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Libertades públicas en USA

Cuando la patria de la libertad comienza a restringir derechos

Los cimientos de las libertades públicas en Estados Unidos fueron forjados por la influencia del movimiento de la Ilustración, por la herencia inglesa y de la experiencia colonial, hechos que concluyeron en una forja de principios y valores contenidos en la Declaración de Independencia, en la Constitución y en la Carta de Derechos. La historia de Norteamérica es la lucha por continuar ampliando derechos y conquistas de los ciudadanos.

Si bien ese país ha sido durante todos estos años tras la Segunda Guerra Mundial un imán para atraer a todo aquel ser humano, sin importar de qué parte del planeta sea, a querer formar parte de él porque posee una serie de conquistas sociales, culturales, filosóficas, políticas y paz social, también sus gobernantes están obligados a defender el respeto de la ley.

En los últimos años, ese "Sueño americano" degeneró en un alud de indocumentados entrando por cualquiera de las fronteras para alcanzar su territorio, especialmente utilizando los límites fronterizos con México, situación que el gobierno demócrata manejó con mucha ineptitud. La autoridad federal está en el deber de colocar un torniquete a esa sangría de inmigrantes, pues al final lo que se pone en peligro son todas las conquistas logradas desde la Guerra Civil hasta nuestros días.

El desafío es cómo hacerlo, si con las violaciones de los derechos humanos de los indocumentados y de todo el que abre la boca o actúe en defensa de las libertades, o tomar el camino de instruir a los agentes del ICE a localizar a esos inmigrantes, aprehenderlos y repatriarlos a sus respectivos países, siempre en el marco del respeto de los derechos que la propia Constitución de Estados Unidos les concede a los suyos.

En el marco de las repatriaciones de inmigrantes indocumentados se comenzaron a registrar violaciones de derechos que hasta la fecha parecen normalizadas. Personas que acuden a las oficinas de inmigración para culminar la etapa de normalización de su estatus, son apresadas con violencia y sin miramiento a las leyes migratorias. A eso se suma una serie de violaciones a libertades de esos ciudadanos, de autoridades electas y de periodistas cuyos derechos se vulneran. En el caso de los periodistas, el tema fue abordado esta semana en República Dominicana por el presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Roberto Dutriz, al decir que "lo que ocurre en Washington repercute en toda América". Llamó la atención sobre "el deterioro del clima institucional en Estados Unidos".

Es preocupante que en las escuelas se prohíban clásicos de la literatura sin presentar argumento válido, o que las universidades sean presionadas a los fines de que disminuyan su nómina de extranjeros o denuncien a los opositores de Israel, y que el ministro de Guerra imponga normas de acceso al Pentágono que contravienen el acceso a la información de los medios, obligando a los periodistas de la fuente a retirarse.

Pen América, una organización sin fines de lucro, creada en 1922, ha dado la voz de alarma con un informe de la prohibición de libros, más de 3,900 títulos, en 87 distritos escolares entre el año pasado y este. Destacan clásicos de la literatura, afectando obras de Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Stephen King, Sara J. Maas y Ray Bradbury, estos tres últimos estadounidenses, o el Diario de Ana Frank, entre otros. La retaliación contra exfuncionarios civiles o judiciales, como a otras personalidades merece una columna aparte. Mi pregunta es, ¿a dónde va el país del que no solo los estadounidenses se sentían orgullosos, sino los extranjeros que admiramos a sus ciudadanos? 

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