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"Comer con los ojos", un viaje culinario por el mundo del cine

En mi biblioteca me sobreviven algunos libros (muchos) que me brindan el inestimable placer de buscar uno y encontrar otro, como este de Daniel Vázquez Sallés

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Comer con los ojos, un viaje culinario por el mundo del cine
Nada es tan propio y enriquecedor como visitar los estantes de una biblioteca en físico. (SHUTTERSTOCK)

Lo bueno de tener una biblioteca es la disponibilidad de tener a manos los libros que uno consulta o visita con frecuencia.

Mi biblioteca, en algún momento, llegó a ser la más grande del país. No porque tuviera muchos libros, sino porque contaba con acceso de manera exclusiva a dos o tres de las bibliotecas más completas y especializadas de este país, además de las sabias orientaciones de su bibliópata propietario. 

Hoy día ese privilegio está a un click de cualquier usuario, incluyéndome, aunque no sé si se estarán en línea las recomendaciones de los libreros.

Sigo pensando que nada es tan propio y tan enriquecedor como visitar los estantes de una biblioteca en físico.

La mía -lo he escrito antes-, no es la misma de hace unos años, fragmentada por la ida de algunos amigos, por varios diluvios universales que ocurrieron en mi casa, devastada por pérdidas y mudanzas, extravíos y secuestros en separaciones amorosas y no tan amorosas, préstamos sin devoluciones, agentes de desgastes como las trazas y mal manejo, la humedad, donaciones....

Recientemente ha sido otra causa: una permanente reclasificación para dividirla entre Santo Domingo y Jarabacoa en una suerte de "biblioteca tomada", en la que he ido acortando los tramos, apretando los tomos y sofocando los títulos, buscando no una mosca o algún visitante intergaláctico, sino la permanente necesidad de espacio.

El placer de encontrar un libro

Aun así, pese a todas esas peripecias, me sobreviven algunos libros (muchos) que me brindan el inestimable placer de buscar un libro y encontrar otro.

Buscaba esta mañana el libro del escritor dominicano Guillermo Piña Contreras (que recomiendo) "Con el Caribe al fondo", novela policíaca que debe comenzar con un asesinato y, aunque la trama concluye o debe concluir un mes más tarde, el autor se permite abarcar en ese mes más de medio siglo de historia dominicana que, por supuesto, se enreda en la era de Trujillo.

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Fui devorando con los ojos lomo tras lomo, sazonados con los más variopintos títulos, acercándome a la inevitable conclusión de que "debo haberlo dejado en Jarabacoa".

Y allí, casi en el último tramo por degustar, me encuentro con el libro de Daniel Vázquez Sallés "Comer con los ojos", un viaje culinario por el mundo del cine.

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No puedo y además no quiero dejar de comentarlo, porque amante abandonado del cine como soy, coleccionista que atesora una cantidad de películas clasificadas por directores, leer este libro fue un festín doble, evocador, inspirador.

"Comer con los ojos" es una recurrente frase que se emplea para destacar la importancia de la presentación visual de los alimentos en la percepción y disfrute de la comida. La vista es, de todos los sentidos, el que proporciona un primer contacto con el alimento.

El libro cuenta con el análisis de cientos de películas que destacan la comida.

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Entre mis favoritas:

  • "Entre copas", "El Padrino I y II", donde el autor le dedica un capítulo a Vittorio Corleone, el gran chef de América, para seguir con gánsters "La mafia se sienta a la mesa", "El último tango en París", donde un Bernardo Bertolucci pone otro uso a la mantequilla, "El festín de Babette", la joya del cine culinario, y muchos otros títulos que yo, para no seguir desarrollando la arrogancia de los que leen, recomiendo su lectura.
TEMAS -

 Artista plástico, escritor, investigador de prehistoria e historia dominicana y consultor de proyectos culturales.