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¿Estamos siguiendo los modelos correctos o somos un experimento?

Longevidad en duda: cuando los gurús no viven lo que predican

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¿Estamos siguiendo los modelos correctos o somos un experimento?
La longevidad no se compra en cápsulas ni se mide en likes virales. (SHUTTERSTOCK)

Frank Suárez murió a los 71 años. Robert Atkins, creador de la dieta cetogénica, falleció a los 72. Charles Poliquin, gurú de la suplementación, murió a los 57. Zoltan Rona, defensor de la medicina ortomolecular, murió a los 73. Ninguno alcanzó la longevidad que promovía.

¿Contradictorio? Tal vez. ¿Preocupante? Sin duda. En plena era del biohacking, muchos de los modelos que prometen extender la vida no han sido puestos a prueba por el tiempo... ni por sus propios autores.

Hoy, vivimos inmersos en una narrativa de salud "optimizada": ayunos de 20 horas, dietas carnívoras, saunas infrarrojos, cápsulas de nicotinamida y sueros intravenosos.

Pero la pregunta incómoda es: ¿qué tan sostenibles son estas estrategias? ¿Y si lo que estamos haciendo es simplemente formar parte de un gran experimento colectivo, sin resultados a largo plazo?

Las "zonas azules"

En contraste, las llamadas "zonas azules" -Okinawa, Cerdeña, Icaria, Nicoya y Loma Linda- sí ofrecen datos reales sobre longevidad.

Personas que superan los 90 o 100 años con bajo uso de medicamentos, movilidad preservada y una vida funcional. Sus patrones de alimentación distan mucho de las modas actuales: comen legumbres, vegetales, frutas, cereales integrales y grasas saludables.

La carne aparece ocasionalmente, en porciones pequeñas. No siguen dietas restrictivas, sino tradiciones sostenidas. Y más allá de la comida, duermen bien, caminan todos los días, tienen propósito, vínculos sociales sólidos y poco estrés tóxico acumulado.

Pero ojo: este modelo tampoco es perfecto. En estas regiones se ha descrito una ingesta baja de proteína total, especialmente en adultos mayores, lo que podría representar una limitación en contextos de pérdida muscular o enfermedades crónicas.

Algunos estudios actuales plantean que preservar la masa muscular después de los 60 años requiere estrategias diferentes a las de poblaciones longevas "naturales", sobre todo cuando el entorno no favorece el movimiento diario o la cocina tradicional.

Además, no podemos olvidar el rol de la genética. Ciertas variantes mitocondriales, polimorfismos en genes de reparación celular y factores epigenéticos influyen en la longevidad de estos individuos, haciéndolos biológicamente distintos de la mayoría. No todos podemos replicar sus resultados simplemente copiando su estilo de vida.

El modelo correcto

Entonces, ¿cuál es el modelo correcto? Tal vez ninguno lo sea en forma aislada. Las zonas azules nos enseñan el valor de lo simple, lo sostenible, lo comunitario.

Las propuestas modernas nos recuerdan que la ciencia avanza y que no estamos condenados por nuestros genes. El problema aparece cuando se descontextualiza.

Cuando un joven sano con acceso a comida diversa decide comer solo carne y sal, o cuando una mujer peri-menopáusica se somete a ayunos extremos creyendo que eso prevendrá el envejecimiento, sin comprender su biología individual.

En lugar de buscar fórmulas universales, quizás debamos volver a lo esencial: comer con propósito, mantenernos activos, dormir profundamente, tener vínculos reales y permitir que la ciencia complemente, pero no sustituya, lo que la experiencia poblacional ya ha validado.

Porque la longevidad no se compra en cápsulas ni se mide en likes virales. Se construye, día a día, en decisiones pequeñas, sostenidas y profundamente humanas.

TEMAS -

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).