "Vi kilómetros y kilómetros de devastación masiva". Aquellas autoridades fueron sorprendidas por la magnitud del fenómeno, dejando muerte y destrucción. El COE, en cambio, está despierto. Esa eficiencia y civismo institucional son un ejemplo para todos y una garantía de que, ante la adversidad, estamos mejor preparados para proteger vidas.

León de Moya