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¿Está lo sinfónico de moda? Cuando lo clásico se entrelaza con la popularidad
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¿Está lo sinfónico de moda? Cuando lo clásico se entrelaza con la popularidad

Teatro, conciertos, cuentacuentos, y hasta Gustavo Dudamel en Coachella... analizamos con varios músicos y artistas acerca de esta tendencia de la música actual

En los últimos años, una tendencia musical ha cobrado fuerza tanto a nivel global como en República Dominicana: los conciertos sinfónicos. Lo que antes era exclusivo de la música clásica y de auditorios especializados, hoy encuentra eco en escenarios populares y con artistas de géneros muy diversos. Esta expansión ha creado una conexión inédita entre la música académica y el entretenimiento masivo.

El ejemplo más reciente ocurrió en el festival Coachella, donde el reconocido director venezolano Gustavo Dudamel se presentó junto a la Filarmónica de Los Ángeles.

Durante 50 minutos, la orquesta deleitó a un público mayoritariamente joven, con versiones sinfónicas de temas interpretados por artistas como Laufey, Maren Morris, Becky G, Zedd y el rapero LL Cool J. La Filarmónica no solo acompañó, sino que también interpretó piezas clásicas, demostrando que la música sinfónica tiene un lugar protagónico incluso en festivales alternativos.

De Coachella a RD: el fenómeno sinfónico se localiza

En el país, la tendencia también gana terreno. El artista urbano dominicano Mark B participó por primera vez en un concierto con una orquesta sinfónica en Punta Cana, acompañado por la Sinfónica Clásica de Hispaniola bajo la dirección del maestro José Miguel Taveras. El evento propuso una fusión inusual entre la música urbana y los arreglos orquestales.

Otros ejemplos significativos son los conciertos sinfónicos protagonizados por la agrupación de rock Toque Profundo y el bachatero Alex Bueno en el Teatro Nacional, con motivo de sus aniversarios en la música. Dos espectáculos que reafirmaron lo versátiles que son y evidenció el impacto que puede tener este formato en la carrera de artistas populares.

"Cuando tú vendes un concierto sinfónico con 60 músicos acompañando a un cantante, la gente siente que está presenciando algo grande. No es lo mismo ver a un cantante con 5 músicos que con una orquesta completa"Amaury SánchezDirector musical

¿Por qué esta tendencia?

Para Amaury Sánchez, director musical y pionero de los sinfónicos populares en República Dominicana, la respuesta es clara: "Las personas están buscando un desahogo con relación a todo lo que se escucha por la radio, los reguetones, el dembow. Yo no digo que sean malos esos géneros, pero no gustan a todo el mundo. Sin embargo, me siento bien de ver a muchos jóvenes interesados en escuchar la música de grandes maestros".

El cantautor Pavel Núñez, quien recientemente presentó dos conciertos sinfónicos —uno en Santo Domingo y otro en Santiago—, coincide: "Viene por ese mismo balance que la gente está buscando... Lo mediático ha sido tanto que la gente necesita volver a conectar con lo que se consume a puertas cerradas, con lo que tú eliges. No virtual. O sea, que tú dices: voy a comprar esta boleta porque quiero oír a este cantante que en tal año pegó tal canción, pero que ahora acaba de sacar un nuevo álbum. Y quiero ir a conectar con lo nuevo, pero también recordar eso que me movió fibras hace 15 o 20 años".

El cantautor Marel Alemany también celebra la diversidad musical que permite este tipo de experiencias:

"Yo creo que hay música para pensar, música para sentir, música para bailar, música para olvidar, para despejarse. Uno tiene que seguir haciendo lo que sabe hacer, y eso va a conectar con un grupo de gente en un momento determinado".

Una experiencia enriquecida

Sánchez destaca que parte del encanto del sinfónico radica en el impacto visual y sonoro de una gran orquesta en escena:

"Cuando tú vendes un concierto sinfónico con 60 músicos acompañando a un cantante, la gente siente que está presenciando algo grande. No es lo mismo ver a un cantante con 5 músicos que con una orquesta completa".

Y agrega: "Eso pasó, por ejemplo, con Alberto Cortez, que normalmente tocaba solo al piano, y luego hicimos un sinfónico con él. También con Francisco Céspedes. La gente siente que su dinero está bien invertido cuando ve una producción así".

Sánchez también resalta el valor musical de los timbres orquestales: "Los timbres sinfónicos -como el del fagot, el oboe, los clarinetes- son poco escuchados, y cuando se integran a los arreglos, despiertan la imaginación. Beethoven, en su Sinfonía Pastoral, usó esos sonidos para evocar la naturaleza. Esos timbres enriquecen tanto el concierto como al artista".

¿Moda pasajera o cambio real?

La pregunta de fondo permanece: ¿lo sinfónico está de moda o es reflejo de un cambio genuino en el gusto del público? Amaury Sánchez responde con franqueza:

"Las dos cosas. Está de moda, pero también hay un cambio real. Están surgiendo homenajes sinfónicos muy bien logrados, como los de Héctor Lavoe. Y hay una búsqueda por parte del público: quieren ver y escuchar cosas nuevas".

La propuesta sinfónica ha encontrado terreno fértil en otras áreas del arte. Un ejemplo es El Cuentacuentos Sinfónico, de Anya Damirón, una producción multidisciplinaria que combinó literatura, música, ilustración y teatro. Esto demuestra que lo sinfónico no es una caja cerrada, sino una plataforma que puede adaptarse y enriquecerse con otras formas de expresión.

Retos y aprendizajes

Sánchez recuerda cómo en el año 2000, montar un musical en vivo era casi una locura: "Al principio perdíamos mucho dinero, pero mira cómo están ahora: todo el mundo quiere hacer musicales".

También rememora un hito importante: "En 2000 hicimos El merengue se viste de gala con El Torito, y en 2001 En son de gala con la familia André. Era una quimera pensar que el merengue podía entrar al Teatro Nacional. Lo hicimos el 14 de mayo, justo antes de las elecciones, y fue un éxito total".

"Convencimos a Natacha Sánchez en ese momento de que el merengue merecía un marco sinfónico. Hoy el merengue es Patrimonio Cultural de la Humanidad. Después de eso vinieron Alberto Cortez Sinfónico (2005), Dani Rivera Sinfónico (2006), y así hemos seguido".

Detrás del fenómeno: datos y contexto global

  • Los conciertos sinfónicos con artistas populares forman hoy un segmento relevante dentro de la industria de la música en vivo. En 2023, las 100 giras más importantes del mundo recaudaron 9,200 millones de dólares, un 65 % más que en 2019, según cifras de la industria.
  • Aunque los géneros como el pop y el rock dominan, las experiencias sinfónicas han logrado posicionarse con fuerza. Estrellas como Beyoncé, Taylor Swift y bandas como U2 han incorporado elementos sinfónicos en sus espectáculos, con gran éxito de taquilla y crítica.

Plataformas como Spotify y Apple Music han contribuido a ampliar el alcance de estos conciertos, ayudando a promocionarlos y conectarlos con nuevos públicos. Eventos especiales —como el icónico concierto de Rod Stewart en Copacabana (1994) o el de Lady Gaga en Río de Janeiro (2025)— han demostrado que la música sinfónica, cuando se presenta con creatividad, puede atraer a audiencias masivas.

El auge de lo sinfónico no es solo una moda, sino una manifestación de que el público está abierto a nuevas formas de disfrutar la música. Ya sea por nostalgia, por búsqueda de calidad o simplemente por curiosidad, esta tendencia parece haber llegado para quedarse.

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Periodista dominicano con experiencia en medios escritos impresos y digitales. Formado en el área de marketing digital y periodismo digital. También cuenta con experiencia en televisión.