El AILA cerrará su única pista, resaltando la necesidad de contar con una segunda pista operativa
El aeropuerto más importante del país desde el punto de vista geopolítico no puede seguir operando con una sola pista como su única columna vertebral

El cierre temporal de la única pista operativa del Aeropuerto Internacional de Las Américas (AILA) ha regresado a la palestra pública, una vulnerabilidad crítica de la infraestructura aeroportuaria de la capital dominicana.
Durante este cierre, las operaciones deberán trasladarse a la antigua pista —hoy utilizada como calle de rodaje— que servirá como pista provisional. Esta medida, aunque necesaria, representa un desafío operativo mayúsculo y subraya la urgencia de contar con una segunda pista permanente y plenamente equipada.
Uno de los principales impactos de esta transición será la reducción en la capacidad de llegadas por hora (debido a la necesidad de aumentar la separación entre aeronaves) para acomodar las llegadas a esta restrictiva solución.
Además, esta pista provisional no cuenta con sistemas de navegación electrónica para guiar las aeronaves desde tierra como los VOR o ILS, basándose totalmente en sistemas satelitales como el GPS. Esto reduce las opciones para los aviones (especialmente los más antiguos), y aumenta la posibilidad de desviación a aeropuertos alternos durante períodos de baja visibilidad.
- Esto, sin mencionar que en caso de un conflicto internacional de gran magnitud, es sabido que el GPS sería uno de los primeros objetivos, dejando al AILA completamente inoperativo en caso de baja visibilidad.
Un ejemplo internacional
Este tipo de situaciones no son meramente hipotéticas. El 18 de noviembre de 2022, un accidente en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez de Lima, Perú, dejó en evidencia lo que puede ocurrir cuando un aeropuerto importante depende de una sola pista.
Ese día, un Airbus A320 de la aerolínea LATAM colisionó con un camión de bomberos que ingresó a la pista por error. El accidente causó el cierre inmediato del aeropuerto, obligando a desviar decenas de vuelos a aeropuertos alternos que no estaban preparados para absorber ese volumen de tráfico aéreo.
El resultado fue un colapso temporal del sistema de aviación civil peruano, con demoras, cancelaciones y caos logístico en toda la red.
Este ejemplo es una advertencia clara: no contar con una pista alterna debidamente equipada y operativa en un aeropuerto capitalino no solo representa un riesgo operacional, sino también un riesgo estratégico y económico para el país.
El caso dominicano
En el caso dominicano, el problema se agrava por la necesidad urgente del Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC) de capacitar a más de 140 nuevos controladores aéreos en los EE. UU., dado que su Academia Superior de Ciencias Aeronáuticas (ASCA) está cerrada por remodelación.
Este gran movimiento de entrenamiento personal no planificado le genera al IDAC un costo operacional significante que no había sido presupuestado.
Es fundamental entender que la necesidad de una segunda pista no está vinculada únicamente al volumen actual de tráfico aéreo del AILA, sino a la capacidad del sistema para responder ante contingencias y emergencias.
Un aeropuerto de esta categoría, el más importante del país desde el punto de vista geopolítico, no puede seguir operando con una sola pista como su única columna vertebral.
Contar con una segunda pista plenamente operativa y equipada no es un lujo, sino una necesidad estratégica. Su construcción garantizaría la continuidad del servicio ante eventos programados o inesperados, y fortalecería la seguridad, la eficiencia y la resiliencia del sistema aeronáutico nacional.
Para un país cuya economía depende en gran medida del turismo, el comercio y la conectividad internacional, esta es una inversión impostergable. República Dominicana debe mirar hacia adelante con visión y planificación. La experiencia internacional, como el caso de Perú, debe servirnos como advertencia y guía. El momento de actuar es ahora.