Entre convivencia y tensión: la frontera vive realidades opuestas ante los operativos migratorios
Residentes señalan redadas, afectación laboral y riesgo para la armonía histórica entre dominicanos y haitianos
Denuncian que guardias apresan a los haitianos y les cobran para soltarlos, sobre todo, los días de pago

En el distrito municipal Hatillo Palma la convivencia entre dominicanos y haitianos es, para muchos de sus residentes, no solo armoniosa sino indispensable. En esta comunidad agrícola, ubicada en la provincia Montecristi, la economía local descansa sobre los hombros de trabajadores procedentes del vecino país.
Aunque en el pasado se registraron expulsiones masivas de ciudadanos haitianos tras muertes de dominicanos en medio de atracos, hoy los comunitarios aseguran que esos episodios han quedado atrás.
Reconocen que, como en cualquier población, entre los inmigrantes hay trabajadores y delincuentes, pero insisten en que "la mayoría son gente de bien".
Productores, comerciantes y constructores de la zona coinciden en que entre el 95 y el 98 % de la mano de obra en esos sectores es haitiana. Desde la siembra y corte del banano hasta otras labores agrícolas, los trabajadores extranjeros mantienen en movimiento los cultivos que abastecen a buena parte del país.
Los líderes de esas actividades productivas dicen que actualmente enfrentan dificultades con agentes de la Dirección General de Migración (DGM) y miembros del Ejército de la República Dominicana (ERD), debido a los constantes operativos contra ciudadanos de la vecina nación que vienen al país con fines laborales.
Sandy Javier Cruz, productor bananero, afirma que la situación amenaza la sostenibilidad de la agricultura y la construcción en la zona.
Asegura que la reducción de trabajadores ha provocado una baja en la producción.
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Miguel Medina Sánchez, otro productor bananero, afirma que el campo y la seguridad alimentaria de los dominicanos es mantenida por los haitianos.
"Sin ellos -los haitianos- el campo no produce, y si el campo no produce, la ciudad no come", expresó Medina.
Los productores solicitan a las autoridades permisos de trabajo accesibles y una política migratoria que les permita continuar sus labores sin temor a que sus empleados sean apresados en los caminos a los predios.
Los agricultores denuncian que los allanamientos y detenciones de la DGM afectan, incluso, a haitianos con documentos.
Denuncias de abusos y corrupción
Aseguran que algunos agentes encargados de los operativos migratorios incurren en extorsión. Según dicen, le cobran dinero a cambio de liberar a los trabajadores.
Señalan que las detenciones se realizan incluso dentro de las viviendas y fincas.
Eddy Ernesto Cruz, comunitario de Hatillo Palma, denuncia que los haitianos viven con miedo de salir a las calles.
"Se entran a sus casas, les rompen las puertas, se llevan sus pertenencias. Cuando llegan al destacamento negocian y por 6,000 pesos los sueltan en la noche. La mayoría de los guardias están en eso", afirma.
Otros lugareños aseguran que la práctica es común durante los fines de semana y días de pago, cuando los extranjeros tienen dinero disponible.
Comerciantes también sienten el impacto
El comerciante Carlos Villalona explica que las ventas han caído de manera drástica porque los clientes haitianos, que representan una parte significativa del consumo en la zona, evitan salir de las fincas por miedo a los operativos.
"Ahora mismo no hay ni para remedio. Si tienen 3,000 pesos, se los llevan presos. Es un abuso. Aquí muchos dependemos de que ellos puedan trabajar y comprar en los colmados", indicó.
Por otro lado, María Altagracia Fermín, también residente en Hatillo Palma, pide que prevalezca un trato humano:
"Se los llevan y les quitan lo que ganan. Eso no es justo", externó la señora.
Inmigrantes haitianos
Pese a las dificultades, muchos inmigrantes haitianos aseguran tener buenas relaciones con los dominicanos de Hatillo Palma.
Sylvain Chery, con 19 años viviendo en la comunidad, afirma que la convivencia ha sido muy buena.
Sin embargo, admite que vive con el temor constante de ser detenido y repatriado.
Semilien Dieunar, residente en el lugar desde 2005, también destaca el trato recibido.
"No puedo decir que los dominicanos son malos. Hasta crédito me dan en los colmados", expresó.
Ambos piden que el Gobierno dominicano retome un proceso de regularización real, con permisos de trabajo que les permitan laborar sin miedo.
Coinciden en que gracias a estos trabajos pueden mantenerse y enviar recursos a sus familiares en su país de origen, el cual atraviesa actualmente una crisis sociopolítica.

Javier Genao
DAJABÓN. Organizaciones comunitarias y ciudadanos de esta provincia fronteriza expresaron su creciente preocupación por el clima de tensión que viven los ciudadanos haitianos que residen y trabajan en la zona, especialmente quienes se desempeñan en labores domésticas y en el sector de la construcción.
Según denuncias recogidas por líderes comunitarios, familias locales y empleadores, muchos de estos trabajadores extranjeros, viven un ambiente constante de hostigamiento, persecución y temor, debido a las frecuentes intervenciones de las autoridades migratorias en zonas residenciales, obras civiles, calles y espacios públicos.
Vecinos y empleadoras de trabajadoras domésticas señalan que, en los últimos meses, las redadas se han incrementado, afectando incluso a personas que llevan años residiendo en Dajabón, las cuales cuentan con empleos estables y contribuyen al funcionamiento cotidiano de cientos de hogares y comercios.
"No solo es trabajo, es convivencia"
Comunitarios destacan que, más allá de la relación laboral, se ha formado una convivencia histórica entre dominicanos y haitianos que comparten los mismos barrios, mercados, escuelas y espacios de socialización.
Sin embargo, aseguran que esta dinámica se ha visto alterada por acciones que califican como desproporcionadas y, en ocasiones, carentes de respeto por la dignidad humana.
Trabajadoras domésticas haitianas han narrado que temen salir a comprar comida, llevar a los niños a la escuela o incluso permanecer en las casas donde trabajan, por miedo a operativos sorpresivos que, según explican, no siempre siguen el debido proceso.
Construcción paralizada y miedo colectivo
El sector de la construcción, uno de los que más emplea mano de obra haitiana, también ha sido duramente afectado.
Empresarios informan que las intervenciones abruptas han provocado la paralización de obras y la pérdida de jornales, afectando tanto a dominicanos como a extranjeros que se desempeñan en ese sector.
Llamado a respeto y diálogo
Diversos actores sociales de Dajabón hacen un llamado a las autoridades a manejar la situación con mayor sensibilidad humana y apego a los procedimientos legales, garantizando el trato digno a los trabajadores migrantes y evitando acciones que afecten la convivencia diaria en la provincia.
Señalan que la migración es un tema que requiere controles, pero también responsabilidad, respeto y un enfoque que no deshumanice a quienes diariamente aportan a la economía local, desde el hogar hasta las construcciones que sostienen el crecimiento urbano.

Edward Fernández