El gasto eficiente
Gastar por gastar no es solución
El presupuesto nacional muestra un aumento sostenido del déficit operativo bruto (ingresos menos gastos). Este pasó de ser superavitario entre 2000-2007 (exceptuando 2004) a ser deficitario por un monto promedio RD$ -8,000 millones para 2008-2011, y luego quintuplicarse a RD$ -40,000 millones entre 2012-2018 (exceptuando 2015 debido a la rebaja de la deuda con PetroCaribe). Para el periodo 2019-2024 (sin 2020) se duplica de nuevo a un promedio mayor de RD$ –87,200 millones.
Como estos déficits han debido ser suplementados con endeudamientos internos y externos, el renglón que muestra las alzas más pronunciadas son los intereses financieros, cuyo valor se ha multiplicado por diez desde 2008.
También se han multiplicado por ocho los gastos en prestaciones sociales y se han casi triplicado los subsidios, que crecen aceleradamente desde 2021. Estas transferencias, que según estudios recientes lucen adolecer de mala focalización, más los intereses, han representado la mitad del aumento de los gastos totales desde 2019.
La R.D. no está sola en eso. El aumento de gastos ha sido un fenómeno regional. Entre 2000-2020 la mayoría de los países latinoamericanos implementaron políticas fiscales expansivas. El gasto regional en salud, educación y protección social aumentó de 19.3 % a 26.3 % del PIB conjunto de 20 países latinoamericanos durante ese periodo.
Y aquí llegamos a la contienda entre gastos corrientes y de capital y su impacto. En general, los gastos corrientes, incluidos subsidios, transferencias y programas sociales, promueven la demanda interna, mientras los gastos de capital aumentan la oferta y están más asociados a la tendencia de crecimiento del PIB por sus vínculos multiplicativos con otros sectores. Esto se verifica para la R.D. donde lamentablemente el gasto de capital se ha venido limitando en aras de evitar mayores déficits dado el aumento del gasto corriente.
Un estudio midió la eficiencia del gasto público en 20 países latinoamericanos para el periodo 2000–2019 relacionándolo con la evolución de sus indicadores socioeconómicos. El estudio encontró que el aumento del gasto púbico no fue eficiente y que se pudo haber utilizado un 30 % menos de gasto para lograr iguales resultados. Los países con el gasto más eficiente fueron Chile, Guatemala, Panamá y Paraguay. Los menos eficientes fueron Bolivia, Venezuela, Nicaragua, Surinam y Brasil.
Diversos estudios identifican la educación, la corrupción, la burocracia, el nivel de ingresos, la calidad de las instituciones, la buena gobernanza y justicia independiente, incluso tener un gobierno de derecha con fuerte presencia gubernamental además de la descentralización y transparencia de los sistemas fiscales y alta participación electoral como factores que propician la eficiencia del gasto público.
Visto esto, debe señalarse que los subsidios al sector eléctrico en R.D. se han quintuplicado desde 2019, sumando hasta julio de este año USD 6,888.0 millones. Esto representa tres veces el costo de la planta Punta Catalina que tiene capacidad para suplir un tercio de la demanda nacional. Es decir, que en seis años hemos invertido en subsidios eléctricos suficientes recursos como para construir tres plantas adicionales de 750 MW que suplirían la totalidad de la demanda eléctrica. Para decir lo menos, esto no luce un gasto eficiente.
En conclusión, gastar por gastar tampoco es solución ni fomenta per se el crecimiento ni el desarrollo. La distribución entre gasto corriente y gasto de capital, y cómo se manejan las inversiones, son factores determinantes de los resultados. Por demás, definen la cantidad de recursos que se necesitan para obtener ciertos logros. Esperemos que el presupuesto complementario del 2025 dedicado a inversiones de capital, y cualquier reforma fiscal futura, tenga como norte la eficiencia.