La bitácora del maestro: Crónicas constitucionales desde el aula pública
La Constitución llega a liceos y politécnicos como experiencia viva

Dentro de pocos días, iniciaré un viaje esencial: cruzaré el portón de un liceo público con la emoción de quien no solo enseña, sino también aprende. En los ojos de esos jóvenes estará la República entera: curiosa, esperanzada, buscando su rumbo. Frente a ellos estaré no como autoridad, sino como compañero de aprendizaje. Porque cada aula es un espejo, y en él se reflejará una pregunta fundamental: ¿cómo convertir la Constitución en una experiencia viva?
Este no será un acto aislado ni una ocurrencia improvisada. Es la primera fase de una estrategia nacional cuidadosamente diseñada: Constitución viva para todos y todas. Durante 40 semanas, impartiré clases en liceos, politécnicos y centros de modalidad en arte, con énfasis en los estudiantes de 5to y 6to de secundaria, quienes representan más del 28% de la matrícula nacional en este nivel. Son jóvenes a punto de dar el salto a la vida adulta, y es allí donde la educación ciudadana cobra su mayor urgencia.
Cada sesión se integra a la asignatura de Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana, incorporada al currículo oficial a partir de este año escolar por la Ordenanza 02-2025 del Consejo Nacional de Educación. Con ello aseguramos pertinencia, legalidad y oportunidad. La estrategia, además, se complementa con lo ya iniciado en niveles más jóvenes, donde implantamos la Constitución Animada, recurso que acerca el texto constitucional a la niñez y la adolescencia. Así, se construye una línea coherente de formación ciudadana que acompaña al estudiante en todas sus etapas.
La Constitución no es una reliquia ni una norma distante. Es la brújula de nuestra dignidad. Por eso la enseñamos con cercanía, con claridad, con participación. Hemos concebido una pedagogía que une presencialidad y tecnología: clases vivas, debates colectivos y cápsulas audiovisuales disponibles en plataformas digitales, para que cada estudiante dominicano, esté donde esté, pueda conversar con la Constitución. En un país donde más del 60% de los jóvenes de secundaria reconoce no haber leído nunca un artículo constitucional, el desafío es transformar la estadística en vivencia, y el dato en conciencia.
Los indicadores sociales y de economía política muestran la magnitud de la tarea: el 58% de los jóvenes desconfía de las instituciones (PNUD, 2024), y más del 32% de los dominicanos entre 18 y 24 años ni estudia ni trabaja (ONE, 2023). Estas cifras evidencian que la educación en valores y derechos fundamentales no es un lujo, sino una urgencia nacional. Como señala el Banco Central, el país invierte alrededor del 4% del PIB en educación, pero el reto crucial es asegurar la calidad y pertinencia de lo enseñado. Esa es la brecha que esta estrategia busca cerrar.
El artículo 63 de nuestra Carta Magna proclama que la educación es "un derecho de la persona y un deber del Estado, orientada al pleno desarrollo humano y al ejercicio responsable de la ciudadanía". En ese mandato se sostiene esta iniciativa. Queremos que los estudiantes no vean la Constitución como un requisito académico, sino como un manual de ciudadanía. Que descubran que cada derecho plasmado late en su propia vida. Que palabras como igualdad, dignidad y esperanza dejen de ser abstracciones y se conviertan en compromisos reales.
En Por el Bien Común escribí: "La educación es el instrumento más poderoso que tiene una nación para reducir desigualdades y construir ciudadanía." Esa convicción me conduce hoy al aula. Porque enseñar la Constitución es sembrar República. Y cuando un joven comprende sus derechos, también entiende sus responsabilidades. En ese equilibrio nace una ciudadanía más consciente, una nación más justa.
Esta es la primera entrega de una colaboración semanal y exclusiva para Diario Libre, donde hoy presento el lanzamiento de esta estrategia. Desde la próxima semana, esta bitácora contará la vivencia de cada clase, cada tema y cada descubrimiento compartido en el aula.