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Radiografía y lecciones de una crisis

Una mirada al pasado nos lleva a recordar que hasta el año 2002 el país tuvo un crecimiento de 6% anual, con estabilidad y confianza para la inversión privada

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Radiografía y lecciones de una crisis
Desde nuestra óptica el elemento determinante en la etapa de precrisis fue la pérdida de confianza en las políticas públicas que comienza a hacerse visible desde mediados del 2002. (FREEPIK)

Transcurridos 22 años parecería a destiempo volver sobre un hecho que ha sido ampliamente analizado por expertos en la materia, así como por algunas de las personas que estuvieron directa o indirectamente vinculados a unos de los eventos de crisis más trascedente de la economía dominicana desde el año de 1965. Me motiva volver sobre el tema el interés que observé en un grupo de estudiantes de postgrado a cuyo curso asistí atendiendo una invitación del profesor José Alfredo Guerrero para un conversostorio sobre Crisis Bancaria en RD. El interés mostrado por los participantes me hizo entender que valdría la pena dejar en blanco y negro algunas de las ponderaciones transmitidas sobre la denominada crisis bancaria del año 2003.

En términos generales los expertos contratados, en ese entonces, señalaron tres elementos causales de la crisis bancaria revelada en mayo del año 2003: a) Inadecuada Gestión Interna en Algunos Bancos; b) Falta De Regulación y Supervisión Efectiva; y c) Inestabilidad política y Económica. También, se ha señalado como causante, la flexibilización de la cuenta de capital que permitió un alto endeudamiento del sector privado, principalmente de los bancos comerciales.

Se puede estar de acuerdo con las causales indicadas. Sin embargo, lo que nunca se ha puesto de manifiesto es el orden en que se dieron estas causales, lo cual es fundamental para formarnos un juicio razonable a partir de las circunstancias previas existentes en el estadio de la pre crisis, es decir, previo a mayo del 2003. Según los propios expertos internacionales contratados los actos de prácticas inadecuadas y las debilidades en la regulación y supervisión ( causales a y b) venían sucediéndose con muchos años o décadas de anticipación, lo que parecería indicar que, hasta ese momento, no constituyeron una amenaza para la estabilidad de los años previos.

Una mirada al pasado nos lleva a recordar que hasta el año 2002 el país tuvo un crecimiento de 6% anual, con estabilidad y confianza para la inversión privada. No se revelaban factores, en términos de las políticas fiscales y monetarias, que apuntaran o fueran indicios de una crisis del sector financiero. Sin embargo, a partir del segundo semestre del 2002 se inicia un cambio en la percepción de la confianza de los agentes económicos, el cual se deja sentir a través de la inestabilidad del tipo de cambio y que, sólo en el primer trimestre del 2003, alcanzó una variación anualizada de 34%; y de 18.3% de marzo a enero de ese mismo año.

Considero que tampoco fue un factor determinante el nivel de endeudamiento en dólares de la banca, partiendo de que los balances y la estructura de activos y pasivos en moneda extranjera de la EIF no mostraba una postura Larga ( descalce) que pudiera ponderarse como un factor de riesgo para el sistema financiero. Por el contrario, somos de opinión que la apertura a los flujos de capitales privados fue clave para la face de crecimiento con estabilidad en la década de los 90s. Pues la confianza permitió el acceso a fuentes de financiamiento más competitivas al sector privado; se abrió espacio a una importante fase de acumulación de reservas Internacionales y, al mismo tiempo, esto generaba una capacidad de maniobra más holgada al Banco Central para aplicar políticas enfocadas en el crecimiento con estabilidad.

Desde nuestra óptica el elemento determinante en la etapa de precrisis fue la pérdida de confianza en las políticas públicas que comienza a hacerse visible desde mediados del 2002. Esto comenzó a generar señales de incertidumbre en los mercados que se expresaba por un proceso continuo de alzas del tipo de cambio y por salidas de capitales del sector privado con la finalidad de amortizar deudas y para incrementar sus activos en el exterior, así lo señaló el propio Banco Central en su primer Informe Trimestral del año 2003.

Del mismo modo, se indica en dicho informe que la inflación en el primer trimestre del 2003 fue de 9.3% considerando que este ajuste de precios estaba asociado a la depreciación del tipo de cambio del último trimestre del año 2002.

En este contexto pudiera considerarse que fue un error innecesario haber convertido el tema de la inestabilidad del tipo de cambio en un objetivo manejado fuera del alcance de la autoridad Monetaria y Financiera ya que esto transmitía una señal difusa al mercado que reforzaba el clima de incertidumbre sobre las perspectivas de las decisiones económicas. Esto acentuó el grado de desconfianza y muchas instituciones financieras atravesaron por estreches de liquidez por retiro de depósitos, que se acentuaba en la medida que el Banco Central aplicaba políticas monetarias restrictivas y con las intervenciones al mercado de cambio para atenuar su volatilidad.

A mi entender este último aspecto fue uno de los eventos que puso en evidencia las inadecuadas prácticas de algunos bancos, pues en la medida que el Banco Central abrió la ventanilla de redescuento para inyectar liquidez a todos los bancos que enfrentaban pérdidas de depósitos, con lo cual se procuraba recuperar la confianza en las entidades bancarias. Sin embargo, este correcto esfuerzo era neutro en términos monetarios porque, al mismo tiempo, el Banco Central tenia una pérdida importante de Reservas por sus intervenciones recurrentes para intentar estabilizar el tipo de cambio. La situación se hacía más complicada en la medida que se extendía la ola de rumores adversos sobre la confianza en algunos bancos y su situación de liquidez y solvencia, lo cual acentuaba su pérdida de depósitos. Entiendo que este fue el punto de inflexión donde se ponía a prueba la real situación de los balances de algunos bancos.

La probabilidad de una crisis sistémica induce al Estado a asumir el control de las tres instituciones bancarias y sus filiales en las cuales se había comprobado la existencia de malas prácticas que ponían en dudas su viabilidad para cumplir con los depositantes. En principio, parecía razonable esta decisión cautelar porque permitía anticipar el mal mayor de un colapso de todo el sistema financiero. Sin embargo, lo que pareció dejar dudas e interrogantes sobre la eficacia de esta medida fue su forma y ulterior manejo, es decir, el rescate realizado asumiendo pérdidas y pagando a todos los depositantes con títulos del Banco Central con altas tasas de interés y permitiendo la redención anticipada de los mismos. Ponderar desde fuera lo asertivo de una decisión de política pública es complicado y delicado. Prefiero señalar que ciertamente en el escenario pudieron existir otras opciones de políticas de impactos menos adversos en términos macroeconómicos.

INDUDABLE es que la expansión monetaria y el gran déficit fiscal que generó el plan de rescate en medio de un estadio generalizado de incertidumbre y débil confianza fueron las causas esenciales de la crisis macroeconómica del 2002 al 2004. Según las evaluaciones realizadas los impactos de esta crisis implicaron una caída de 22% en el PIB; la inflación fue de 42.2% en el 2003 y de 55.0% en el 2004; la depreciación del tipo de cambio fue de 122.0% y las tasas de interés alcanzaron hasta un 60.0 %. Igualmente grave fueron las consecuencias en términos sociales a nivel de desempleo y calidad de vida; así como en términos sectoriales dado los adversos resultados para la banca en términos de la calidad de su cartera de créditos y su niveles de solvencia.

Resulta innegable que el conjunto de medidas correctivas y cautelares que fueron adoptadas oportunamente tendentes a reforzar el esquema de regulación y supervisión del sistema financiero facilitó el restablecimiento de la confianza en el sistema bancario. Del mismo modo, el tránsito político en la conducción del Gobierno en el 2004 introdujo un cambio positivo en términos de perspectivas que fue drenando el clima de incertidumbre de los meses previos. Este clima favorable de confianza facilitó el retorno a la senda de estabilidad y crecimiento que hemos tenido en los últimos 35 años.

A nivel del sector financiero nos ha quedado un marco de reglas y supervisión robusto; procesos de gestión más transparentes alineados a las mejores prácticas de la industria; Esquemas de gobernanzas más transparentes y eficientes en la gestión Gerencial; Autoridades Monetarias más autónomas e independientes en el ejercicio de sus responsabilidades y, en fin, un sistema financiero más robusto y confiable.

La sombra gris de este episodio sigue siendo la enorme deuda que asumió el Banco Central al emitir títulos redimibles a corto plazo y a altas tasas de interés para rescatar a todos los depositantes de las entidades bancarias intervenidas. Este pasivo y el costo de su gestión (intereses) no ha sido absorbido en términos fiscales y ha estado gravitando sobre la ejecución de la política monetaria por más de 20 años y, lamentablemente, no parece haber un horizonte claro sobre una posible solución a corto plazo. Indudable que la experiencia y reputación del actual Gobernador del Banco Central ha sido un elemento clave para que este nivel de deuda no haya sido motivo de una preocupación mayor por parte de los agentes económicos y de la propia comunidad financiera internacional.

A nivel del sector financiero se ha avanzado y superado todas esas prácticas que, en su momento, al ser desveladas y reveladas pusieron a prueba la solidez y confianza de uno de los eslabones fundamentales para la marcha de un país. Por eso creo oportuno expresar desde mi experiencia profesional las que considero las más importantes lecciones aprendidas de este evento de crisis. para que no se repita jamás.

a) La gestión de una entidad financiera debe delegarse a profesionales con experiencia y con la suficiente integridad para actuar de conformidad a las mejores prácticas. Condición necesaria para generar confianza a los depositantes.

b) En este tipo de industria es fundamental un marco de reglas claras, pero sobre todo, contar con autoridades que actúen con autonomía para un seguimiento oportuno y eficaz a los sujetos obligados.

c) Es importante que la clase política y la sociedad entiendan el valor de las reformas en su momento oportuno. Durante 10 años previo a la crisis no fue posible lograr un consenso para la aprobación de una nueva legislación del sistema financiero para adecuarlo a las nuevas normas de Basilea. Probablemente, estas malas prácticas de algunos bancos pudieron haber tenido una corrección más temprano o no hubiesen sucedido con un marco regulatorio más sólido.

d) La autonomía de las instituciones es un principio fundamental en el ejercicio del Poder, en cualquiera de sus manifestaciones.

La región de América Latina y el Caribe ha sido la de mayor propensión a sufrir crisis bancarias a partir de 1980 y nuestro país figura con uno de los eventos de mayor impacto económico y social. Por tal razón, parecería razonable el diseño de un Plan de Contingencia del Crisis Bancarias ( PCCB ), que tendría como punto de partida la robustez lograda en el marco legal, en la supervisión y capacidad de prevención, así como en la creación de los fondos contingentes creados a raíz de la crisis del 2003. Las crisis bancarias pueden ser impredecibles y contar con un Plan formalizado nos permitiría su permanecía en el tiempo y su matriz de escenarios y las respectivas rutas de salidas nos ayudaría a orientar las decisiones necesarias con mayor sentido de oportunidad, precisión y claridad.

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