La salud mental, un lujo que no se exhibe en vitrinas de un mall
Los diagnósticos de salud mental, los estigmas sociales y la falta de acceso

La salud mental es un lujo, aunque no venga en forma de cartera, zapatos o abrigos costosos. Es un lujo, no solo por el tiempo y esfuerzo que implica tener una mente sana, sino por lo costoso que es acceder a los servicios de atención.
Para nadie es un secreto que la atención psicológica y psiquiátrica en el país cuesta mucho, como si se tratase de una cartera Louis Vuitton a los que unos pocos tienen acceso, gracias a su alto poder adquisitivo.
En vez de ser tratada como una necesidad básica y primordial, como el acceso a la salud física, es, muchas veces, tratada como innecesaria.
Y pese a los constantes discurso sobre los planes integrales para mejorar la salud mental, en ese aspecto el país sigue en pañales, y los discursos siguen siendo solo palabras.
Mi experiencia personal, gracias a mi trabajo y los ingresos que este me permite, he podido acceder a ese lujo, aunque hubiese preferido no tener esa necesidad, estuve por 8 meses costeando un tratamiento psiquiátrico y psicológico que absorbía gran parte de mis ingresos.
Pero, ¿y los que no tienen esa dicha? ¿Cómo lo haría la madre soltera de cuatro niños que debe hacerse cargo sola de los gastos del hogar? ¿cómo solventaría ella una consulta psicológica o un diagnóstico de depresión o ansiedad?
¿Qué pasaría con la joven de 21 años con sueldo mínimo que debe cubrir sus gastos universitarios y aportar en su hogar? ¿cómo haría para costear un diagnóstico de bipolaridad, una crisis de ansiedad o cualquier otro problema de salud mental?
¿Y el joven de 25 años que ayuda a sus padres en el hogar, que se hace cargo de su familia y cuyo salario apenas le alcanza? ¿Podría solventar sus gastos en consultas psicológicas o psiquiátricas?
¿Cómo ayudamos a una sociedad cada vez más carente de salud mental, sin servicios accesibles y cargada de estigmas al respecto?
Esas son de las dudas que me embargan al hablar del tema, y es que no es solo la carencia de servicios públicos, es también la percepción social hacia las personas que buscan este tipo de ayudas.
Las personas temen decir que acuden al psicólogo, se avergüenzan de hablar que se medican por un diagnostico psiquiátrico. La gente nos ve como pedazos de cristales o leprosos, como si nos hiciéramos más débiles o frágiles por luchar contra una situación de salud.
"No se ha tomado la pastilla", "Es loca, hasta se medica", son algunas de las frases que perpetúan esos estigmas y ni hablar de las motivadoras y mágicas frases de "No te rindas" "No estés triste" que se dicen a la ligera como si eso sería capaz de curar la depresión u otro problema.
Y no solo es exterior que nos condiciona sobre el tema, muchas veces quienes enfrentamos situaciones de salud mental también ponemos barreras, como cuando el psicólogo te refiere al psiquiatra y te rehúsas a acudir, pensando que podrías resolverlo solo, o cuando cuestionas al psiquiatra por indicarte medicamentos, entendiendo que te harían mas mal que bien, ¿cuestionaría de la misma forma a tu cardiólogo o a tu ginecólogo?
Debemos de dejar de ver la salud mental como cosa de "locas", son situaciones que le ocurren a los humanos. Es importante empezar a normalizar que lo problemas de salud mental no se resuelven con un "no estés triste" y es tan necesario cuidar de tu mente como de tu cuerpo.
Debemos priorizar la atención a la salud mental y luchar por un sistema de salud digno y asequible que nos permita a todos acceder a este "lujo".