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El casabe y la lengua

El árbol léxico del casabe, raíces indígenas y frutos modernos

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El casabe y la lengua
El casabe inspira palabras y acepciones en el español dominicano. (SHUTTERSTOCK)

Estas semanas recorremos paso a paso de la mano de los diccionarios el universo léxico del casabe. Una familia bien avenida que forma un árbol con distintas ramas desde que se usó por primera vez en un texto en español en 1492.

La primera de estas ramas la forman las palabras derivadas de casabe: casabero y casabera, las personas que elaboran el casabe o a los que les gusta mucho (me incluyo entre ellos); y casabera, el establecimiento dedicado a la elaboración del casabe.

Existe también entre los derivados un casabito, referido a un árbol de ramas frágiles y pelosas.

En la segunda rama de este árbol familiar encontramos una nueva acepción que ha generado la palabra casabe a partir de su sentido original; se trata de un pez comestible del mar de las Antillas, blanquecino y sin escamas al que se conoce como casabe, quizás por su color o por su forma redondeada.

Y la tercera rama, la más fuerte y poblada, es la compuesta por las palabras que no derivan del sustantivo casabe, pero que pertenecen al mismo campo semántico. La semana pasada el protagonista fue el guayo. Hoy seguimos guayando la yuca, en el sentido recto y en el figurado también. 

Una vez rallada la yuca nos cuenta Gonzalo Fernández de Oviedo que la exprimen «en un cibucán que es una manera de talega de diez palmos o mas de luengo y gruessa como la pierna que los indios hazen de palmas como estera texido».

Ese cibucán o sebucán, de origen arahuaco, permite eliminar el zumo venenoso de la yuca. Bartolomé de las Casas nos cuenta que los taínos llamaban hyen a esta sustancia y era «de tal naturaleza que cualquiera que la bebiese así cruda como sale moriría como si bebiese agua de rejalgar».

El cronista lo compara por su toxicidad con el rejalgar, un mineral rojizo formado por una composición altamente tóxica de arsénico y azufre.

Sin embargo, de la yuca se extrae también su almidón, la arahuaca naiboa o anaiboa, para la que el español dominicano ha creado dos nuevas acepciones figuradas para referirse a cualquier alimento sustancioso y, coloquialmente, al meollo de un asunto.

Ya hemos guayado y exprimido la yuca. Nos falta cernerla. Para separar la harina del salvado usamos el cedazo.

Para cerner la harina de yuca se utiliza el jibe, cuyo origen está en el indigenismo hibiz, del que nos  da cuenta también Bartolomé de las Casas:

  • «Tienen luego un cedazo algo más espeso que un harnero de los con que ahechan el trigo en el Andalucía, que llamaban híbiz (la primera sílaba luenga), hecho de unas cañitas de carrizo muy delicadas, y allí desboronan aquella masa [...], y pasado por aquel híbiz o cedazo queda cernida muy buena harina».

Este jibe ha llegado hasta nuestros días para designar también una criba para la arena y otros materiales de construcción. Y en el español dominicano más coloquial, con su creatividad habitual, alguien está hecho un jibe si está maltrecho y perjudicado.

Historia y actualidad; tradición e innovación; aprovechar una buena materia prima para crear nuevas realidades. ¡Quién nos iba a decir nosotros que el casabe y la lengua iban a tener tantas cosas en común! 

TEMAS -

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.