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La bitácora del maestro: Crónicas constitucionales desde el aula pública (Clase 7)

El derecho a la salud como pilar de la dignidad humana

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La bitácora del maestro: Crónicas constitucionales desde el aula pública (Clase 7)
Constitución Viva lleva la educación cívica al Liceo Eugenio María de Hostos. (FUENTE EXTERNA)

Esta fue la séptima entrega de la estrategia nacional Constitución Viva para todos y todas, una iniciativa que cada semana conecta a miles de jóvenes de 40 centros educativos con el texto más humano de nuestra historia: la Constitución.

El lunes 13 de octubre llegamos al Liceo Eugenio María de Hostos. Afuera, el calor del mediodía contrastaba con el silencio expectante dentro del aula. Los estudiantes de quinto y sexto año estaban listos, algunos con sus batas del club de ciencias, otros con cuadernos abiertos, curiosos por descubrir qué significa hablar de "salud" desde la Constitución.

Comenzamos con una pregunta directa:

¿Has visto alguna vez una injusticia relacionada con la salud?

Las manos se levantaron de inmediato. Un joven contó la historia de su abuela, que esperó horas en un hospital sin ser atendida. Otra habló del costo de los medicamentos para su hermano asmático. Un tercero, con voz baja, dijo: "A veces uno se enferma y prefiere no ir al médico porque no hay dinero."

La salud dejó de ser un tema técnico y se convirtió en una conversación humana.

La clase siguió una agenda pedagógica cuidadosamente diseñada. Iniciamos con un audiovisual de Constitución XT, que mostraba cómo la salud está ligada a la dignidad y al bienestar. Luego proyectamos fragmentos de la película John Q, donde un padre desesperado lucha por salvar a su hijo en un sistema injusto. Cuando la proyección terminó, el aula quedó en silencio.

Les pregunté: ¿Qué harías tú si tu familia dependiera de un sistema que no escucha?

Una joven respondió: "Trataría de cambiarlo, pero con leyes, no con rabia."

Esa frase marcó la clase entera.

Pasamos entonces a la dinámica "Sala de espera". Los estudiantes representaron distintos roles: un paciente sin seguro, un médico con recursos limitados, una madre angustiada, un niño enfermo. En esa simulación surgió la verdad que todos intuían: no basta con curar cuerpos, también hay que sanar estructuras.

Nuestra Constitución lo dice con claridad en el Artículo 61:

"Toda persona tiene derecho a la salud integral. El Estado debe velar por la protección de la salud de todas las personas y proveer servicios de calidad y gratuitos a quienes lo necesiten."

Al leerlo juntos, los jóvenes comprendieron que ir al hospital no es pedir un favor: es ejercer un derecho.

Compartí algunos datos: el 27 % de los dominicanos carece de seguro médico y el 40 % de los hogares gasta más del 10 % de sus ingresos en salud (Banco Mundial, 2024). Les expliqué que la defensa de este derecho no se limita a tener hospitales, sino a garantizar que el presupuesto público se use con eficiencia, transparencia y justicia social.

La reflexión continuó: ¿Qué significa hablar de dignidad en un país donde enfermarse puede empobrecer a una familia?

Un estudiante respondió con una frase que quedó escrita en el pizarrón: "Dignidad es que te atiendan con respeto, aunque no tengas dinero."

Cada grupo escribió una carta dirigida al centro de salud más cercano, con propuestas para mejorar el trato y los servicios:

  • "Atiendan a los niños primero."
  • "No griten cuando llaman a los pacientes."
  • "Traten a todos como si fueran familia."

Cada carta fue firmada con nombre y curso, como acto simbólico de ciudadanía activa.

La cita del médico y filósofo Albert Schweitzer sintetizó la jornada:

"La humanidad tiene que dejar de vivir del sufrimiento de los demás."

Y uno de los jóvenes completó la idea con sabiduría espontánea: "Si curar es aliviar el dolor del cuerpo, educar es curar el alma del país."

Nada de esto sería posible sin el equipo del Defensor del Pueblo, que semana tras semana convierte las aulas en espacios de formación ciudadana. Servidores públicos que dignifican la función estatal y enseñan que proteger derechos también es cuidar vidas.

Al final, sonó "A pedir su mano" de Juan Luis Guerra. Las palmas marcaron el ritmo, los rostros se iluminaron. Un estudiante, sonriendo, dijo: "Tal vez la salud también se cura con alegría."

Y tenía razón.

La salud no es un favor del Estado: es un derecho que nos pertenece. Y educar sobre ese derecho es, quizás, la forma más profunda de sanar a la República.

TEMAS -

Defensor del Pueblo de la República Dominicana.