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El artículo escrito por el dominicano Médar de la Cruz, con el que ganó un Premio Pulitzer

El artículo relata lo que vio Médar cuando trabajaba como bibliotecario en el centro penitenciario

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El artículo escrito por el dominicano Médar de la Cruz, con el que ganó un Premio Pulitzer
El pasado 7 de mayo, el autor domínico-estadounidense Médar de la Cruz ganó el Premio Pulitzer por su artículo sobre la prisión Rikers. (FUENTE EXTERNA)

El pasado 7 de mayo, el autor domínico-estadounidense Médar de la Cruz ganó el prestigioso Premio Pulitzer de Crítica y Reportaje Ilustrado por "El diario de un trabajador de la biblioteca de Rikers Island".

El informe, publicado por la revista The New Yorker en 2023, recrea las impresiones de un artista que trabajó como bibliotecario en el sistema penitenciario más grande de la ciudad de Nueva York.

En el reportaje, el escritor explicó que inició a trabajar como asistente bibliotecario para la Biblioteca Pública de Brooklyn en una de las principales cárceles de la ciudad de Nueva York, ubicada en Rikers Island.

De igual modo, en el escrito, Médar cuenta las vivencias dentro de la cárcel, más peligrosa de la gran manzana, recreando todo lo que se ve dentro de las paredes de la correccional en sus dibujos, ya que afirma que no se permiten los teléfonos ni las cámaras.

Aunque no todo es negativo dentro de la cárcel, el dominicano explicó que "siempre me conmueve el sentimiento de gratitud y calidez que algunas personas expresan cuando podemos conseguirles los libros que pidieron".

De la Cruz, dijo que el Departamento Correccional (D.O.C.) no les proporciona estanterías, así que en Rikers, junto con sus colegas, hicieron rodar un carrito chirriante de un dormitorio a otro.

Rikers es una de las cárceles más notorias del mundo. Los trabajadores encarcelados lo construyeron sobre una base de basura, y la ciudad de Nueva York lo llena con unas seis mil personas, la mayoría de las cuales están a la espera de juicio. Muchos simplemente no pueden pagar la fianza. Algunos se quedan durante años.

El Centro Vernon C. Bain, al que todo el mundo llama el Barco, es una barcaza de la cárcel que cruza el agua desde Rikers que huele a pescado y basura.

Rikers, tiene partes que ya el escritor ni sus compañeros visitan por la falta de seguridad en la zona y otras porque han perdido el acceso a la biblioteca debido a la falta de personal.

Cuenta que, en un dormitorio de la enfermería del centro penitenciario, a menudo escucha a hombres hablando por teléfonos públicos con sus esposas e hijos, mientras otros intercambian bocadillos u hojearon documentos legales que necesitan para el juicio.

En el segundo y tercer piso de la enfermería, los pasillos son tan estrechos que el carrito de libros apenas pasa. Los hombres ahí estaban enjaulados solos en "custodia protectora" y rara vez pueden salir de sus celdas, por ende, tienen que pasar los libros por una ranura, cuenta el reportaje.

El ilustrador dominicano relata que, en ocasiones, pasan los oficiales fuertemente armados a los que llaman "tortugas", escoltando a personas transgénero mientras otro oficial de la correccional graba todo lo que ocurre.

En 2022, un grupo de trabajo convocado por la Junta Correccional dijo que el D.O.C. a menudo ponía en peligro a las personas trans al alojarlas en unidades que no coincidían con su identidad de género y muchas de estas incluso sufrieron violencia sexual.

Los libros se convirtieron en las principales fuentes de entretenimiento y evasión de los reclusos, incluso, a menudo, Médar solo podía imaginar lo solos que se sentían los prisioneros cuando no hablaban los mismos idiomas que los que los rodeaban.

En un lugar donde se encuentran diferentes tipos de personas, en el quinto piso, un prisionero se dedicaba a matar el tiempo haciendo esculturas increíbles con jabones y la borra de café, de igual modo, dentro de la correccional hay talentosos escritores, origamistas y diseñadores de camisetas.

La mayoría de los oficiales correccionales no tenían ningún tipo de comunicación con los trabajadores bibliotecarios, pero uno siempre bromeaba con Médar y su compañero al salir y les pedía que le prestaran libros para poder pasar el tiempo en turnos largos.

Al momento de terminar un turno en Rikers, Médar resultaba con dolor de piernas de estar de pie todo el día. "Pensaba en todas las personas con las que había hablado. Espero haber hecho una pequeña diferencia para ellos", expresa el artículo.

"Al menos puedes irte a casa", las palabras de uno de los reclusos hacia Médar que se quedaron grabadas en la mente del ilustrador dominicano.

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