Se rompió el amor en el Licey: salidas de Anderson Hernández y Jairo Asencio lo demuestran
Aunque la pelota es un negocio y Asencio recibió la remuneración por su trabajo, el cierre de una relación así tiene un valor sentimental fuerte para el fanático

Entre los Tigres del Licey y Jairo Asencio y Anderson Hernández, se rompió el amor. Fueron décadas de una relación apasionada que concluyó con un comunicado frío y seco. Al salir de Asencio, el Licey terminó con el mejor cerrador en la historia del equipo y líder absoluto de salvamentos en la Liga Dominicana, y a Hernández, una figura fundamental de la franquicia de los últimos 25 años.
Las decisiones abren una pregunta: ¿se reducen al mal inicio del equipo o hubo una crisis interna que debió cortarse de raíz?
En el comunicado oficial, la gerencia agradeció "la entrega y disposición" de Asencio, Lisalverto Bonilla y el coach Hernández. Pero la formalidad es tan breve que deja entrever disgustos internos. Ningún pelotero histórico merece una despedida tan sosa.
Aunque la pelota es un negocio y Asencio recibió la remuneración por su trabajo, el cierre de una relación así tiene un valor sentimental fuerte para el fanático.
Asencio construyó una carrera sin precedentes con los Tigres del Licey. Lanzó en 344 partidos, acumuló 339.1 entradas, registró un WHIP de 1.16 y una efectividad de 2.57.
En sus mejores años, el Licey jugaba nueve entradas, pero los fanáticos sabían que el último capítulo tenía dueño. Era él quien subía al montículo entre aplausos. A veces no traía su mejor repertorio, pero lograba el trabajo y mantenía al público al borde de la emoción.
Mal inicio
En la temporada 2025-26, Asencio no rindió igual. Participó en seis juegos, lanzó tres entradas y dos tercios, permitió siete hits y tres carreras limpias, con un solo ponche y una efectividad de 7.36. Su WHIP subió a 2.18 y los bateadores le conectaron para promedio de .389.
Sin embargo, reducir su salida a las estadísticas sería injusto. Es evidente que hubo algo más.
Lo mismo ocurre con Anderson Hernández, coach de infield de los Tigres. Pero Anderson no es solo un técnico: es uno de "los Menores", parte del dúo fundamental que marcó dos décadas de la historia azul.
Para los más jóvenes: hace 13 años, el expelotero fue amenazado de muerte si jugaba para las Águilas Cibaeñas durante la semifinal de 2012.
Así de azul era su sangre. Pero las relaciones comerciales, como el amor, terminan. Y, al parecer, ese amor llegó —al menos por ahora— a una pausa. Una demostración que, como cantaron Rocío Durcal primero y Paquito Guzmán después, uno nunca piensa en el invierno "pero el invierno llega, aunque no quieras".


Omar Santana