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Exilios

Exilio, conspiración y retorno, el periplo de Juan Bosch

El exilio político ha sido una tradición afianzada en los países hispanoamericanos, afortunadamente. Una manera más civilizada de abrirle vía de escape a la disidencia o a los desplazados por la ocurrencia de cambios en el cuadro de poder, en lugar del inhóspito presidio o simplemente el indeseable sepulcro. Un joven escritor Juan Bosch, a la sazón funcionario de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) que dirigía con acierto don Vicente Tolentino Rojas (padre de Hugo, Mario, Tico, Amparo), solicitó licencia en 1938 para realizar un viaje de salud a Puerto Rico con la excusa de atender a su cónyuge Isabel García (madre de León y Carolina). Y como era su propósito, se quedó en Borinquen.

Ya allí se encontró con Jimenes Grullón, quien salía indultado del siniestro presidio de Nigua, condenado por el complot para liquidar a Trujillo en su visita al Centro de Recreo de Santiago en 1934, conjurado con Vila Piola, Polín Franco, Daniel Ariza, Augusto Lora, el joven Ángel Miolán -quien logró escapar hacia Haití donde su padre tenía una plantación de tabaco, iniciando así su peregrinar. Esta experiencia sería materia prima del dramático relato Una Gestapo en América, cuyos ejemplares ayudé a vender por toda la geografía nacional acompañando a su autor.

En Puerto Rico Bosch se ocupó de la edición de las Obras Completas de Eugenio María de Hostos -cuyo encuentro luminoso le motivó los libros de su autoría: Hostos, el Sembrador y Mujeres en la Vida de Hostos-, auspiciada en 1939 por el gobierno de la isla. Se trasladó a Cuba a ejecutar la tarea contratada al acordarse su impresión por la Editora Cultural de ese país. Trabajó en un laboratorio de fármacos como vendedor. Junto a Jimenes Grullón, Cotubanamá Henríquez, Virgilio Mainardi Reyna, Ángel Miolán, Nicolás Silfa, Alexis Liz, Pipí Hernández y otros, fundaría el primer núcleo del PRD en el exilio. Laboraría en los trabajos de la Constituyente del 40, vinculándose al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) y a Prío Socarrás, futuro premier de Grau San Martín y presidente.

Propiciaría el congreso de unidad del exilio, zapata política de la frustrada expedición de Cayo Confites de 1947. Sería Delegado en Cuba del proyecto expedicionario fraguado por Juancito Rodríguez desde la Guatemala de Arévalo en 1949, saboteado en México por republicanos españoles mercenarios y reducido al fatídico desembarco en Luperón en junio de ese año. Haría exilio en Costa Rica tras el golpe de Batista en 1952 y luego como profesor en el Instituto de Educación Política de San Isidro Coronado de Figueres y Sacha Volman.

Viviría temporada en Chile junto a su hijo León, donde editó Cuba, la Isla Fascinante, en la colección América Nuestra que dirigía para la Editora de la Universidad de Chile mi profesor de sociología Clodomiro Almeida, futuro canciller de Allende. En Santiago vio la luz La Muchacha de la Guaira, bajo el sello del librero amigo Nascimento y Judas Iscariote el Calumniado, en Prensa Latinoamericana, vinculada al Partido Socialista. Venezuela fue tierra de acogida y relaciones solidarias con Acción Democrática y sus líderes Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Luis Beltrán Prieto y escritores como Miguel Otero Silva.

De esta forma Bosch prolongó su estadía en el exterior hasta el 20 de octubre de 1961, cuando regresó a la modesta calle Polvorín de la Ciudad Colonial, tras la noche libertaria del 30 de mayo, para tomar las riendas del PRD. Ya con la valiente avanzada de Miolán, Silfa y Castillo en Quisqueya.

Ese mismo Bosch, convertido en el primer presidente democráticamente electo tras Trujillo, 7 meses después de iniciado su mandato reformador, debió embarcarse en la fragata Mella rumbo a Point e Pitre, Guadalupe, acompañado por el general Antonio Imbert y el coronel Francisco Caamaño, para desde esa posesión francesa remontar vuelo hacia San Juan Puerto Rico, donde el gobernador Muñoz Marín lo alojaría en Fortaleza como huésped especial por unos días. Desde este 2do exilio fraguaría con el auxilio del coronel Fernández Domínguez y operadores políticos como Molina Ureña, la conspiración para dar un golpe de Estado al gobierno de Reid Cabral, que derivaría en guerra civil al resistirse a su retorno un importante sector de las fuerzas armadas y en intervención militar norteamericana, en abril del 65.

Un 3er exilio auto infligido de Bosch fue el iniciado a raíz del triunfo en las urnas en junio del 66 de Joaquín Balaguer -quien a su vez regresaba del ostracismo neoyorquino a que lo llevó el autogolpe de enero del 62 del general Rodríguez Echavarría, siendo el doctor presidente del Consejo de Estado y teniendo como vicepresidente al licenciado Rafael Bonnelly. Un viejo rival en las lides trujillistas que le pisaba los talones desde las calles agitadas por la prédica opositora de la UCN de Viriato Fiallo y el 14 de Junio de Manolo Tavárez. Y que reclamaba por altoparlantes frente al Parque Independencia la salida del gobierno del así llamado "Muñequito de Papel", real "remanente de la dictadura".

Bosch, en gesto altruista que definió como una manera de facilitar la consolidación de Balaguer y adelantar el retiro consiguiente de las fuerzas de ocupación, marchó hacia la España de Franco, "rumbo al puerto de origen" -tierra de su padre catalán José Bosch Subirats y su abuelo materno gallego Juan Gaviño.

Allí residió en Madrid y en la ciudad balneario de Benidorn, en apartamento cedido por su amigo el coronel español Enrique Herrera Marín, quien fungiera como su asesor durante el conflicto bélico del 65 y había sido entrenador en San Isidro de la oficialidad de élite formada en torno a Ramfis Trujillo. En este espacio playero, entre el vaivén de sus suaves olas, recibió a Caamaño y a Isa Conde, tratando de ensamblar alianzas variopintas de un exilio que, a diferencia de los anteriores, había trasladado sus cuarteles generales al Viejo Mundo.

A gestión de su leal Tonito Abreu, movió sus operaciones a París, una plaza que le ofrecía mayor movilidad para sus nuevos planes políticos, un verdadero nido hirviente de los exilios tercermundistas y las conspiraciones más insólitas. Vivió en varios lugares, entre ellos en 1969 en el Hotel du Danube de Huguette Lefrère, la compañera francesa de Máximo López Molina, fundador del MPD en Cuba y anterior militante del PSP dominicano, compromisario del Frente Interno que debió operar como contraparte de la expedición de Luperón organizada por Juancito Rodríguez, sobreviviente del presidio de Trujillo. Allí dio los toques definitivos a su polémica tesis de la Dictadura con Respaldo Popular y arrancó en febrero de 1969 a cumplimentar invitación del Mariscal Josip Broz Tito, acompañado por doña Carmen Quidiello. Compartiendo la pareja con los esposos Broz en la acogedora residencia de Tito en la isla de Vanga, en agradable solaz.

Más adelante, con la diligente compañía de Héctor Aristy, Bosch iniciaría su periplo por los países antípodas. La China de Mao agitada por la Revolución Cultural y el accionar de los jóvenes Guardias Rojos, donde mantuvo encuentro de 3 horas con el legendario premier Chou En Lai. Descrita la RPCh por el escritor dominicano como "una colmena inmensa, donde todo el mundo trabaja". Estuvo en el Vietnam de Ho Chi Minh, atendido por el primer ministro Pham Van Dong. En Corea del Norte fue acogido con generosa hospitalidad por el líder supremo Kim Il Sung, fundador de la dinastía comunista que todavía rige ese país del sudeste asiático. Quedó gratamente impresionado por la Camboya del príncipe neutralista Norodom Sihanouk. Este recorrido lo aproximaría al enfoque ideológico de la liberación nacional y motivaría su fascinante crónica Viaje a los Antípodas.

A su retorno en 1970, tras la primera reelección de Balaguer en su ciclo de 12 años, Bosch iniciaría un proceso de reeducación del PRD que entonces lideraba a través de los círculos de estudio y la revista Política. Ensamblando a su vez una estructura interna (la Comisión Permanente) más afín a sus nuevas ideas, que orillaba progresivamente funciones estatutarias reservadas al Comité Ejecutivo Nacional (CEN), decantándose éste como aglutinador de una mayoría más moderada, reluctante a la metamorfosis partidaria preconizada por el líder. Tuvo tiempo, empleando charlas radiales por Tribuna Democrática, para "quitarle las garrapatas al buey que más jala", auspiciando un distanciamiento de la organización con fuerzas más radicales de izquierda, como el MPD liderado por Maximiliano Gómez.

Como político de raza, Bosch aprovechó la promulgación de las leyes agrarias de Balaguer en 1972, interpretando el momento como uno de ruptura del denominado "frente oligárquico" acaudillado por el zorruno hijo de Navarrete, para así aprovecharlo políticamente y trazar una audaz estrategia de alianzas. La articulación de un amplio frente anti balaguerista que aglutinara en torno suyo a los partidos y sectores conservadores (PQD, UCN, MIDA, MCN, Grupo Amiama Tió), centristas como el PRSC de Rogelio Delgado Bogaert y a grupos de izquierda (MPD, Línea Roja del 14 de Junio, Nuevo Rumbo de Fidelio Despradel y otros). El PCD, que respaldaba el proceso agrario impulsado por Balaguer, reaccionó al llamado con frialdad.

El retorno del secretario general José Francisco Peña Gómez -identificado correctamente por la mayoría del CEN del PRD como su principal dirigente de masas y diestro estratega político-, junto al sorpresivo desembarco en Caracoles de la solitaria guerrilla de Caamaño el 2 de febrero de 1973, replanteó toda la escena política nacional. Permitiéndole al presidente Balaguer tomar la ofensiva, imputándole complicidad a los líderes perredeístas con el coronel de abril del 65, jugando hábilmente con premisas del sentido común gravitantes en la psicología colectiva ("Si Caamaño lideró en el 65 una revolución para reponer a Bosch y al PRD en el poder, su incursión armada en las montañas del país tiene que ser parte de un plan subversivo mayor en combinación con éstos").

En este contexto, la crisis interna larvada en el seno del PRD, culminaría en noviembre con la intempestiva renuncia de Bosch del PRD y la fundación del PLD en diciembre del 73, junto a un puñado de sus seguidores del CEN.  Así, otra historia se abriría paso...

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José del Castillo Pichardo, ensayista e historiador. Escribe sobre historia económica y cultural, elecciones, política y migraciones. Académico y consultor. Un contertulio que conversa con el tiempo.