Memoria colectiva y memoria histórica
Entre el recuerdo y el olvido en la historia
En la literatura política e historiográfica modernas a menudo leemos conceptos como "memoria", "memoria colectiva" y "memoria histórica". El DRAE define la memoria como la "facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado". Cuando el individuo no recuerda determinado suceso del pasado, incurre en el olvido, la contraparte del recuerdo.
El concepto de memoria -afirma Jacques Le Goff- es "la capacidad de conservar determinadas informaciones, remite ante todo a un complejo de funciones psíquicas, con el auxilio de las cuales el hombre está en condiciones de actualizar impresiones o informaciones pasadas, que él se imagina como pasadas".
Olvidar, explica María Moliner, es cuando se deja "de tener algo presente en la memoria, en la imaginación o en la inteligencia". Puede haber olvidos provocados por experiencias traumáticas o selectivos debido a interdicciones impuestas por regímenes autoritarios. También existen los olvidos involuntarios, que los freudianos llaman "actos fallidos".
A propósito del olvido, Homero, en La Odisea, habló del país de los lotófagos, donde existía una planta cuyo fruto, el loto, tras comerlo, provocaba el olvido. Del loto deriva la palabra "lethe", que es el nombre de la diosa del olvido; y también el de aquel río infernal de cuyas aguas tenían que beber las almas de los difuntos para olvidar su pasado.
En la vida real ha habido diferentes formas de relegar al olvido a determinados personajes. Cuentan que, en la antigua Roma, cuando una persona pública caía en desgracia por la comisión de algún acto indecoroso, no merecía ser recordada por la posteridad. Se le aplicaba entonces la damnatio memoriae, una práctica según la cual se prohibía la mención de su nombre, se destruían sus estatuas (si las había) y, en consecuencia, quedaba condenado al olvido. De esa manera el personaje en cuestión y su legado abandonaban el escenario de su época y pasaban al dominio de la memoria colectiva, primero, y al de la memoria histórica, después.
La noción o concepto de memoria colectiva se debe al sociólogo francés Maurice Holbwachs, quien la acuñó en la primera mitad del siglo XX en un libro de su autoría precisamente titulado La memoria colectiva (1950), que vio la luz pública póstumamente. Halbwachs, a quien también debemos el luminoso ensayo Los marcos sociales de la memoria (1935), cayó prisionero de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y en 1945 fue fusilado en el campo de concentración de Buchenwald, Alemania.
Para Pierre Nora (1988), la memoria colectiva o social es "el recuerdo o conjunto de recuerdos, conscientes o no, de una experiencia vivida y/o mitificada por una colectividad viva, de cuya identidad forma parte integrante el sentimiento del pasado". Esa experiencia puede ser percibida o compartida directamente por integrantes de un grupo y transmitida a otros grupos o generaciones por medio de la tradición oral.
La memoria histórica, en cambio, es unitaria: fruto de una tradición erudita, científica y, en sí misma, se constituye en la memoria colectiva del grupo de los historiadores. La memoria histórica une y la memoria colectiva divide.
Una explicación esclarecedora sobre ambos conceptos corresponde a Paloma Aguilar Fernández (2008), para quien memoria colectiva "es aquel relato homogeneizado y simplificado que comparten -al menos básicamente- los testigos de un acontecimiento, mientras que la memoria histórica es una representación sobre el pasado que comparten por transmisión aquellos que no han presenciado existencialmente el acontecimiento".