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¿Escoria?

El negocio del odio, likes, insultos y manipulación mediática

Para los comentaristas impunes de la mediosfera, espacio simbólico en el que los medios construyen realidad social, los inmediatos deportados dominicanos del trumpismo son «escoria». No, no lo dice el presidente convicto, se vocifera en programas y se escribe al buen tuntún en casi todos los espacios digitales locales. Prevalecidos en una autoarrogada suficiencia moral, quienes así «opinan» siembran en el imaginario colectivo la idea de que todo expulsado en estos días de los Estados Unidos es, sin apelación, un delincuente.

La estigmatización no es inocente. Tiene una finalidad socialmente perversa: justificar la violación de los derechos humanos, sañosa y sistemática, de la que se vanagloria un gobierno sin noción de la dignidad humana y, en relación con la inmigración irregular haitiana en el país, amplificar el discurso de odio que deriva en persecución y agresión. La intención colateral es la contraprestación del like, buscado con desespero por la pulsión de notoriedad.

Cuando habla de sus planes de deportación masiva, el presidente norteamericano no ha aludido jamás a los potenciales deportados como personas en condición migratoria irregular. El leitmotiv de su discurso es calificarlas de criminales, delincuentes, animales y salvajes.  Apenas juramentado, proclamó desde el Capitolio que «se detendrá inmediatamente toda entrada ilegal y comenzaremos el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde proceden». Nadie se salva de su encono racista ni de su arrogancia imperial.

Pero repasemos la evidencia.  Según el periódico español El País del pasado 23 de enero, de los once millones de inmigrantes que serían deportados, los calificados como «delincuentes» por el sistema de justicia gringo son 425,431. En 2024, el 22 % de estos cometieron infracciones de tráfico. El 18 %, segundo grupo más numeroso, está acusado de entrada irregular y de reentrada ilegal a territorio norteamericano después de una deportación. Distintos tipos de robo constituyen el 7 % y los crímenes vinculados con drogas, el 6 %. Estadísticas del Buró Federal de Investigaciones (FBI) indican que solo el 10 % de los latinos (sin especificar estatus) está acusado de homicidio y el 12 % de asaltos agravados.

Datos de esta misma fuente, agrupados por etnia, cifran en 15.848.721 el número de blancos detenidos por delitos diversos; los afroamericanos son 6.606.715;  553.640 los indios americanos o nativos de Alaska; 309.163 los asiáticos; 101.934 los  nativos de Hawai y otras islas del Pacífico; 524.888 tienen etnia «desconocida»,  y 439.143 «no especificada». En total, el número de detenidos por delitos varios es de 24.384.206, de los cuales el 65 % son blancos.  ¿Quiénes son los delincuentes?

Pero en este pedazo de isla donde manipular, insultar y degradar sale gratis, el daño provocado a terceros por estos paladines mediáticos no tiene dolientes. Nadie se atreve, ¿hasta cuándo?, a ponerles algunos puntos sobre las íes.

¿Que entre los deportados vendrán delincuentes convictos y no convictos? Sí, es cierto, pero son y serán los muchísimo menos, por lo que el calificativo general de «escoria» es abusivo. Entre esos primeros deportados hay gente probablemente más decente que quienes los descalifican. No olvidemos que, aunque se vista de seda, el «alofokismo» es transgeneracional.

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Aspirante a opinadora, con más miedo que vergüenza.

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