Entendiendo la esquizofrenia
Si bien es una enfermedad seria, con el tratamiento adecuado, muchas personas pueden llevar una vida plena y significativa

La esquizofrenia es uno de los trastornos mentales más complejos y mal comprendidos. A menudo envuelta en estigmas y mitos, esta condición afecta la manera en que una persona piensa, siente y se comporta.
Si bien es una enfermedad seria, con el tratamiento adecuado, muchas personas pueden llevar una vida plena y significativa, conforme explica la doctora Xiomary Mercedes, médico psiquiatra y terapeuta familiar, con quien profundizamos sobre esta condición.
¿Qué es la esquizofrenia?
Es un trastorno psiquiátrico crónico que altera la percepción de la realidad. Se manifiesta a través de síntomas como alucinaciones, delirios, pensamiento desorganizado y cambios en el comportamiento.
Contrario a la creencia popular, no se trata de una "doble personalidad", sino de una alteración profunda del pensamiento y la percepción.
Generalmente aparece entre los 16 y 30 años, aunque puede surgir más tarde. Su curso es variable: algunas personas experimentan episodios agudos con periodos de estabilidad, mientras que otras pueden tener síntomas persistentes.
Tipos de esquizofrenia

Aunque el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) ya no clasifica la esquizofrenia en subtipos como antes, históricamente se describieron varias formas clínicas que todavía ayudan a comprender las distintas manifestaciones del trastorno:
- Paranoide: caracterizada por la presencia predominante de delirios de persecución o grandiosidad y alucinaciones auditivas. El pensamiento y el lenguaje suelen estar más organizados que en otros tipos.
- Desorganizada (hebefrénica): marcada por lenguaje y comportamiento muy desorganizados, afecto inapropiado o plano, y dificultad para realizar actividades cotidianas.
- Catatónica: los pacientes pueden alternar entre una inmovilidad extrema y una agitación motora sin propósito, o presentar movimientos repetitivos y resistencia a instrucciones.
- Indiferenciada: cuando los síntomas no encajan claramente en las otras categorías o cuando persisten síntomas leves tras un episodio agudo.
Actualmente, los profesionales de salud mental nos enfocamos más en evaluar los síntomas específicos y su intensidad, y no en la clasificación.
Cuáles son las causas
No existe una única causa de la esquizofrenia; más bien, es el resultado de una interacción compleja entre factores biológicos, genéticos, neuroquímicos y ambientales:
- Genética: tener un familiar de primer grado con esquizofrenia aumenta significativamente el riesgo. Sin embargo, no es una condición puramente hereditaria.
- Neurobiología: alteraciones en neurotransmisores como la dopamina y el glutamato, así como cambios estructurales en ciertas áreas del cerebro.
- Factores prenatales y perinatales: infecciones durante el embarazo, complicaciones en el parto y desnutrición fetal.
- Factores ambientales: el estrés extremo, el consumo de sustancias psicoactivas (como cannabis en la adolescencia), y experiencias traumáticas.

Atención a los síntomas
Los síntomas de la esquizofrenia se agrupan en tres categorías:
- Síntomas positivos: como alucinaciones (especialmente auditivas), delirios, pensamiento desorganizado y comportamientos extraños.
- Síntomas negativos: reflejan una disminución o pérdida de funciones normales. Incluyen aislamiento social, afecto plano (poca expresión emocional), dificultad para sentir placer (anhedonia) y falta de motivación.
- Síntomas cognitivos: afectan la atención, la memoria de trabajo y la capacidad para planificar y tomar decisiones. Estos síntomas son clave para el funcionamiento social y laboral.
Qué tratamiento seguir
El tratamiento de la esquizofrenia es integral y multidisciplinario. No existe una cura definitiva, pero los síntomas pueden controlarse de forma efectiva:
- Medicamentos antipsicóticos: son la piedra angular del tratamiento. Ayudan a reducir los síntomas positivos, aunque pueden tener efectos secundarios. Existen antipsicóticos típicos (de primera generación) y atípicos (de segunda generación), estos últimos con un perfil más favorable.
- Psicoterapia: especialmente la terapia cognitivo-conductual, ayuda al paciente a identificar y manejar pensamientos distorsionados, reducir la angustia y mejorar la adherencia al tratamiento.
- Rehabilitación psicosocial: incluye programas de reintegración laboral, entrenamiento en habilidades sociales y apoyo educativo. Son esenciales para la recuperación funcional.
- Apoyo familiar: la psicoeducación a la familia mejora la comprensión del trastorno y reduce recaídas. La familia es un pilar fundamental en el proceso de estabilización y recuperación.
- Seguimiento continuo: la esquizofrenia requiere atención constante, incluso en periodos de estabilidad, para prevenir recaídas y promover el bienestar.
Romper los estigmas
La esquizofrenia es un trastorno complejo pero tratable. La comprensión, el acompañamiento profesional y el apoyo familiar son fundamentales para ofrecer a quienes la padecen una mejor calidad de vida.
Romper los estigmas y hablar con información clara y humana sobre esta condición es una responsabilidad colectiva que abre el camino hacia la inclusión y la salud mental para todos.