Béisbol para (nuevas) aficionadas
No hace falta ser un experto para disfrutar con Ohtani
Con todo el respeto que merecen los comentaristas locales de béisbol... un partido narrado por Ernesto Jerez se disfruta más. Explica las reglas -que aparentemente son infinitas-, comenta jugadas, relaciona jugadores, evoca juegos pasados, bromea... y todo en un tono disfrutón y sin anuncios comerciales metidos con calzador. Se repiten tanto que hay momentos en que el televidente no sabe si Vladimir Guerrero ha dado un jonrón o ha pintado su casa.
Para los especialistas quede la tarea de explicar la trascendencia de lo logrado por Shohei Ohtani en su último juego. Para las legas, el disfrute de ver a un pelotero (debe ser el único) que no escupe continuamente, lanza prodigios y batea de forma inexplicable cuando rebasa un slump. Y todo a la vez. Pronto las redes, que adoran la filosofía (real o inventada) del espíritu de los nipones, se llenarán de palabras definidas como "término japonés que explica la serenidad ante la superación de un mal momento en la vida." Ohtanusuku por ejemplo.
Bien por los Blue Jays de Valdimir Guerrero que despliega un buen humor ingenuo y contagioso además de castigar a los rivales. Y de Alejandro Kirk, que corre muchísimo en contra de todas las leyes de la física deportiva. Verlos contra Ohtani va a ser divertido. Ser neutral en esta contienda (porque el Licey no juega) permite disfrutar gane quien gane.
Según algunos estudios las ciudades con equipo en Grandes Ligas tienen menor tasa de divorcios. En Denver, por ejemplo, la tasa bajó del de 6 a 4.3 por 1,000 diez años después de que obtuviera un equipo en la MLB. Las razones no están claras ni son una "verdad" estadística. Una explicación: es un deporte que se disfruta en familia. Otra: la temporada es larga y ellos van al estadio casi todos los días. Tregua.