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Camino de vuelta

El curioso viaje de los acrónimos en nuestro vocabulario

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Camino de vuelta
Cómo los acrónimos se convierten en palabras cotidianas. (SHUTTERSTOCK)

Vivimos en un mundo de siglas. Se trata de ahorrar tiempo y espacio. Sin embargo, a veces las palabras, díscolas y chiviricas, recorren el camino en sentido contrario. Una sigla está formada con las letras iniciales de cada una de las voces significativas de una expresión. Así escribimos DED por Diccionario del español dominicano. Si vamos a repetir con frecuencia una expresión en un texto, siempre podemos recurrir a las siglas para aligerarlo.

A la hora de leerlas, las deletreamos si son difíciles de pronunciar. En cambio, cuando su estructura reproduce los patrones de las sílabas de nuestras palabras, las leemos tal y como se escriben, como cualquier otra palabra. Este tipo concreto de siglas son conocidas como acrónimos. Algunos de ellos, a fuerza de usarse repetidamente, dejan de escribirse con todas sus siglas en mayúscula y acaban entrando en nuestro léxico como palabras comunes. Han perdido su condición de acrónimos, han hecho el camino de vuelta y se han convertido de nuevo en palabras a todos los efectos. Hay un puñado curioso de estas palabras en cuyo origen hay un acrónimo.

Existe la pyme, sustantivo femenino que tiene su origen en el acrónimo de pequeña y mediana empresa. Necesitamos desgraciadamente todavía la palabra sida, un acrónimo de síndrome de inmunodeficiencia adquirida. Y también necesitamos los términos uci  o uvi, acrónimos de unidad de cuidados intensivos o de vigilancia intensiva; o el sustantivo tac, acrónimo de tomografía axial computarizada. Los ejemplos nos muestran que cuando estos acrónimos son palabras comunes se escriben con todas sus letras en minúscula (a menos que lo exija la ortografía); no hay mejor prueba de que los hablantes han perdido la conciencia de que eran originalmente siglas.

Algunos de estos acrónimos proceden directamente del inglés. Las expresiones que dieron origen a la sigla estaban en esa lengua y el español las ha adoptado plenamente hasta el punto de que están perfectamente integradas en nuestro sistema fonético y ortográfico. El sustantivo radar procede del acrónimo inglés radar, de las iniciales de  radio detecting and ranging ´detección y localización por radio´. La voz láser procede del acrónimo inglés laser, formado a partir de las iniciales de la expresión light amplification by stimulated emission of radiation ´amplificación de luz mediante emisión inducida de radiación'. Esa tilde, que marca su condición de palabra llana terminada en erre, demuestra sin dudas su plena adaptación al español.

Hay una parejita de acrónimos que merecen una atención especial. El español ovni es el acrónimo de la expresión objeto volador no identificado; en nuestra lengua surge como un calco (que hasta aquí se cuelan) del acrónimo inglés ufo, de unidentified flying object. Ambos se refieren a esos objetos voladores que por su origen misterioso o desconocido para nosotros despiertan nuestra imaginación y la llevan por esos mundos extraterrestres.

Solo hay una sutil diferencia entre acrónimos y acrónimos lexicalizados (es decir, aquellos que ya se han transformado en palabras): el plural. Si mantienen su condición de sílabas y están escritos en mayúsculas, permanecen invariables en plural; en cambio, si se han incorporado al vocabulario general, siguen las reglas habituales del español para la formación del plural: pymes, tacs, ovnis, radares, láseres.

Las siglas son útiles, pero no abusen;  recurran a ellas solo cuando sean necesarias y, si son poco conocidas, tengan la cortesía de interpretarlas.

TEMAS -

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.