¿Déjala ir?
No, la mujer no tiene que "pedir permiso"
¿Déjala ir? ¿Dale permiso (a ella) para marcharse? ¿Concédele tú, hombre, la posibilidad de dejarte? ¿Es el hombre el que otorga esa "gracia" a la mujer que trata de huir de su maltratador? El lema chirría, aunque esté endulzado con nobles propósitos. La iniciativa de la multifacética diputada Kimberly Taveras ha tenido un apoyo unánime entre sus colegas. Lógico; unir esfuerzos legislativos e instituciones contra la violencia machista no resiste una crítica. ¿Quién se atrevería a no respaldar tan noble propósito? ¿Pero qué efecto puede tener, aparte de parecer una campaña de imagen coral y una redundancia legal?
¿Déjala ir? No, esa no es la idea. Esa NO debe ser la idea; mucho menos el mensaje de instituciones con el mandato de proteger a las mujeres maltratadas. No se debe colocar a la mujer en la situación de "pedir permiso". Ni hacer creer a los maltratadores que son ellos los que deciden si ella le deja o no. Que de su "generosidad" y de su "buena voluntad" depende que ellas salven la vida en los casos más extremos
Las mujeres maltratadas no son menores tuteladas aunque sí necesitan la protección de instituciones públicas. Y si las agredidas son menores... peor todavía porque este lema refuerza su vulnerabilidad interior: el mensaje apuntala la idea de que el hombre decide sobre su vida. Los datos asustan: entre los más jóvenes crece la violencia en el noviazgo.
Las campañas en defensa de las mujeres maltratadas, en contra de los feminicidios, no suelen tener los resultados deseados. No son eficaces. El problema es tan complejo y tan profundo que es imposible que una campañita de unos meses (como mucho) logre un cambio.
Volvamos al "Déjala ir". Imaginemos: "Puedes irte –dijo el hombre. ¡Y mucho cuidado con dar un portazo a la salida!" (¿Funciona así?)

Inés Aizpún