Jóvenes limpiavidrios: una realidad social entre el abandono y falta de oportunidades
Aunque las autoridades municipales anuncian operativos, los limpiavidrios se mantienen en las calles

La falta de coordinación interinstitucional, el desempleo y la procedencia de hogares disfuncionales, son parte de los problemas que aumentan la presencia de adolescentes y jóvenes limpiavidrios en los semáforos de las principales calles y avenidas del Gran Santo Domingo y otras ciudades.
Muchos de esos jóvenes toman la calle a temprana edad, abandonan los estudios, en algunos casos empujados por un entorno familiar conflictivo, falto de afecto para dedicarse a “trabajar” en las vías públicas causando distracción e incomodidades a conductores.
Aunque el “trabajo de limpiar vidrio” no está penalizado por ninguna ley en la República Dominicana, la actitud violenta de la mayoría de los jóvenes, que en principio solicitan una dádiva, se convierte en un peligro para conductores que son agredidos o amenazados verbal y físicamente.
Agresividad: el problema de los limpiavidrios del Distrito Nacional
Las autoridades que tienen competencia en el tema son: Las alcaldías, la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett), La Policía Nacional y Municipal y el Consejo Nacional para la Niñez (Conani), que es la que debe velar por los menores. En pocas ocasiones se ha hecho un trabajo conjunto para enfrentar el problema.
Aunque las autoridades municipales anuncian operativos, los limpiavidrios se mantienen en las calles. Si los ciudadanos afectados no hacen la denuncia en los destacamentos de la demarcación, la Policía alega que no puede actuar y si lo hace y somete a la justicia hay que otorgarle la libertad en el plazo que manda la Constitución.
Un viejo proyecto
En 2017, la Alcaldía del Distrito Nacional inició el programa “Cero Limpiavidrios”, que prohibía esa actividad en los semáforos.
En cumplimiento con la resolución 17-2017, todos los limpiavidrios del Distrito Nacional fueron retirados de las calles y avenidas y otros los incorporaron a un programa de preparación para insertarlos al mercado laboral.
Algunos jóvenes alegaron que no encontraban trabajo y que por eso se dedicaban a esa labor. Robertico, un joven de San Cristóbal, fue uno de los beneficiados del programa. Se dejó conducir por la Dirección de Espacios Públicos y la Policía Municipal y hoy es un empleado y padre de familia ejemplar.
La mayoría desertó y rechazó la oferta para su superación y volvió a las calles. Algunos utilizan el dinero que consiguen para consumir alcohol, drogas y hay quienes, además, se dedican a jugar, entre ellos mismos, el dinero recolectado.
Se carece de un plan integral de todas las instituciones que tienen que ver con el tema para aplicar políticas públicas que permitan mejorar la calidad de vida de esos jóvenes, ayudarle a superar sus adicciones (los que tienen) y a insertarlos en el mercado laboral dándoles una nueva oportunidad.