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Otros tiempos

Cada día voy aprendiendo más que, en lugar de humanizarnos, el mundo que vivimos nos empuja a una realidad donde los valores se han trastocado

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Otros tiempos
Padre e hijo hablan de la vida en otros tiempos. (SHUTTERSTOCK)

"Eso fue en tu tiempo", me dijo mi hijo cuando le conté lo que hacía a mis 17 años.

-Papá -me dijo abriendo los ojos en asombro-, el mundo cambió.

Le comenté que comencé a trabajar cuando tenía esa edad para ayudar en mi casa y que le pagaba a mis hermanos la escuela y no solo eso, sino que entregaba mi cheque a mi abuela y ella decidía qué hacer con el dinero.

-Eran otros tiempos -insistió haciendo un gesto con las manos, también me repitió lo mismo cuando le conté que me había hecho abogado para complacer a mi papá y que había pasado 5 años estudiando en la universidad sabiendo que nunca ejercería-.

-En ese tiempo uno hacía lo que exigían sus padres, ahora mi hijo, los hijos hacen lo que les da la gana -contesté con un dejo de tristeza-, tienes razón, sin deseos de argumentar, son otros tiempos.

Esa conversación temprana no me sorprendió, cada día voy aprendiendo más de que, en lugar de humanizarnos, el mundo que vivimos nos empuja a una realidad donde los valores se han trastocado.

Ayer me llamó un amigo viudo para decirme, casi mi misma edad, que sus hijos se habían negado a darle alojamiento con la excusa de que era muy complicado vivir con él y que lo que ganaban apenas les daba para mantenerse ellos y sus hijos. No lo entendí, pero mi corazón se entristeció grandemente.

Vivir es complicado lo sé. Lo he sabido siempre, pero siento que el mundo gira en torno a los egoísmos, que la gente solo da lo que le sobra y que la palabra sacrificio está pasada de moda.

Doy si me das algo a cambio, el interés es parte del diario vivir, medimos las relaciones por lo que pueda obtener de ellas y la palabra amigo está condicionada a no sé qué nuevos parámetros, donde el amor también es un artefacto de lujo.

-Estoy desubicado.

-Pues adáptate -me aconsejaron una tarde-, no te queda de otra.

-No creo que a estas alturas de mi vida pueda cambiar mi manera de ver al mundo.

-Lo que pasa Freddy -me comentó-, es que tú miras la vida llena de esperanza y poesía, y esa no es la realidad.

Lo sentí como una acusación de la cual debía de sentir vergüenza.

-Tienes que integrarte  Freddy al mundo de hoy, o te integras o...

-¿O qué?

-O te vas al C...

Se hizo un silencio, no tuve que pensar mucho, siempre he sabido que estoy fuera de sitio, que hace tiempo me negué a hacer del dinero y el poder razones de vida, entendí que el dinero era necesario para no dar lástima ni mendigar y sobrevivir, pero para nada más.

Y en caso de que tuviera la dicha de hacer dinero, como muchos hombres hacen honestamente, mi compromiso con la sociedad donde me ha tocado vivir sería mucho mayor ayudando a otros.

Porque el mundo haya cambiado no tengo que seguir la corriente, los principios siempre serán los mismos y no podemos dejarnos cegar por los tantos espejismos confusos que inundan nuestros horizontes.

Brindo por los atrevidos que se atreven a ser diferentes, honrados, fieles y orgullosos de sus creencias.

Brindo por un futuro sin diferencias donde prime el amor y nada más que el amor......

Y no estoy loco, afortunadamente hay muchos como yo.

TEMAS -

Freddy Ginebra Giudicelli es un contador de anécdotas cuyo mayor deseo es contagiar su alegría y llenar de esperanza a todos aquellos que leen sus entrañables historias.