Joseph Zárate: "A veces la gente no quiere saber"
Creo que parte del deber de un periodista es recordar a la gente que esas cosas -las guerras, el hambre, las injusticias- ocurren y que tenemos que hacer algo al respecto

Después de 20 años de carrera profesional (tiene 38), Joseph Zárate, periodista y escritor peruano, aspira a seguir haciendo lo mismo hasta que el cuerpo aguante. Reconocido con importantes premios internacionales, es uno de los mejores cronistas de Latinoamérica. Cronista entendido como periodista centrado en el género de la crónica, ese periodismo que bordea la literatura en el estilo. Es escritura lenta y larga... sobre hechos verificables y verificados. No es ficción aunque se lea con el gusto que dan los buenos relatos.
Zárate es profesor la Pontificia Universidad Católica del Perú en un curso de Maestría de escritura creativa y escribe dos o tres crónicas al año... que suelen terminar publicadas como libros.
-¿Para quién escriben los periodistas, si ya "no hay tiempo" para leer?
Sí, es una pregunta que nos hacemos a menudo. Martín Caparrós, que es uno de mis maestros, decía que a veces los periodistas debemos escribir no para el público, sino contra el público. Y en estos tiempos se evidencia una creciente deshumanización del otro en los medios... A veces la gente no quiere saber.
-¿Se niega a ver la realidad?
Quiere estar en sus cosas... abstraerse de la realidad. Creo que parte del deber de un periodista es recordar a la gente que esas cosas -las guerras, el hambre, las injusticias- ocurren y que tenemos que hacer algo respecto. No como individuos simplemente, sino como tejidos sociales. Como un colectivo. A menos esa es la manera en la que yo pienso en mi trabajo como reportero.
-¿Y cómo se escribe "contra el público"?
Escribir contra el público es hacerle recordar, lograr que la gente se cuestione ciertas ideas de lo que es, digamos, el progreso. Que se cuestione el statu quo, que se cuestione ciertas ideas que hemos considerado como naturales cuando en realidad son construcciones ideológicas, políticas, que a veces nos alejan de nuestra propia humanidad.
-¿La crónica es el género periodístico más adecuado para lograrlo?
La crónica tiene una característica muy particular: puede echar mano de recursos literarios, estilísticos. Pero desde mi punto de vista no los usamos para demostrar cuán buen escritor soy o para entretener. Esa es una parte muy pequeña. Creo que lo literario en las crónicas está en la mirada de quien escribe.
-Para mirar hay que salir de la redacción...
Los cronistas nos exponemos a la realidad, que siempre es caótica. Y de todo ese caos los reporteros intentamos construir un sentido, tratar de ordenarlo, contextualizarlo. Y que la gente pueda pensar y cuestionarse, preguntarse sobre las cosas que tiene frente a sus narices, qué significa eso que estamos viviendo. Para eso echamos mano de los recursos estilísticos, los cuales son solamente eso, recursos. Hacer literatura no es el fin en sí mismo.
-Usted ha recorrido la Amazonía y escribió una crónica de un viaje de más de tres meses...
Como reportero he trabajado sobre todo esta zona del mundo que llamamos la Amazonía, una zona muy extensa que ocupa un poco más del 40 % de Sudamérica y es compartida por ocho países. Mi abuela nació a mitad del siglo XX en una comunidad indígena de la nación Kukama-Kukamiria. Nació allá, muy cerca del valle del río Amazonas. Es un pueblo, una nación indígena de Río Grande. Pero cuando ella era una bebé sus padres migraron a Iquitos, que es la capital de la selva peruana, y luego a Tucalca.
-Y de ahí a Lima...
Sí, a los 13 años migró a Lima porque quería estudiar, quería ser enfermera. Y bueno, nunca estudió enfermería. Trabajó de empleada doméstica, que es algo que suele pasar mucho en el Perú y en otras partes de Latinoamérica. Las chicas que son de origen más precario, económicamente hablando, de los Andes o de los pueblos rurales, van a la gran capital a trabajar como empleadas. Eso se repite todavía hoy. Mi abuela trató todo lo posible para progresar.
-Por lo que decía anteriormente, usted cuestiona el concepto de lo que se entiende comúnmente por "progreso".
Para mi abuela el progreso significaba ser alguien en la ciudad, tratar de ser más como en la ciudad. En un momento, cuando yo la entrevistaba ya de más grande, ella me llegó a confesar que sintió vergüenza de su origen indígena porque sufría racismo por su color de piel, por sus rasgos, por la manera en la que ella hablaba. Entonces, ella intentaba de alguna manera esconder ese origen, esa particularidad.
-¿Y al final?
Y al final...cuando ya estaba muy viejita, ella se conoció. "Yo sentí esto, pero yo vengo de aquí". Hubo un reconocimiento del valor de su origen.
Periodistas
-Los géneros periodísticos tradicionales de reportaje, crónica, entrevista... ¿están ahora constreñidos a unos formatos que no les son propios? ¿Se adaptan bien a las nuevas plataformas de difusión: redes, el mundo digital...?
Pienso que el género periodístico que yo practico, que es la crónica, no es superior a los demás. Cada género o cada manera de hacer periodismo, la entrevista a profundidad, el artículo más informativo, el periodismo de datos...todas las formas de hacer periodismo son complementarias y tienen un objetivo particular. Yo creo que dentro de los géneros periodísticos, la crónica es el que menos público tiene, porque para poder leer un texto se requiere tiempo. Por eso creo que es importante pensar en la complementariedad de las manifestaciones periodísticas.
-¿Qué deben priorizar esas formas de hacer periodismo?
Tratar a los seres humanos como fuentes de información y nada más. Yo creo que hay muchas maneras de pensar el periodismo y que uno puede evidenciar. Por ejemplo, en mi caso, cuando yo voy a la Amazonía, veo que en las comunidades hay otra manera de pensar las historias. No necesariamente es la palabra escrita la que cuenta, es la oralidad. Juntas a toda la comunidad y les cuentas lo que ha ocurrido. Es otra manera de informar y yo creo que hacia allá vamos, ¿no? Yo no creo que la diversificación sea mala en sí misma.
-¿Comparte el discurso alarmista de la crisis del periodismo?
El periodismo, en realidad, como oficio y como lo conocemos hoy día, tiene un poco más de un siglo. Existen estos géneros periodísticos que se van a seguir haciendo pero también hay gente que está haciendo periodismo a través de las redes sociales, a través del performance. Y eso me parece que es muy excitante.
-¿Ha probado otras vías expresivas?
Como escritor y como periodista, por ejemplo, estoy tratando de echar la mano también de otras herramientas. Por ejemplo, de la poesía documental. Es un tipo de poesía que en vez de interesarse más por el mundo interior de quien escribe, el poeta, se interesa más por el mundo de los otros. Y trabaja con testimonios, con voces, con archivos, con documentos.
-¿Cómo la incorpora a su profesión?
Eso es lo que estoy intentando. Por ejemplo, ahora escribí una pieza para un catálogo en el que participé. Hace unos meses se hizo en Barcelona una exposición que se llamó "Amazonías, el futuro ancestral" y me pidieron un texto para el catálogo de la exposición que se hizo con la investigación que hicimos con dos compañeros, Andrés Cardona, un fotógrafo colombiano, y Freddy Carreras, el curador... Me pidieron escribir para el catálogo una crónica de una página.
-¿Pudo escribir solo una página?
Bueno...cuando tenía que entregar el texto, mi padre falleció y no sé por qué, probablemente por esa misma situación de crisis, comencé a intentar escribir y la forma clásica de la crónica no me funcionaba. Y de pronto, una noche, comencé a jugar con las palabras y ya no escribirlo así corrido, sino ir partiendo los versos. Comencé a darle una forma... como si fuera un río de palabras. Y todo lo que está escrito ahí, es verificable. Cada línea es verificable. Pero tiene la forma de un poema. Hay fragmentos de citas, testimonios, voces que aparecen. Es totalmente desencorsetar el género, soltarlo, que cobre otra vida.
-Como escritor debe ser muy excitante probar todas esas formas.
¡Sí! Pero pasó esa noche porque yo creo que cuando los seres humanos estamos en una situación de crisis, se activan ciertos mecanismos de defensa. Y creo que uno de esos mecanismos es la creatividad.
-¿La prensa en Perú está tan polarizada como en otros países?
No sé si está en tanto, pero hasta el día de hoy ya se han contado cerca de 50 personas baleadas y asesinadas por la policía cuando ejercían su derecho a la protesta. Tuve la oportunidad de ir a la región del Altiplano, una región con mucho compromiso. Pude ver de manera directa la represión. Y algo que pude evidenciar es el rechazo que siente la gente, común y corriente contra la prensa tradicional.
Joseph Zárate recibió el Premio Gabriel García Márquez 2018 en la categoría Texto, el Premio Ortega y Gasset 2016 a Mejor Historia o Investigación Periodística y el Premio Nacional PAGE 2015 de Periodismo Ambiental creado por la ONU. Es autor de Guerras del interior (2018), libro de crónicas sobre conflictos sociales y ambientales causados por la explotación de oro, madera y petróleo en los Andes y la Amazonía. Por sus reportajes sobre el trabajo funerario en la COVID-19, reunidos en su libro Algo nuestro sobre la tierra (2021), ganó el Premio Nacional de Periodismo 2020, recibió una Mención Especial en el Premio Nacional de Literatura 2022 y fue nominado al True Story Award 2020/21, que reconoce al mejor periodismo narrativo alrededor del mundo.