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Chimpancés
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El mascotismo y la deforestación, amenazas para los chimpancés en Congo

Chimpancés oscila entre los 150,000 y 250,000 ejemplares en todo el mundo

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El mascotismo y la deforestación, amenazas para los chimpancés en Congo
Jane Goodall y su lucha por los chimpancés. Una historia que te dejará sin aliento (EFE)

La veterinaria española Rebeca Atencia, directora del Centro de Rehabilitación de Chimpancés de Tchimpounga (CRCT), el santuario más grande de África, ha advertido de que la deforestación masiva de las selvas en Congo y el mascotismo amenazan la vida de estos primates, cuya población oscila entre los 150,000 y 250,000 ejemplares en todo el mundo.

Soy Rebeca Tencia, soy la directora del Instituto Yingudal en Congo y además dirijo el centro de chimpunga, que es el centro de rehabilitación de chimpancés más grande de África. Para mí los chimpancés son mis amigos y son mi familia. Con algunos me llevo bien y con otros no me llevo tan bien y me pueden hacer mucho daño, me pueden llegar incluso a matar, entonces tengo que tener mucho cuidado.

Hay con algunos individuos que tengo que tener mucho respeto porque me han cogido manía por alguna cosa que ni yo sé y otros sin embargo darían la vida por mí. Los chimpancés son buenos, son malos, a los chimpancés hacen bullying, también protegen, cuidan, tienen sentimientos como nosotros. La única diferencia que tienen con nosotros es que nosotros podemos comunicarnos y podemos hablar del pasado, el presente.

Ellos se comunican en el momento, las acciones que están ocurriendo en ese momento, pero por el resto son como nosotros. Allí hay unas hormigas que son las hormigas maño que te pican y hacen muchísimo daño. Si yo tengo que pincharles una inyección para pincharle una anestesia, le digo a otro trabajador que hay hormigas maño, entonces empezamos a hacer así y de repente uno de los dos le pincha y el chimpancé se piensa que realmente hay hormigas porque a él le ha picado algo, pero si se da cuenta de que he sido yo, se enfada muchísimo, incluso me intenta atacar y claro, tengo que pedirle perdón y tengo que ver si él me da el perdón. Entonces yo le hago como hacen ellos, me agacho y le enseño la mano así y le pido perdón y ellos te hacen así como que vale, te han dado perdón.

Simbana es una chimpancé que encontré por casualidad, porque yo estaba en Brazzaville, es otra ciudad, no es donde tenemos el centro, fui al zoo a ver si había algún chimpancé y pregunté al cuidador, ¿ha llegado algún chimpancé o sabéis que se iban a rescatar algún chimpancé? Me dice, ah, sí, que se nos olvidó llamarte, había un chimpancé, pero es que ya se ha muerto, se ha muerto esta mañana.Fui corriendo y cuando llego allí veo, efectivamente había un chimpancé tirado en el suelo, así de boca abajo, pero me fijo más y veo que está tirado en el suelo y hace... y tose y se levanta un poco y yo, ¡pero que está vivo! Le llamé Simbana, que es olvidada, porque se olvidó en el fondo de una jaula y conseguimos salvar la vida.

Ella está ahora mismo en una selva de Gombe, en una isla, si yo tengo que ir a esa isla y tengo que buscar otro chimpancé, Simbana siempre viene conmigo, vamos juntas. Yo estaba en Congo, en mitad de la selva, dirigiendo el proyecto de reintroducción de Help Congo. Apareció Jane Goodall allí, a mitad de la selva, porque quería buscar una solución para su centro de rescate de chimpungas.

Estás con una pasión de la selva, te está sacando para afuera toda tu energía de cambiar el mundo, ¿no? Y me vio un momento así, pero además me lo dice ahora, que le recordé a ella. Jane Goodall es la persona que vemos en la tele, la persona que vemos en los libros, es así. Para mí es como un cuerpo mayor con una mente muy joven. El centro de chimpungas es un sitio donde están chimpancés huérfanos que vienen del tráfico ilegal, vienen con un trauma enorme de que han visto matar a su madre delante de sus ojos y llegan con miedo, se muerden los dientes, tienen todo el cuerpo con tensión.

Están traumatizados porque nos odian, y tú eres esa tía que odian, que eres un ser humano, porque un ser humano ha matado a su madre. Muchas veces pensamos de quién es esa gente tan mala que los saca de la selva, y no nos damos cuenta de que a lo mejor somos nosotros mismos. En países como el nuestro, Europa, Estados Unidos, son los que demandan la madera de Congo, y cuando se tala la selva de forma abusiva o se hacen plantaciones de monocultivo como el cultivo de aceite de palma, pues destruyes la selva y destruyes la casa de los chimpancés, de los gorilas, de los orangutanes, y ¿qué hacen? Los chimpancés si no tienen casa terminan acercándose más a los pueblos y llega el conflicto de los chimpancés, los humanos.

Sí que es verdad que en algunos países se comen a las madres, ¿y qué hacen con el bebé? Pues intentan venderlo. ¿Y cómo? Pues para el mascotismo o para un zoo ilegal, es la forma en la que llegan a ese círculo del tráfico ilegal. Cuando la gente ve en Instagram que con likes un niño con un animal salvaje se piensa que es real, que puede tenerlo en su casa, y no es una realidad.

Para que tú puedas tener un chimpancé en tu casa, un sitio que es incorrecto, han tenido que matar una familia entera. Yo me fui a África pensando que yo quería darles la selva, soltar los chimpancés y que serían libres, y ya está, ya es esa la felicidad.

Pero la felicidad no tiene por qué ser abrir una puerta que está en una selva abierta. La libertad es la capacidad de elegir dónde quieres estar.

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