Cien lunes que cambiaron la forma de gobernar
LA Semanal: Transformando la Comunicación entre Poder y Ciudadanía

El 28 de agosto de 2023, el presidente Luis Abinader rompió con una tradición del poder dominicano: la distancia. Sin guion ni preguntas pactadas, se sentó frente a periodistas en un encuentro que llamó LA Semanal con la Prensa. Cien ediciones después, el espacio se transformó en una institución.
En una región donde los líderes suelen esconderse tras comunicados, Abinader eligió exponerse. Cada lunes, durante un promedio de 1 hora, 2 minutos y 31 segundos, responde sin teleprompter ni libretos, presenta un tema de interés nacional y enfrenta cualquier pregunta. Mientras muchos políticos intentan destacar usando plataformas ya existentes, como podcasts o programas de opinión, Abinader creó la suya: un formato propio, capaz de amplificarse en todos los ecosistemas mediáticos.
Lo que comenzó como un gesto de apertura se convirtió en un método de rendición de cuentas y liderazgo que transformó la relación entre el poder y la ciudadanía. LA Semanal dejó de ser solo un encuentro con la prensa para convertirse en una herramienta de gobierno, una estrategia de comunicación viva y sostenida.
Durante sus cien ediciones, La Semanal se consolidó como un espejo de las prioridades nacionales. A lo largo de este recorrido se abordaron temas que fueron desde la seguridad y la migración en la frontera con Haití, hasta la educación, la innovación tecnológica y la inclusión social, pasando por la transparencia gubernamental, la reforma policial, la inversión extranjera, el empleo juvenil, la protección ambiental y la lucha contra la corrupción. También tuvieron espacio los debates sobre salud pública, igualdad de género, energía y vivienda, reflejando una agenda integral que combinó urgencias coyunturales con transformaciones estructurales. En conjunto, este abanico temático demuestra que La Semanal no solo fue una política comunicacional, sino un retrato narrado en tiempo real de las prioridades del Estado dominicano.
El cambio se sintió de inmediato. Antes de 2023, el país dependía de comunicados fríos y ruedas de prensa esporádicas. Hoy, los principales debates políticos nacen de LA Semanal, y el diálogo directo con la prensa se volvió costumbre. Tanto así que la oposición, que primero la ridiculizó, terminó por copiar el formato. Leonel Fernández, históricamente distante de los medios, adoptó encuentros semanales en la campaña de 2024. Danilo Medina, que en el poder evitaba el escrutinio, reapareció con declaraciones calculadas. Paradójicamente, los que antes callaban ahora imitan al que habla.
LA Semanal también cambió la estructura del diálogo político. Mientras en otras democracias la exposición se gestiona como riesgo, Abinader la convirtió en un diálogo con su país a través de la prensa. Cada sesión, transmitida por múltiples medios, es el evento más visto en vivo en el canal de YouTube de la Presidencia, solo superado por los discursos de rendición de cuentas. En las primeras 24 horas, cada edición promedia 14,909 visualizaciones, una cifra que cualquier estratega digital envidiaría.
En América Latina, los presidentes suelen obsesionarse con dejar legados VISIBLES: obras, carreteras, monumentos. Pero los legados que realmente perduran son los legados VIVIBLES, aquellos que se experimentan en la cultura, la conducta y la confianza ciudadana. Lee Kuan Yew, el fundador de Singapur, es recordado no por los edificios o autopistas que hoy se admiran, sino por haber dejado una sociedad más disciplinada, cívica y consciente de su destino común. Él solía decir que las naciones se transforman no solo con infraestructuras, sino con valores. Abinader combina ambos caminos: los logros VISIBLES que modernizan el país y los VIVIBLES que comienzan a transformar su cultura política, como la promoción de un Ministerio Público independiente y los candados constitucionales que limitan la reelección presidencial.
Cien semanas después, LA Semanal no es solo una conferencia de prensa, sino una lección de conversación pública moderna. Enseña que la transparencia, cuando se vuelve hábito, puede ser la forma más efectiva de liderazgo. Y en una era donde muchos comunican para ser escuchados, Abinader no comunicó para dominar la narrativa, sino para humanizar el poder.

Raúl Baz