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Arrendar el presente o edificar el futuro

El costo oculto de las extensiones del ITLA

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Arrendar el presente o edificar el futuro
RD ante su mayor decisión educativa: construir o improvisar. (FUENTE EXTERNA)

En 2025, cualquier persona joven que domine inteligencia artificial, ciberseguridad o ciencia de datos puede trabajar para empresas de todo el mundo sin salir de su ciudad. Puede crear emprendimientos tecnológicos competitivos y transformar su comunidad. Pero solo si tiene acceso a una formación de clase mundial.

La educación tecnológica no es el futuro: es el presente que define el rumbo del país. Estamos ante una decisión crítica como nación: ¿construiremos una red educativa permanente que transforme generaciones o seguirá este gobierno optando por soluciones temporales que no dejan legado?

La respuesta surge al comparar las acciones actuales con la experiencia previa del PLD, cuando se tomaron medidas estratégicas de largo plazo en educación y formación tecnológica, y se creó el Instituto Tecnológico de las Américas (ITLA). Se adquirió un terreno, se levantó infraestructura y se diseñó un modelo sostenible.

Hoy, el Gobierno ha inaugurado extensiones del ITLA en San Francisco de Macorís y Nagua. En principio, buenas noticias: más acceso a educación tecnológica. Pero al revisar los datos aparece una realidad distinta. Se trata de locales arrendados, con contratos de cinco años. El alquiler en San Francisco asciende a RD$42.8 millones, y el de Nagua a US$596,591.04 (unos RD$37.2 millones), equivalentes a RD$80 millones en total.

Surgen dos interrogantes. Primero: ¿por qué la falta de transparencia? Cuando el Gobierno anuncia una "inversión" de RD$25 millones en San Francisco y de 17 millones en Nagua, pero omite los gastos de alquiler, no miente, pero tampoco informa con claridad.

Segundo: ¿dónde está el plan de infraestructura permanente? Tras cinco años de gestión, no existe un plan de construcción para estos institutos. En cinco años, estos centros costarán RD$120 millones, con 66 % destinado a alquileres que no generan patrimonio nacional.

La diferencia no es menor. Costa Rica, por ejemplo, usó un préstamo del Banco Mundial para construir campus tecnológicos permanentes con residencias, bibliotecas y laboratorios. Uruguay edificó el Polo Educativo Superior de Rivera, con instalaciones propias. Ambos países apostaron a infraestructura duradera; República Dominicana, en cambio, elige gastar RD$80 millones en arrendamientos que vencerán en pocos años. Es una cuestión de prioridades, no de capacidad.

Un país con visión estratégica tiene:

  1. Propiedad de su infraestructura educativa. No se puede construir futuro sobre contratos temporales.
  2. Presupuestos plurianuales con metas claras.
  3. Alianzas con propósito, que integren sector privado, gobiernos locales y universidades.
  4. Descentralización real, creando polos tecnológicos regionales.
  5. Evaluación de impacto y rendición de cuentas.

Invertir en patrimonio educativo es apostar al tiempo. Gastar en alquileres es perderlo.

La República Dominicana vive una ventana de oportunidad única: el nearshoring, la digitalización y la demanda de talento tecnológico están reconfigurando la región.

Al Gobierno le quedan tres años: tiempo suficiente para dejar de alquilar el presente y empezar a construir el futuro. Los dominicanos recordarán las instituciones que se edificaron, no las cintas que se cortaron.

La diferencia entre construir y alquilar no es financiera, sino filosófica. Es la diferencia entre pensar en cuatrienios o en generaciones. Entre dejar facturas o dejar legado. En 25 años, cuando los jóvenes de hoy sean padres, preguntarán:

"¿Qué construyó esa generación para nosotros?"

La respuesta no puede ser: "Alquilaron locales por cinco años y los contratos vencieron".

Debe ser: "Construyeron una red nacional de campus tecnológicos que transformó el país".

Porque el futuro de nuestros jóvenes no se alquila. Se construye.

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