Versión Impresa
versión impresa
Secciones
Última Hora
Podcasts
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Juegos
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Redes Sociales

Cuando la mesa se convierte en galería: homenaje al arte nacional

Casa Cuesta honra el talento y el trabajo de los artistas dominicanos llevando la trascendencia de su arte a cada hogar

Expandir imagen
Cuando la mesa se convierte en galería: homenaje al arte nacional
Arte de Café 2025, tributo a Hilario Rodríguez

Arte y café: pocas cosas nos definen tanto como dominicanos. El aroma que despierta cada mañana y los colores que llenan nuestros lienzos son, al final, expresiones distintas de una misma pasión por lo nuestro.

Desde hace nueve décadas, CCN ha apostado por resaltar la dominicanidad, ese orgullo que se cuela en cada gesto, en cada historia y, por supuesto, en cada taza de café. De ese amor nació Arte de Café, una colección exclusiva de Casa Cuesta que celebra la esencia de nuestro pueblo: sus colores, sus formas y sus emociones. Cada entrega es una pincelada de identidad que forma parte del proyecto Orgullo de mi Tierra.

Por más de veinte años, Casa Cuesta ha acompañado el ritual diario del café en miles de hogares dominicanos. A través de 16 colecciones, ha convertido el arte en parte de la mesa, plasmando la obra de grandes maestros como Guillo Pérez, Cándido Bidó, Yoryi Morel, Juan Plutarco Andújar, Elsa Núñez y Jorge Severino, entre otros.

La historia comenzó en 2003, con la obra del afamado Dionisio Blanco, cuyas figuras del hombre del campo —los sembradores sin rostro— despertaron una fiebre coleccionista en todo el país. De repente, compartir un café se convirtió en un acto de belleza y orgullo.

Al año siguiente, el maestro Guillo Pérez llevó su paleta a la colección, llenando los hogares de gallos, cañas y paisajes que evocaban el alma del campo dominicano. En 2005, Cándido Bidó llenó de luz y color las tazas con sus inconfundibles amarillos, azules y naranjas. Y en 2006, Yoryi Morel, el eterno cronista del Cibao, fue homenajeado con motivo del centenario de su natalicio.

El 2007 trajo consigo los paisajes marinos de Plutarco Andújar, un canto a la serenidad. Ese mismo año, nació la primera edición de Trazos Criollos: Frutas de mi País, con cajuiles, piñas, guayabas y mangos que recordaban la frescura del trópico.

En 2008, Elsa Núñez aportó una mirada introspectiva, intensa y espiritual, seguida en 2009 por las figuras femeninas y voluptuosas de Teté Marella, llenas de calma y sensualidad.

El 2010 celebró al inconfundible Jorge Severino, con sus majestuosas mujeres negras que parecen guardar secretos de otros tiempos, y también trajo una nueva entrega de Trazos Criollos: Palmas de mi País, dedicada a nuestras palmas endémicas.

La tradición continuó con Antonio Prats Ventós, José Morillo y Virgilio Méndez, quienes aportaron sus estilos únicos: desde la cerámica y el arte naïf hasta la exaltación de la mujer mulata dominicana.

En 2020, Jennaro González rindió homenaje a las trinitarias que florecen sobre la arquitectura colonial, mientras que la edición más reciente celebra al santiaguero Hilario Rodríguez, quien captura el alma del pueblo en escenas del mercado y paisajes llenos de folklore.

A través de los años, Arte de Café ha transformado algo tan cotidiano como el brindis matutino en una experiencia cultural. Cada pieza es una historia que se sirve con orgullo. Más que una vajilla, es un homenaje vivo al talento dominicano y una invitación a celebrar, desde el hogar, la belleza y la riqueza de nuestra cultura.

TEMAS -