Mantenimiento
El negocio de no cuidar las cosas
Dar mantenimiento es una mentalidad. Preocuparse por que las cosas que importan o son útiles perduren es una declaración de principios. Desde un calzado que se repara a la edificación que se cuida.
Lo nuevo es mejor cuando es mejor, no porque es nuevo. Es una mentalidad individual y de grupo.
Empezar siempre de cero puede ser buen negocio (cocinas móviles, equipos electorales, autobuses de la OMSA...) pero es una estafa social. La falta de mantenimiento cuesta dinero pero también cuesta vidas (Jet Set).
La falta de mantenimiento nos rodea, vivimos entre basura y la fealdad de lo deteriorado a la espera de una "inversión millonaria" (parece que los dos términos deben ir juntos) que sanee el entorno. Los parques urbanos, los elevados y los puentes, el metro o las carreteras, los baños de las escuelas públicas. Óxido, grietas, vandalismo. Falta de mantenimiento, a veces una mano de pintura por eso de la teoría de la ventana rota. Asegurar las obras públicas es también mantenimiento.
También las instituciones, organizaciones, planes, proyectos... necesitan mantenimiento. Las sociedades se desarrollan a partir de lo conseguido, y no empezando de cero cada vez que alguien llega al poder y saca de la chistera una idea "nueva".
A estas alturas de la democracia dominicana, por ejemplo, la organización de unas elecciones debería entrar en la categoría de procedimiento bien engrasado y no de parto colectivo dirigido por una cohorte de próceres.
¿No da votos presentar un programa electoral que prometa dar el adecuado mantenimiento a lo que nos hace funcionar en grupo? La Plaza de la Salud, por ejemplo: los mejores equipos del país, magníficos profesionales, pacientes respetuosos y "bien portados"... pero fuera la verja perimetral vandalizada, la hierba alta y las aceras pidiendo a gritos un manguerazo... Mantenimiento. Cuidar para uno mismo y para los otros.